Con Susan Shalabi, Vicepresidenta de la Asociación Palestina de Fútbol
Antigua colega de la periodista asesinada Shireen Abu Akleh, Susan Shalabi insiste en la necesidad de desarrollar campañas globales contra el apartheid israelí, como las que ayudaron a poner fin al apartheid sudafricano. En esta entrevista, repasa el uso que Israel ha hecho del fútbol para lavar su imagen y reprimir al pueblo palestino.
Susan Shalabi Molano es la voz internacional de la Asociación Palestina de Fútbol (APF); y una voz incómoda. Desde 2008 se ha dedicado a documentar, sistematizar y denunciar las constantes violaciones israelíes al fútbol palestino. Con seguridad ella está detrás de la carta que la APF escribió a la AUF para pedirle que la selección uruguaya no haga la preparación final para el Mundial en Israel, en el contexto de la campaña ciudadana ¡Uruguay, NO vayas!
Al igual que la carta, la entrevistada deja claro que, según los estatutos de la FIFA, la APF no puede decirle a Uruguay con quién jugar o no jugar, porque sería una intromisión en los asuntos de otra asociación, «y nosotros respetamos las normas. Lo que sí podemos hacer es mostrar a los uruguayos quién es realmente la parte con la que eligen jugar, y cómo ese intercambio contribuye a blanquear mediante el deporte una ocupación brutal que humilla diariamente a millones de seres humanos, confisca su libertad, les mata y detiene, y les roba sus tierras; y dejar la cuestión a la conciencia y al buen juicio de los uruguayos.»
Vivir bajo ocupación
Al igual que miles de compatriotas, Susan nació en la diáspora −en Kuwait−, de padre palestino y madre española. «Yo hablé español antes de hablar árabe», cuenta riéndose. Tenía 5 años cuando sus padres se separaron, y pasó su infancia repartida entre Kuwait y Cáceres (donde vive su madre). Aunque perdió la fluidez, todavía recuerda las canciones españolas que cantaba en su niñez. «Mi padre es más viejo que Israel: nació en 1945.» Como tantos palestinos, vivió repartido entre tres países, hasta que pudo regresar y establecerse como médico en su Tulkarem natal. Desde entonces Susan ha vivido como una palestina más bajo la dominación israelí.
«Vivir en un país ocupado, bajo la injusticia y la confiscación de libertades a manos de la ocupación y el apartheid despierta a la rebelde que llevas dentro. Puede quebrar a las personas o convertirlas en luchadoras. En nuestro caso, la elección siempre fue clara. Sí, Israel es un Estado poderoso que no duda en utilizar la fuerza letal contra la población desarmada cuya tierra robó; pero no tenemos otra opción ni ningún lugar al que huir. Es la cuestión shakesperiana de “ser o no ser” la que, creo, ayudó a engendrar tanta resistencia en el pueblo palestino.», dice.
Y agrega: «Yo era una adolescente cuando estalla la primera intifada (1987), y viví esos tiempos difíciles en los que el reino del terror de Israel perturbaba la educación, la vida social y la economía. Se cerraron las escuelas, se invadían las casas y los adolescentes de mi edad eran detenidos, heridos y asesinados. Todos recibimos patadas de los soldados israelíes; algunos se perdieron para siempre: sus historias no se contaron y sus sueños no se realizaron. La primera intifada fue la prueba de que era imposible vivir bajo esa ocupación malvada, y que había que resistir.»
«La esperanza que trajeron los acuerdos de Oslo duró poco. Las imágenes de la gente agitando ramas de olivo siguen en el fondo de mi cabeza hasta hoy. Todo se desmoronó muy pronto. La segunda intifada demostró que Israel no era serio y que había utilizado la negociación para ganar tiempo para su proyecto colonial expansionista, cuyo lema nunca cambió con el paso del tiempo: “más tierra y menos árabes”. Pronto me di cuenta de que la versión del apartheid israelí era mucho peor que la de Sudáfrica. En Sudáfrica los blancos querían esclavizar a la población que consideraban inferior a ellos, pero Israel no quiere que existamos en absoluto en esta tierra.»
