Lamentablemente “no lo sabe pero lo dice” - De Arrighi a Romina

Una opinión personal

No sigo la farándula porteña y no sabía de la periodista y modelo Romina Malaspina hasta el ruido por su comentario en un programa de televisión sobre el asalto al Capitolio: “Lamentablemente Estados Unidos...”.

Lo del título se refiere al comentario de Marx (El Capital Cap.1) sobre Benjamin Franklin. Acá lo aplicamos a otra cosa: la decadencia de la hegemonía yanky en el sistema-mundo capitalista, una idea que fue planteada hace 50 años por Giovanni Arrighi recobrando el concepto gramsciano de hegemonía, y ha sido continuada y desarrollada por varios autores del marxismo crítico como Samir Amin, y podemos llegar al recientemente desaparecido Leo Panitch.

Digamos, para cerrar el tema introductorio, que Marx señalaba que Franklin estaba aceptando de hecho el concepto de trabajo abstracto, pese a que éste trascendía su marco conceptual. Y agrego también que en nada interesan acá las observaciones machistas o “feministas” sobre la persona de Malaspina que ya bastante tiene con ese nombre. Ocurre, y a eso iba Marx, que muchas veces alguien termina trasmitiendo una idea que trasciende su marco conceptual habitual. Y eso es un factor cultural de las ideas de una época.

Repasemos los hechos por todos conocidos con el único propósito de contextualizar el “lamentablemente” y lo que pone en palabras.

La época yanky comenzó con el fin de la Segunda Guerra Mundial. Europa salió destruida, Japón también. A su vez la URSS dificultosamente reconstruida y aun arrastrando todas las deformaciones de la contrarrevolución estalinista, era objetivamente un factor de aliento a la revolución mundial de los explotados y oprimidos en un mundo en crisis. Fue entonces que EEUU tomó la delantera en el proyecto de reconstrucción de sistema-mundo capitalista. En el sentido gramsciano, hegemonía es algo más que dominación. Incluye la aceptación consensuada del dominado. El “mundo libre” tenía en Estados Unidos un líder, modelo y guardián protector frente al peligro revolucionario, y cobraba a sus socios burgueses en todo el mundo por ese servicio de protección, que era aceptado y venerado. Fue la “edad de oro” del capitalismo, desde el fin de la guerra hasta la crisis del petróleo de 1973.

Cuando está crisis ocurrió, se planteó la posibilidad de un relevo en ese lugar de potencia hegemónica, como había pasado las veces anteriores. Muchos lo ligaron con la teoría de los ciclos de onda larga del capitalismo o ciclos de Kondratiev de 50 años expansión-depresión. Pero en este caso ese esquema temporal no se ha cumplido, y esto ha motivado varias revisiones. A la fase recesiva no la sucedió una nueva fase expansiva sino una “meseta sinuosa”. El relevo hegemónico debería estar asociado a una nueva expansión y a un avance de las fuerzas productivas que se traduciría en una nueva  acumulación de capital. Todo esto ha sido esta vez, al mismo tiempo, sí y no. Las crisis de la economía capitalista y recesiones, siguieron. La del 2008 había sido hasta ahora la última. La renovación tecnológica también. Pero todo esto ha tenido formas muy distintas a las veces anteriores.

Fue Giovanni Arrighi quién primero comenzó (1982, en un trabajo conjunto con Wallerstein, Amin, y Frank) habando de la decadencia de la hegemonía yanky en ese sentido gramsciano. Lo que (opinión personal mía) era en él un énfasis demasiado “numérico” en el tema de los ciclos económicos lo llevó a expectativas tempranas en un relevo hegemónico, que luego corrigió en trabajos posteriores entrando en una visión mucho más amplia de ciclos civilizatorios y un “retorno de Asia” (implicando esto que el ascenso de Europa en la época moderna vendría a ser un fenómeno históricamente acotado) asociado a la irrupción de China en la disputa hegemónica. Se trataría entonces de una disputa de hegemonía pero de una trascendencia cualitativamente diferente.

