55 años de Nikita / mariquita / lo que se da no se quita
-Nota aclaratoria: En una reciente charla en Montevideo del hermano del Che, Juan Martín Guevara de la Serna, ante una pregunta sobre las ideas del Che sobre las relaciones entre países socialistas (expuestas en la conferencia de Argel, entre otras oportunidades), Juan Martín dijo que la política oficial de Cuba al respecto quedó clara en los "5 puntos" . Esto hace referencia a la actitud del gobierno cubano en la crisis de los misiles de octubre de 1962, hace 55 años. Hay muchas visiones diferentes de esa circunstancia, traemos estas tres-
Octubre de 1962: ¿Acaso fue Fidel Castro quien puso al mundo al borde del holocausto mundial?
>Elier Ramírez Cañedo
Todavía se observa en cierta literatura los enfoques que, al exponer e interpretar la llamada Crisis de Octubre, señalan a Cuba como la máxima responsable de poner al mundo al borde del holocausto mundial. Ello también responde a la manera errada en que se manejó la crisis, en especial por la dirección soviética, siendo Cuba la más desfavorecida tanto en su imagen internacional como en la solución a que llegaron Kennedy y el premier soviético Nikita Jruschov.
La manera en que Jruschov actuó al producirse la crisis, cuando sin contar con la dirección cubana negoció con Kennedy la salida de los cohetes nucleares de la Isla, y peor aún, de manera subrepticia negoció esa salida a cambio de la retirada de los misiles nucleares estadounidenses ubicados en Turquía e Italia, dejan mucho que desear sobre las verdaderas o fundamentales motivaciones que tuvo Jruschov a la hora de proponer a los cubanos la instalación de los cohetes en Cuba. ¿Qué tenían que ver los cohetes de Turquía e Italia con la defensa de Cuba? ¿Por qué no exigió se devolviera a la Mayor de las Antillas el usurpado territorio de la Base Naval de Guantánamo, se eliminara el bloqueo económico u otros aspectos que sí se ajustaban a los intereses de la Isla?
A pesar de que en las concepciones defensivas ya elaboradas para entonces por parte de la máxima dirección cubana, los misiles nucleares no estaban comprendidos, y de la conciencia de los líderes cubanos de que su presencia en el territorio insular podía afectar el prestigio de la Revolución, se aceptó la instalación de los cohetes, a partir de que se cumplía con un principio ineludible de apoyo internacionalista con el Campo Socialista y la URSS en particular, sobre cuya amistad no existía la menor duda, porque la había demostrado muchas veces. Se trataba entonces de que si la URSS había estado siempre dispuesta a ayudar a Cuba en los momentos más críticos, no se podían esgrimir intereses nacionales estrechos, cuando los que estaban en juego eran los intereses del Campo Socialista como un todo y por supuesto, vistos en un sentido más estratégico, los de la capacidad para defender a Cuba también.
Mucho se perdió en el terreno moral, político y diplomático cuando los soviéticos decidieron que la instalación de los cohetes nucleares en Cuba se hiciera de manera secreta, y solo hacerla pública cuando fuera un hecho consumado, al que Estados Unidos supuestamente tendría que resignarse. El líder de la Revolución Cubana defendió en todo momento que la operación se hiciera pública bajo el respaldo del derecho internacional, pues no había nada ilegal en ello. Aunque mantuvo el criterio de que los soviéticos eran los que debían tomar la decisión final, por consideración a su gran experiencia internacional y militar. (1)
La famosa y tantas veces manipulada carta de Fidel a Jruschov escrita entre la noche del 26 y la madrugada del 27 de octubre (traducida y enviada al líder soviético desde la embajada de la URSS en La Habana), ha sido uno de los documentos más utilizados para ubicar al líder de la Revolución como un «irresponsable» y hasta un «loco», que puso en riesgo la existencia humana en la faz de la tierra.