Del periodismo a la diplomacia y de allí al fútbol
Al igual que la célebre reportera Shirin Abu Aqleh (asesinada por un francotirador israelí en Yenín), Shalabi estudió en la Universidad Al-Yarmuk (Jordania), en ese entonces la mejor de la región en Periodismo y Comunicación. Aunque es más joven, conoció a Shirin y llegó a trabajar con ella en la televisión palestina. Cuenta que cuando recibió la noticia de su asesinato y vio el video, recordó de inmediato un incidente que ahora le parece premonitorio: en 2001, siendo una reportera novata, se encontró con Shirin en medio de un ataque violento de colonos judíos cerca de Nablus. Shirin le reprochó que estuviera en ese lugar sin tener experiencia y sin la protección adecuada. «¡Vete de aquí!», le dijo; y Susan recuerda que le respondió: «¿De qué me sirve tener chaleco y casco si me disparan a la cara?».
Shalabi empezó a trabajar en 1999 para la televisión satelital palestina, y antes de un año estalló la segunda intifada. «Fueron tiempos especialmente difíciles para mí. Trabajaba como reportera y veía tanta muerte y tanta destrucción –al igual que cualquier periodista en Palestina: todos enfrentaron el peligro, fueron heridos, muertos, golpeados, arrestados− que me resultó intolerable: “Ya basta”, me dije.» Después de seis años como reportera, y con una maestría en Relaciones Internacionales, en 2005 decidió cambiar el periodismo por el Ministerio de Relaciones Exteriores de la Autoridad Palestina.
«Cómo llegué a involucrarme en el fútbol es una historia bastante peculiar. Yo trabajaba como diplomática cuando Jibril Rajoub, recién elegido Presidente de la APF, me pidió ocuparme del área internacional y ayudar a reconstruir la asociación. Al principio dudé, pero luego pensé que era una causa noble y que merecía la pena postergar mi carrera diplomática. Pensé que estaría uno o dos años hasta que hubiera levantado el área internacional, pero eché raíces allí.» Susan fue Secretaria General de la APF en 2018-2019 y Vicepresidenta reelecta desde 2016. También integra el Comité Ejecutivo de la Confederación Asiática de Fútbol (CAF) y otros comités de la FIFA.
Mujeres y fútbol en Palestina
«Nunca fui futbolista –dice Susan−, aunque de niña era una gran aficionada. En mi familia no había otras niñas de mi edad; solo podía jugar con mi hermano y mis primos. Y como ellos jugaban al fútbol, yo también lo hacía. En aquella época se disuadía a las chicas de jugar al fútbol; una familia aceptaba que su hija hiciera artes marciales, pero jugar al fútbol se consideraba inapropiado para las mujeres. Y como era rebelde, cuanto más me decían que no, más me gustaba jugar. Pero cuando años después se volvió normal para las chicas jugar al fútbol, perdí el interés.» y se ríe.
Susan relata que cuando el fútbol palestino abre sus puertas a las mujeres, el entusiasmo y el interés son enormes. «La sociedad se adaptó muy rápido; hoy encuentras familias, incluso en los lugares más conservadores, que quieren meter a sus hijas en un club de fútbol. Por ejemplo, una de las mejores réferis que tenemos −además de jugadora− es de Hebrón; y ella ha sido réferi incluso en partidos de hombres. Es muy valiente y muy buena. Y eso ocurre en uno de los lugares más conservadores. Así que la gente está aceptándolo.» También ella ha contribuido a impulsar el fútbol femenino desde sus responsabilidades institucionales: entre 2012 y 2017 integró la Comisión de Fútbol Femenino y de la Copa Mundial Femenina de la FIFA, y desde 2015 es Vicepresidenta de la Comisión de Fútbol Femenino de la CAF.
