Bolivia: ¡Nos están matando, compañeras!
En Bolivia no solo están dando un golpe de Estado, también avanza una masacre fascista, machista y racista contra un pueblo que no acepta el disciplinamiento. Nos estamos matando y vos ...
Por Claudia Korol , Marcha
Estamos recibiendo audios a toda hora, desde distintos puntos de Bolivia: Cochabamba, El Alto, Senkata, La Paz ... Traen gritos desesperados de mujeres, de comunidades que resisten con dignidad, bajo las balas asesinas de militares, policías y grupos fascistas armados por las oligarquías con el apoyo de los Trump, los Macris y Bolsonaros. Traen también voces que denuncian, voces que analizan, voces que organizan, voces que están en la resistencia. Se escuchan llantos que se rehacen en consignas. ¡Los pueblos unidos alguna vez serán vencidos!
El golpe de estado racista, fascista, patriarcal, colonial, capitalista, busca terminar con todas esas voces, acallarlas, borrarlas, hacerlas sin audibles. El cerco comunicacional pretende aplastar y aislar la palabra del pueblo. La restauración conservadora, capitalista, va por el litio, va por la selva, va por los malos ejemplos.
Las voces siguen llegando. Se generan nuevos espacios de comunicación. Funcionan a mil las redes sociales y familiares, las radios comunitarias, los videos caseros hechos desde los celulares. Es desesperante escuchar las balas. Ver su recorrido atravesando la piel, invadiendo los cuerpos que se levantan de todas las humillaciones. Genera rabia, impotencia, indignación, bronca.
No se entiende entonces, que en medio de ese mar de voces rebeldes que le sacan la máscara al racismo asesino, que no se rinden, que no se entregan, que no se venden, comienzan a sonar un murmullo ensordecedor, hecho de palabras escritas desde algunos espacios feministas, ambientalistas, unas que aseveran que no es un golpe, otras que dicen que tal vez si lo es, pero que en ese caso se trata de una acción de la derecha que pretende capitalizar un levantamiento popular, aprovechando el desastre provocado por Evo y su gobierno. Se dirigen y enfatizan las críticas, más que a los usurpadores violentos del gobierno, hacia el presidente derrocado. Se iguala a Evo con Camacho y Mesa, y se banaliza el golpe como si se trata de una riña de galos.
De golpe, sí, de golpe, toda la atención se distrae de los grupos fascistas que activaron las movilizaciones convocadas “en defensa de la democracia”, donde participaron entusiastas varias figuras que hoy escriben estas sinrazones. (Participación de las marchas contra la reelección de Evo –en defensa de la democracia, dijeron-, pero no están ahora en las barricadas contra el fascismo). La atención se distrae de las acciones realizadas por el gobierno de EEUU, por la OEA, por el fascismo de los grupos parapolíticos de la juventud cruceñista, por la acción desestabilizadora promovida por la oligarquía boliviana comandada por Mesa y Camacho. La atención se distrae de las balas que matan al pueblo. La atención se distrae de las mujeres de polleras apaleadas, humilladas. La atención se distrae de la impunidad a los militares garantizados por la impostora que actúa como presidenta. El problema, dicen, es Evo, y el pueblo que cree en el caudillo.
No es el sentido de estas notas de urgencia discutir el machismo de Evo y de tantos líderes políticos de Nuestra América. Pero sí necesitamos decir que el feminismo popular, sabe distinguir entre las dificultades históricas de la cultura patriarcal de nuestros pueblos, y las políticas imperialistas y oligárquicas que nos golpean. Sabemos distinguir entre Salvador Allende y Pinochet, entre Hugo Chávez y Guaidós, entre Mel Zelaya y Micheletti, entre Lula y Bolsonaro. No hacerlo es ser indiferentes a los sentires ya las luchas de las mujeres y de los pueblos. Desde los feminismos populares, no legitimamos los gestos machistas que siembran la historia de las revoluciones ganadas y perdidas, pero esos gestos los discutidos en el medio de los procesos de cambio, y no con quienes nos están matando.
Mientras escuchamos la desesperación de quienes pondrán el cuerpo en las calles, en la computadora portátil escribirá sentencias políticas para el gobierno que –a pesar de todos los errores y debilidades que se puedan analizar- ha generado una experiencia plurinacional, de reconocimiento de los pueblos originarios y de su dignidad. Frente al golpe de estado, con participación militar y policial en su definición, responsable del gobierno de Evo Morales del crimen, y dejar planteado incluso un enfoque que cuestione el carácter fascista, racista, patriarcal y colonial de quienes se hicieron del gobierno y del poder , es muy funcional a los intereses golpistas.
Cuando las mujeres de pollera dejen de sentirse y de estar amenazadas por las calles, cuando los jóvenes dejen de ser criminalizados y asesinados, cuando los movimientos populares dejen de ser perseguidos, cuando se juzgue a los responsables de estas masacres y el pueblo recree desde abajo y colectivamente el poder popular, podremos analizar los límites de las experiencias que los pueblos vienen protagonizando en el Abya Yala.
Hoy nuestros cuerpos, nuestros sentimientos, nuestras fuerzas, están puestos en romper el bloqueo informativo, en tender puentes con la Resistencia indígena, campesina, feminista y popular, en acuerpar a cada compañera ya cada compañero herido / a, preso / a, amenazado / a, perseguido / a, lastimado / a. A quienes una y otra vez recibimos gases y balas, golpes y humillaciones. Estamos con los perseguidos y perseguidas. Con las humilladas. Con la dignidad rebelde que sigue ocupando calles y cortando rutas. Y de ahí, no nos movemos. El fascismo no pasará.