Hay que decir que si para Estados Unidos la crisis había comenzado en octubre de 1962, Cuba vivía una crisis que amenazaba su supervivencia como nación independiente y soberana desde enero de 1959, enfrentada a las más disímiles formas de agresión del gobierno de Estados Unidos, incluyendo la invasión mercenaria de Playa Girón en abril de 1961. La «Operación Magosta», la más amplia operación de guerra encubierta, elaborada e implementada por Estados Unidos contra otro país, aprobada por el presidente Kennedy en noviembre de 1961, debía concluir con la invasión directa de las fuerzas armadas estadounidenses en la Isla, precisamente en octubre de 1962.
La carta enviada por Fidel a Jruschov no proponía dar el primer golpe nuclear preventivo, sino que, en caso de producirse la invasión a Cuba —la variante menos probable—, no vacilara la URRS en responder con armas nucleares, evitando cometer los mismos errores de la Segunda Guerra Mundial (2), pues la invasión significaba que ya Estados Unidos se había decidido a iniciar la guerra termonuclear lanzando el primer golpe nuclear contra el país soviético. Es de destacar que si Fidel hubiera dominado el estado real de la correlación de fuerzas nucleares, con una ventaja aplastante para el lado norteamericano, esta misiva jamás se hubiera producido, pues significaba incitar al líder soviético al suicidio de su pueblo.
Fragmentos de las cartas intercambiadas por ambos líderes en esos días de tensión, muchas veces citadas inconexamente, ilustran de manera fehaciente la verdad histórica:
Mensaje de Fidel a Jruschov, el 26 de octubre:
Hay dos variantes posibles: la primera y más probable es el ataque aéreo contra determinados objetivos con el fin limitado de destruirlos; la segunda, menos probable, aunque posible, es la invasión. Entiendo que la realización de esta variante exigiría gran cantidad de fuerzas y es además la forma más repulsiva de agresión, lo que puede inhibirlos.
(…) Si tiene lugar la segunda variante y los imperialistas invaden a Cuba con el fin de ocuparla, el peligro que tal política agresiva entraña para la humanidad es tan grande que después de ese hecho la Unión Soviética no debe permitir jamás las circunstancias en las cuales los imperialistas pudieran descargar contra ella el primer golpe nuclear.
Le digo esto porque creo que la agresividad de los imperialistas se hace sumamente peligrosa y si ellos llegan a realizar un hecho tan brutal y violador de la Ley y la moral universal, como invadir a Cuba, ese sería el momento de eliminar para siempre semejante peligro, en acto de la más legítima defensa, por dura y terrible que fuese la solución, porque no habría otra. (3)
Jruschov a Fidel el 30 de octubre:
En su cable del 27 de octubre Ud. nos propuso que fuéramos primeros en asestar el golpe nuclear contra el territorio del enemigo. Usted, desde luego, comprende a qué llevaría esto. Esto no sería un simple golpe, sino el inicio de la guerra termonuclear.
Querido compañero Fidel Castro, considero esta proposición suya como incorrecta, aunque comprendo su motivo.
Fidel a Jruschov el 31 de octubre:
No ignoraba cuando las escribí que las palabras contenidas en mi carta podrían ser mal interpretadas por usted y así ha ocurrido, tal vez porque no las leyó detenidamente, tal vez por la traducción, tal vez porque quise decir demasiado en pocas líneas. Sin embargo, no vacilé en hacerlo. ¿Cree usted compañero Jruschov que pensábamos egoístamente en nosotros, en nuestro pueblo generoso dispuesto a inmolarse, y no por cierto de modo inconsciente, sino plenamente seguro del riesgo que corría?
(…)
Nosotros sabíamos, no presuma usted que lo ignorábamos, que habríamos de ser exterminados, como insinúa en su carta, caso de estallar la guerra termonuclear. Sin embargo, no por eso le pedimos que retirara los proyectiles, no por eso le pedimos que cediera. ¿Cree acaso que deseábamos esa guerra? ¿Pero cómo evitarla si la invasión llega a producirse? Se trataba precisamente de que este hecho era posible, de que el imperialismo bloqueaba toda solución y sus exigencias eran desde nuestro punto de vista imposibles de aceptar por la URSS y por Cuba.
(…)
Yo entiendo que una vez desatada la agresión no debe concederse a los agresores el privilegio de decidir, además, cuándo se ha de usar el arma nuclear. El poder destructivo de esta arma es tan grande y tal la velocidad de los medios de transporte, que el agresor puede contar a su favor con una ventaja inicial considerable.