Al preguntarle sobre su experiencia trabajando en ese mundo tan masculino, responde que no ha sido fácil, en absoluto. «Cuando empiezas a trabajar con los hombres, ellos te van a juzgar basándose en sus prejuicios, y no van a confiar en ti. Tienes que luchar y ganarte su confianza.» Por haber vivido entre varones desde niña, siempre echó en falta la compañía femenina; por eso en su equipo trata de rodearse de mujeres. «Es más difícil construir la autoestima de las mujeres que la de los hombres. Y es que a nosotras nos juzgan con mucha más severidad. Si cometemos un pequeñísimo error, todos los dedos nos señalan: es porque somos mujeres. La presión sobre nosotras es muchísimo mayor que sobre los varones.»
Fútbol en la mira
La oficina de la APF está en Al-Ram, un suburbio de Jerusalén Este que solía ser parte integral de la ciudad; pero la construcción del Muro lo dejó fuera de ella, al igual que a otros barrios palestinos populosos, ya que la ingeniería demográfica israelí −en la ciudad como en todo el país− se basa en una premisa simple: judíos adentro, árabes afuera. Aun perteneciendo a la municipalidad de Jerusalén, los barrios palestinos que quedaron del lado exterior del Muro −en una especie de limbo urbano− sufren un deterioro acelerado: a pesar de que sus habitantes pagan impuestos, no hay mantenimiento de vialidad, ni recolección de basura, ni otros servicios públicos; tampoco puede brindarlos la Autoridad Palestina, que no tiene jurisdicción ni permiso para hacerlo. En Al-Ram, además, el Muro atraviesa su calle principal, que solía llevar al centro de Jerusalén. Susan, que vivía allí de jovencita, recuerda con nostalgia cómo era la vida antes de esta monstruosa transformación. «Es casi surrealista», dice.
La historia del fútbol palestino es un reflejo de la del país: una lucha por la existencia. La AFP –relata Shalabi− no fue aceptada en la FIFA hasta 1998, y no fue por falta de intentos; la admisión de Palestina como miembro de la FIFA fue bloqueada año tras año desde las primeras décadas del siglo XX, porque el movimiento sionista había sido más rápido y en 1928 se hizo con el lugar en la FIFA, reclamando como suya la Asociación de Fútbol de Palestina, aunque Israel todavía no existía y la población judía era una minoría. «Pero sabían el poder que tiene el fútbol y querían usarlo para legitimarse; y contaron con la complicidad del Mandato Británico. Después de 1948 cambiaron el nombre a Asociación de Fútbol de Israel. Y no se nos permitió crear la nuestra porque según los estatutos de la FIFA solo puede haber una asociación por país; y el nuestro desde 1948 había quedado dividido entre Jordania y Egipto.
Solo después de 1967 la ONU reconoció a Cisjordania y Gaza como territorio ocupado; y los estatutos de la FIFA admiten a países bajo ocupación. Pero los israelíes pusieron toda la presión política y el poder que tienen para impedir nuestra afiliación; el fútbol palestino tuvo que luchar para conseguirla. Fue un gesto positivo de Joseph Blatter (digan lo que digan de él) hacia nuestro pueblo: reconoció los argumentos legales que Palestina había presentado año tras año, y el hecho de que jugábamos al fútbol a pesar de estar bajo ocupación; y los países árabes nos apoyaron.»
Pero la alegría duró menos de tres años, porque Israel utilizó la segunda intifada como pretexto para interrumpir la vida normal, y la liga de fútbol fue suspendida. La membresía en la FIFA se pierde si un país pasa un cierto tiempo sin torneos; por eso Israel hacía –y hace− todo lo posible para bloquear el fútbol palestino: atacar e invadir los estadios, arrestar y asesinar jugadores, destruir instalaciones… Por siete años la liga estuvo casi suspendida, y Palestina corría el riesgo de perder su membresía. Las autoridades presionaron a la APF para que convocara su Asamblea General y eligiera a un dirigente capaz de salvar la situación. En 2008 la Asamblea eligió a Jibril Rajoub –un hombre de carácter, experto en relaciones públicas y en lograr resultados−, y él comenzó a reconstruir la Asociación. Desde entonces ha sido reelecto cada cuatro años.