Samir Amín hizo una nueva sistematización de este planteo con dos contribuciones muy importantes, el “imperialismo colectivo” como instancia de coparticipación de las principales potencias capitalistas dejando la competencia entre ellos en un segundo plano y aceptando la principalidad yanky (que tuvo su importancia en un período, pero luego la cosa se complicó más), y el concepto de “cinco monopolios” en disputa: recursos naturales, recursos financieros, investigación científica y técnica, armas de destrucción masiva y medios de comunicación. Un relevo de hegemonía va asociado a un cambio significativo de esos factores. Los yankys, y también los alemanes, venían reteniendo la delantera tecnológica, hasta que hasta allí llegó también China. El nuevo modelo capitalista de acumulación no ha sido aquí el capitalismo neoliberal acompañado por el “keynesianismo militarista”, sino una nueva forma de capitalismo de estado y un semi keynesianismo “con características chinas”. Hay en este sentido muchas contribuciones de Michael Roberts.

Estas referencias son solamente a algunos de los numerosos investigadores que han trabajado estos temas, no pretenden ser exhaustivas, y son desde una valoración personal. Pero lo que es evidente es que este tema, que alguna vez fue cosa de “raros”, ya es cosa de todos los días.

Lo mismo Trump. Hoy resulta evidente que el “Make America Great Again” fue el inatento desesperado de recuperar esa hegemonía, y tuvo y en parte tiene una fuerte capacidad de llegada en sectores de la clase trabajadora estadounidense afectada por esa decadencia. Ese mecanismo estructural por el cual la clase trabajadora de los países imperialistas puede recibir algunas migajas adicionales de la explotación colonial o neocolonial, es lo que ahora comienzan a perder. También es un tema viejo y conocido, Lenin habló de él cuando el social chovinismo en la Segunda Internacional, aunque minimizó en problema refiriéndolo solamente a una aristocracia obrera y resultó un fenómeno mucho más amplio.

Pero lo que importa acá es que el intento de Trump fracasó. Por eso perdió las elecciones. Y fracasó porque las condiciones históricas no son suficientes como para que pudiese triunfar, o sea: la decadencia yanky ya es demasiado profunda. Por eso mismo el intento restaurador ortodoxo de Biden, que es simplemente dejar de lado las locuras trumpianas y volver al probado y conocido viejo estilo, tampoco va a funcionar. Ya es tarde para eso.

Entonces, este contexto es el que nos permite entender el asalto al Capitolio. Más como un síntoma de la enfermedad, más que la propia enfermedad. Sobre este tema también se ha hablado, y bien.

Pero todo esto no ha sido más que una larga introducción al tema específico de esta nota. Porque la crisis de la hegemonía yanky no es exclusivamente un tema yanky, de eso queremos hablar. 

Y hasta los propios yankys lo señalan. Los de izquierda por supuesto, pero también los oficialistas, como una politóloga de los círculos del poder con una colección de títulos, Emma Ashford. "No es posible construir una coalición de democracia para promover los derechos humanos y valores liberales si no puedes hacer eso mismo en tu propio país".

Coalición de democracia quiere decir aquí coalición burguesa mundial en defensa del capitalismo. Y de lo que habla (y no es la única) es de la incapacidad presente de que esa coalición tenga por cabeza al capitalismo yanky. Y eso es un problema para el sistema-mundo capitalista en tanto eso, sistema-mundo. Ya no estamos en un mundo bipolar ni unipolar ni multipolar. Estamos en un mundo crecientemente fragmentado en que ya ni siquiera el “desorden creativo” resulta creativo, sino puramente destructivo.

Y entonces no son solamente los del centro decadente sino que todos los burgueses en el mundo se preocupan, por voz propia o expresados en las pequeñas y ocasionales voces secundarias emergentes; el niño que dice “el emperador está desnudo”.

Y está es entonces es mi interpretación de a qué viene lo de “lamentablemente Estados Unidos….”. Sería un: Oh, y ahora, ¿quién podrá defendernos? Es la preocupación de los súbditos al ver los disparates de su señor. 

¿Y qué puede pasar? Tal vez no falte mucho para el “lamentablemente el mundo entero...”.*


Referencias (entre muchas)
Giovanni Arrighi Dinámica de la crisis global El largo Siglo XX Adam Smith en Pekin
Samir Amin Todos sus libros
Michael Roberts (ver este y anteriores)
Opinión de algunos nuestros: Boris Kagarlitsky Joe Lauria Antony Dimaggio Jorge Maiki
Y de ellos: Emma Ashford Luis Fleischman












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