Yo no sugerí a usted, compañero Jruschov, que la URSS fuese agresora, porque eso sería algo más que incorrecto, sería inmoral e indigno de mi parte; sino, que desde el instante en que el imperialismo atacara a Cuba y en Cuba a fuerzas armadas de la URSS destinadas a ayudar a nuestra defensa en caso de ataque exterior, y se convirtieran los imperialistas por ese hecho en agresores contra Cuba y contra la URSS, se le respondiera con un golpe aniquilador.
(…)
No le sugerí a usted, compañero Jruschov, que en medio de la crisis la URSS atacara, que tal parece desprenderse de lo que me dice en su carta, sino que después del ataque imperialista, la URSS actuara sin vacilaciones y no cometiera jamás el error de permitir circunstancias de que los enemigos descargasen sobre ella el primer golpe nuclear. Y en ese sentido, compañero Jruschov, mantengo mi punto de vista porque entiendo que era una apreciación real y justa de una situación determinada. Usted puede convencerme de que estoy equivocado, pero no puede decirme que estoy equivocado sin convencerme.(5)
Esta carta también ha sido utilizada para sostener la versión de que a los soviéticos, ante las «propuestas irracionales» del líder cubano, no les quedó más remedio que negociar con Estados Unidos de espaldas a la dirección de la Isla. Este aserto no tiene fundamento, en tanto la decisión soviética de hacer proposiciones a los norteamericanos sin tener en cuenta las opiniones de Cuba, habían sido tomadas en Moscú desde el día 25 de octubre, cuando la carta de Fidel no había sido concebida.
Un testimonio de extraordinaria valía para demostrar la falsedad de los criterios que señalan que Fidel incitó a Jruschov a dar el primer golpe nuclear preventivo contra el territorio estadounidense es el de Alenxander I. Alexéiev, quien se desempeñaba en octubre de 1962 como embajador de Moscú en La Habana y a quien el Jefe de la Revolución le dictara el controvertido mensaje:
La noche del 26 para el 27 de octubre Fidel Castro visitó nuestra embajada y dictó el texto de una carta para que se le hiciera llegar a N.S. Jruschov. En la misma se abordaba cuán tensa se había tornado la situación y la posibilidad de un ataque estadounidense (invasión o bombardeos)a Cuba en las próximas24—72 horas. Fidel alertaba a Jruschov sobre la perversidad de los americanos y lo convocaba a tomar todas las contramedidas imprescindibles, aunque en honor a la verdad, sin llegar a concretarlas. Estando todavía Fidel en la embajada, envié un breve cifrado en el que informaba sobre la posibilidad del ataque a Cuba. Unas horas antes nuestros militares habían cursado un telegrama a Moscú en los mismos términos preocupantes. La carta de Fidel salió para Moscú más tarde, una vez que se tradujo al ruso, y no fue hasta la mañana del 28 que llegó a manos de la dirección soviética, cuando ya había sido adoptada la decisión sobre la retirada de los proyectiles. Se sabe también que lo que llegó por víatelefónicadel Ministerio de Asuntos Exteriores de la URSSa la secretaría de Jruschov no fue el texto íntegro del mensaje,sino un resumen, motivo por el cual se pudieron producir imprecisiones.
Este mensaje generó serias incomprensiones, ya que N.S Jruschov en una de sus cartas reconvino a Fidel por haberle supuestamente sugerido que asestara un golpe nuclear preventivo contra el enemigo. La carta de Fidel fue dada a conocer por la prensa cubana y de ella no se infiere semejante conclusión.
Fidel admite que el malentendido se debe a inexactitud de la traducción o a que yo no lo haya interpretado a él correctamente. Quisiera hacer constar con absoluta responsabilidad que la culpa no es nuestra. La traducción de la carta que dictó fue hecha por otros funcionarios de la embajada que conocían bien el español y el texto publicado por Granma es idéntico al de nuestra traducción. Por lo que se puede concluir que los reproches de Jruschov carecen de fundamento. En el mensaje no se hacen semejantes afirmaciones. Todo puede haberse debido al extraordinario estrés al que estaba sometida la dirección soviética y al involuntario deseo de justificar la peliaguda decisión de retirar los proyectiles sin el consentimiento de la dirección cubana.