Una historia de agravios e impunidad
Es asombrosa la serenidad con la que esta mujer relata las atrocidades israelíes contra el deporte palestino y la sucesión de arbitrariedades, injusticias, omisiones e hipocresía que ha guiado la conducta de la FIFA respecto de las denuncias palestinas y la violación de los estatutos de la propia Federación por parte de Israel. Al preguntarle cómo afronta todo eso, responde con el mismo temple: «Creo que está en la naturaleza humana: adaptarse y perseverar. Nuestro pueblo aprendió que si no tenemos esa tenacidad, simplemente vamos a desaparecer; es una cuestión de vida o muerte.»
Shalabi aclara que las agresiones son tan antiguas como la ocupación israelí. Y lamenta que solo empezó a recopilarlas en 2008, cuando entró a la APF «y observé que Israel estaba interfiriendo en los derechos y obligaciones de la Asociación de organizar, practicar y desarrollar el fútbol. Fue entonces cuando empecé a relevar y categorizar los incidentes, para intentar comprenderlos y quizás encontrar soluciones.»
En el blog que creó, agrupó las transgresiones israelíes contra los deportes palestinos en 7 categorías:
- Violaciones constantes de los derechos humanos de jugadores y personal, incluyendo asesinato, lesiones o detención. Violencia racista contra los palestinos ciudadanos de Israel por parte de clubes e hinchadas de ultraderecha.
- Restricciones a la libertad de movimiento de jugadores y personal dentro y fuera de Palestina.
- Prohibir o dificultar la construcción de estadios y otras infraestructuras (incluso tratándose de proyectos FIFA Gol), y en ocasiones destruir las existentes,.
- Restricciones a la adquisición y distribución de equipamiento deportivo dentro y fuera de Palestina.
- Interferencia política en la organización de partidos amistosos entre la APF y otras asociaciones.
- Permitir que las colonias ilegales construyan instalaciones de fútbol y sus clubes sean miembros de la AFI en territorios palestinos reconocidos internacionalmente.
- Prohibición de actividades deportivas palestinas en Jerusalén Este ocupada.
«Llevamos muchos años intentando garantizar nuestros derechos según los estatutos de la FIFA, planteando estas cuestiones a la FIFA y a las Confederaciones. La FIFA entiende que nuestros derechos están siendo violados, pero ha hecho muy poco para corregir esta injusticia. Es frustrante ver que el doble rasero de la comunidad internacional se clona también en el fútbol. Resulta irónico que el lema de la FIFA sea “separar el deporte de la política”, cuando sus acciones reflejan las de los políticos y están influenciadas por ellos.»
En efecto, en el Congreso de la FIFA de 2015 (Zurich), la APF llevó una moción para suspender a Israel. Esta venía acompañada de la campaña internacional “Tarjeta roja a Israel”, que había tomado gran impulso. La APF fue presionada para cambiar la moción por constituir un Comité de Monitoreo presidido por el sudafricano Tokyo Sexwale. Durante dos años el comité intentó cumplir con su mandato, pero Israel puso todos los obstáculos posibles, incluyendo demorar a Sexwale durante horas en los checkpoints y luego negarse a recibirlo porque había llegado tarde; afirmar que nadie tenía autoridad para determinar si las colonias donde tiene clubes son territorio ocupado (a pesar de que en ese período el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la resolución 2334 que afirma categóricamente que lo son), y finalmente rechazar totalmente el informe presentado por Sexwale tras numerosas postergaciones. La FIFA violó sus estatutos cediendo a la presión política del mismísimo Benjamín Netanyahu, y terminó dejando de lado el informe sin sancionar a Israel.
«Se hizo de forma ilegal. Dos veces llevamos el asunto al tribunal de arbitraje deportivo, pero la FIFA tenía los abogados y los recursos financieros que nosotros no tenemos para sostener esta batalla legal», sostiene Shalabi. En una presentación que hizo ante la Confederación Asiática de Fútbol, la cronología de los hechos muestra cómo la APF fue traicionada por la FIFA. Pero ella afirma: «Una cosa que quiero dejar clara es que esto no ha terminado. Somos un pueblo resiliente y capaz. Con tiempo y esfuerzo, haremos que la verdad se conozca, ganaremos más aliados y, juntos, obtendremos justicia.»