Por Claudia Korol , Marcha
Estamos recibiendo audios a toda hora, desde distintos puntos de Bolivia: Cochabamba, El Alto, Senkata, La Paz ... Traen gritos desesperados de mujeres, de comunidades que resisten con dignidad, bajo las balas asesinas de militares, policías y grupos fascistas armados por las oligarquías con el apoyo de los Trump, los Macris y Bolsonaros. Traen también voces que denuncian, voces que analizan, voces que organizan, voces que están en la resistencia. Se escuchan llantos que se rehacen en consignas. ¡Los pueblos unidos alguna vez serán vencidos!
El golpe de estado racista, fascista, patriarcal, colonial, capitalista, busca terminar con todas esas voces, acallarlas, borrarlas, hacerlas sin audibles. El cerco comunicacional pretende aplastar y aislar la palabra del pueblo. La restauración conservadora, capitalista, va por el litio, va por la selva, va por los malos ejemplos.
Las voces siguen llegando. Se generan nuevos espacios de comunicación. Funcionan a mil las redes sociales y familiares, las radios comunitarias, los videos caseros hechos desde los celulares. Es desesperante escuchar las balas. Ver su recorrido atravesando la piel, invadiendo los cuerpos que se levantan de todas las humillaciones. Genera rabia, impotencia, indignación, bronca.
No se entiende entonces, que en medio de ese mar de voces rebeldes que le sacan la máscara al racismo asesino, que no se rinden, que no se entregan, que no se venden, comienzan a sonar un murmullo ensordecedor, hecho de palabras escritas desde algunos espacios feministas, ambientalistas, unas que aseveran que no es un golpe, otras que dicen que tal vez si lo es, pero que en ese caso se trata de una acción de la derecha que pretende capitalizar un levantamiento popular, aprovechando el desastre provocado por Evo y su gobierno. Se dirigen y enfatizan las críticas, más que a los usurpadores violentos del gobierno, hacia el presidente derrocado. Se iguala a Evo con Camacho y Mesa, y se banaliza el golpe como si se trata de una riña de galos.
De golpe, sí, de golpe, toda la atención se distrae de los grupos fascistas que activaron las movilizaciones convocadas “en defensa de la democracia”, donde participaron entusiastas varias figuras que hoy escriben estas sinrazones. (Participación de las marchas contra la reelección de Evo –en defensa de la democracia, dijeron-, pero no están ahora en las barricadas contra el fascismo). La atención se distrae de las acciones realizadas por el gobierno de EEUU, por la OEA, por el fascismo de los grupos parapolíticos de la juventud cruceñista, por la acción desestabilizadora promovida por la oligarquía boliviana comandada por Mesa y Camacho. La atención se distrae de las balas que matan al pueblo. La atención se distrae de las mujeres de polleras apaleadas, humilladas. La atención se distrae de la impunidad a los militares garantizados por la impostora que actúa como presidenta. El problema, dicen, es Evo, y el pueblo que cree en el caudillo.
No es el sentido de estas notas de urgencia discutir el machismo de Evo y de tantos líderes políticos de Nuestra América. Pero sí necesitamos decir que el feminismo popular, sabe distinguir entre las dificultades históricas de la cultura patriarcal de nuestros pueblos, y las políticas imperialistas y oligárquicas que nos golpean. Sabemos distinguir entre Salvador Allende y Pinochet, entre Hugo Chávez y Guaidós, entre Mel Zelaya y Micheletti, entre Lula y Bolsonaro. No hacerlo es ser indiferentes a los sentires ya las luchas de las mujeres y de los pueblos. Desde los feminismos populares, no legitimamos los gestos machistas que siembran la historia de las revoluciones ganadas y perdidas, pero esos gestos los discutidos en el medio de los procesos de cambio, y no con quienes nos están matando.
Mientras escuchamos la desesperación de quienes pondrán el cuerpo en las calles, en la computadora portátil escribirá sentencias políticas para el gobierno que –a pesar de todos los errores y debilidades que se puedan analizar- ha generado una experiencia plurinacional, de reconocimiento de los pueblos originarios y de su dignidad. Frente al golpe de estado, con participación militar y policial en su definición, responsable del gobierno de Evo Morales del crimen, y dejar planteado incluso un enfoque que cuestione el carácter fascista, racista, patriarcal y colonial de quienes se hicieron del gobierno y del poder , es muy funcional a los intereses golpistas.
Cuando las mujeres de pollera dejen de sentirse y de estar amenazadas por las calles, cuando los jóvenes dejen de ser criminalizados y asesinados, cuando los movimientos populares dejen de ser perseguidos, cuando se juzgue a los responsables de estas masacres y el pueblo recree desde abajo y colectivamente el poder popular, podremos analizar los límites de las experiencias que los pueblos vienen protagonizando en el Abya Yala.
Hoy nuestros cuerpos, nuestros sentimientos, nuestras fuerzas, están puestos en romper el bloqueo informativo, en tender puentes con la Resistencia indígena, campesina, feminista y popular, en acuerpar a cada compañera ya cada compañero herido / a, preso / a, amenazado / a, perseguido / a, lastimado / a. A quienes una y otra vez recibimos gases y balas, golpes y humillaciones. Estamos con los perseguidos y perseguidas. Con las humilladas. Con la dignidad rebelde que sigue ocupando calles y cortando rutas. Y de ahí, no nos movemos. El fascismo no pasará.