El fútbol como factor de unidad
En contraste con la politización de la FIFA, la APF es una expresión de unidad por encima de las divisiones políticas y la fragmentación territorial y demográfica. «Hubo un acuerdo de dejarla aparte de la polarización política. La elección de las autoridades de la APF se hace cada cuatro años simultáneamente en cada territorio, y nos comunicamos virtualmente.»
Susan subraya que la APF nunca pudo celebrar una asamblea con todos sus miembros físicamente presentes. «¡Somos expertos en reuniones virtuales desde mucho antes de la pandemia! Para el mundo fue algo nuevo: vivieron por un año lo que nosotros vivimos toda la vida, todos los días: encerrados, sin poder viajar, sin poder encontrarnos.» La separación forzada no es solo con Gaza sino también con la diáspora en Siria, Jordania y Líbano. Allí los palestinos no pueden jugar en la liga nacional, entonces se creó una asociación regional donde participan los campos de refugiados. Cada asociación regional (Gaza, Cisjordania y la diáspora) tiene su vicepresidente; Susan es la de Cisjordania. Y las tres se reúnen virtualmente.
Shalabi considera que todavía falta mucho para que llegue el momento sudafricano para Palestina. «Los racistas sudafricanos eran menos listos que los israelíes, y tenían menos poder internacional. La real politik que controla el mundo decide a qué países se debe sancionar y a cuáles no. Israel todavía tiene amigos muy poderosos.»
Pero como apasionada de la historia, sabe que el momento va a llegar. «La gente está engañada por los grandes medios corporativos, pero la verdad no puede ocultarse ni el mal puede durar para siempre. Solo espero que el final no sea demasiado sangriento. Israel es el último régimen colonial sobre la faz de la tierra.» Y agrega: «Tiene que haber mayor presión de la sociedad civil en los países que apoyan a Israel: EE.UU. y Europa. Es más fácil que los latinoamericanos entiendan y simpaticen con nuestra causa, porque han vivido el colonialismo, la opresión, las revoluciones.»
Cree que campañas ciudadanas como la de Uruguay, la que exige a la FIFA suspender a Israel o la que pide a clubes y seleccionados que no viajen a Israel son importantes: «Nuestra misión es organizar, desarrollar y proteger el fútbol. Si nuestros caminos se cruzan, somos amigas y aliados. Creo que ha llegado el momento de que la sociedad civil actúe en cuestiones globales como las violaciones de los derechos humanos, el racismo y el apartheid.»
Y concluye esperanzada: «El fútbol tiene mucha influencia. Ayudó a la causa de Sudáfrica contra el apartheid porque todas las naciones con conciencia tomaron una posición y se negaron a jugar con el régimen de apartheid. Los agresores no deberían ser recompensados por su agresión, sino rechazados y reprobados. Sólo entonces se darán cuenta de que ser miembro de la sociedad humana comporta obligaciones.»
La campaña ¡Uruguay, NO vayas!
Colectivos de solidaridad y organizaciones sociales lanzaron la campaña ¡Uruguay, NO vayas! para pedirle a la Asociación Uruguaya de Fútbol y a la selección de fútbol masculino que no acepten la invitación del Estado de Israel a realizar en ese país la fase final de preparación para el Mundial y jugar un partido amistoso, de camino a Catar.
En junio entregaron en la sede de la AUF una carta firmada por más de 20 organizaciones donde argumentan que Israel ha sido acusado de imponer un régimen de apartheid sobre el pueblo palestino, que ese consenso internacional sigue creciendo, y que al apartheid se lo debe aislar y sancionar, como se hizo con el de Sudáfrica, especialmente en el plano deportivo.
Desde que se lanzó el 30 de mayo, la campaña ha generado más interés fuera que dentro de fronteras (en parte por el silencio de los medios locales). Además de los clubes de fútbol cisjordanos Al Khader, Ebal y Balata, de la Asociación Palestina de Fútbol de Amputados (Gaza) y de la misma Asociación Palestina de Fútbol, han llegado a la AUF cartas de organizaciones judías de Canadá, España, Argentina, EE.UU. y del mismo Israel; de la coalición sudafricana Africa for Palestine, de la Indo-Palestine Solidarity Network (India) y la red Global Kairos Asia-Pacífico, del intelectual y académico palestino Ramzy Baroud, del Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y de colectivos de solidaridad de varios países. Además se lanzó una petición en Change, y a diario se publican contenidos en las redes sociales de la campaña: Facebook: Coordinación por Palestina. Twitter: @NovayasUy. Instagram: Uruguay NOvayas
Fragmentos de las cartas palestinas recibidas por la AUF
Carta de Jibril Rajoub, Presidente Asociación Palestina de Fútbol:
“Estimado Presidente, no podemos interferir en los asuntos futbolísticos de su asociación, pero podemos, al menos, contarle con qué clase de Estado planea jugar un partido amistoso.Los futbolistas Zeid Mohammed Ghneim, (…) Mohammed Ali Ahmed Al Ghneim y Thaer Yazouri (…) son apenas una muestra de la larga lista de jóvenes futbolistas asesinados por Israel…”
“Respetamos su derecho a elegir con quién jugar, pero es nuestro derecho aconsejar a nuestros amigos que no premien a un sistema de apartheid que niega a todo un pueblo sus derechos básicos e inalienables y usa el fútbol para lavar su imagen internacional de la mancha de sus crímenes contra nuestro pueblo.”
Carta de Eibal Football Club:
“Nuestro club es uno de los muchos clubes imposibilitados de crecer y desarrollar el juego que todos amamos debido a la ocupación israelí, que mata y arresta a nuestros jugadores, destruye nuestras instalaciones y confisca nuestras tierras para construir en ellas colonias ilegales” (…) “Se puede decir que es solo un partido de fútbol; pero el fútbol juega un papel poderoso en la construcción de una cultura de tolerancia y respeto, y en el fomento de relaciones amistosas entre las naciones. Permitir que nombres de estrellas del fútbol como Luis Suárez sean utilizados para lavar mediante el deporte los crímenes del apartheid nunca servirá para ese noble propósito.”
Carta del Club Deportivo Al Khader:
“Les escribimos desde el Club Deportivo Al Khader, en los territorios palestinos ocupados. Escribimos esta carta con el corazón apesadumbrado, pero también lleno de esperanza y determinación.” (…) “Todos nuestros jugadores, al igual que millones de palestinos y palestinas, crecen bajo la brutal opresión del régimen de apartheid de Israel, cuando tienen la suerte de crecer. Sólo desde principios de este año, Israel ha asesinado a 13 niños palestinos, según Defensa de la Niñez Internacional.” (…) “Necesitamos que seleccionados célebres como el de Uruguay no ofrezcan a Israel una oportunidad de oro para blanquear con el deporte su régimen de apartheid.”
Club de Fútbol del Centro Juvenil Balata y Asociación de Fútbol de Amputados de Palestina:
“En Gaza hay varios equipos formados por jugadores amputados que perdieron sus piernas por los disparos de francotiradores israelíes y ataques militares. Nuestros estadios son destruidos por las bombas israelíes. Nuestros jugadores son arrestados y mantenidos en las prisiones israelíes sin cargos ni juicio. Soldados israelíes invaden nuestros campos de juego y disparan gases lacrimógenos durante los partidos, incluso en los de las ligas juveniles. Israel obstaculiza la importación de equipamiento deportivo. “(…) “Hay una cosa que ustedes pueden hacer: la AUF está en una posición privilegiada para ayudarnos a aislar al apartheid israelí hasta que respete nuestros derechos fundamentales” (…) “No hay absolutamente ningún “juego limpio” en un país que mata a jóvenes futbolistas y oprime a millones”.