Reitero que Fidel entonces no instó a que asestáramos un golpe nuclear preventivo, sino que se limitó a alertar que los estadounidenses, conocedores de nuestro apego al principio de no ser los primeros en usar las armas nucleares, podían emprender cualquier aventura, incluido un golpe nuclear. Por lo demás, el bombardeo de los objetivos nucleares soviéticos hubiese sido de por sí equivalente a un golpe nuclear. A mi juicio, Fidel no estaba pensando en un golpe nuclear preventivo, sino en la necesidad de advertirles a los americanos que nuestro respeto al principio de no ser los primeros en utilizar las armas nucleares, no debía ser tomado como una garantía que los preservaría de la represalia. El reproche de Jruschov a Fidel es además improcedente, porque la operación que habíamos emprendido al trasladar los proyectiles a Cuba perseguía el objetivo de intimidar a los americanos, disuadirlos de emprender acciones militares, no de emplear los cohetes.(6)
A pesar de transcurridos 55 años de aquellos acontecimientos, aun se intenta tergiversar la historia. Lo cierto es que, como dijera Ernesto Che Guevara en su célebre carta de despedida, al referirse al papel desempeñado por el Comandante en Jefe durante la crisis: «Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días». Solo la posición firme de la dirección cubana, al negarse a cualquier tipo de inspección en el territorio cubano, al plantear los Cinco Puntos e impedir en todo momento que se le presionara, fue lo que salvó el prestigio moral y político de la Revolución en aquella coyuntura, y que la isla no terminara siendo vista como un simple peón de los soviéticos. Esto fue así, a pesar de que la URSS tomó decisiones inconsultas con la parte cubana que trajeron como consecuencia que la Isla fuese la menos beneficiada con los resultados de la crisis.
Además de la ilegal base naval estadounidense en Guantánamo, continuaron los planes de sabotaje y magnicidio contra los principales líderes de la Revolución, el bloqueo económico, la subversión, los ataques piratas, el apoyo al bandidismo y el resto de los componentes de la política agresiva de Estados Unidos contra Cuba. Es decir, Estados Unidos siguió invadiendo a Cuba en menor escala, prácticamente día por día, y esto se debió a que los problemas de fondo que habían provocado la crisis no fueron resueltos. Aunque la crisis de octubre de 1962 ha sido la de mayor peligrosidad en la historia de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, muchas otras crisis afectarían las relaciones bilaterales durante décadas.
Notas
(1) Tomás Diez Acosta, Octubre de 1962, A un paso del Holocausto, Editora Política, La Habana, (Segunda Edición), p.100.
(2) El 22 de junio de 1941 se produjo el ataque sorpresivo nazifascista a la URSS. El gobierno soviético poseía informaciones de inteligencia de que dicho ataque se ejecutaría y las consideró de carácter provocativo. Debido a ello, no tomó todas las medidas recomendadas para tal caso, con lo cual permitió al enemigo asestarle un potente golpe y el mantenimiento de la iniciativa estratégica durante los primeros meses de la contienda bélica. Información tomada de Tomás Diez Acosta, Octubre de 1962: A un paso del Holocausto, Editora Política, La Habana, 2008, p.179.
(3) Ignacio Ramonet, Cien Horas con Fidel. Conversaciones con Ignacio Ramonet (tercera edición), Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2006, pp.315—316.
(4) Ibídem, p.319.
(5) Ibídem, pp. 320—321
(6) Citado por Antolín Bárcena Luis, El intercambio de mensajes entre Fidel Castro y N.S. Jruschov durante la Crisis de Octubre. Apuntes de un traductor a 50 años de los hechos, pp.7—8.
Los Cinco Puntos planteados fueron:
1-Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presiones comerciales y económicas que ejercen los Estados Unidos en todas las partes del mundo contra Cuba.
2-Cese de todas las actividades subversivas, lanzamientos y desembarcos de armas y explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, infiltración de espías y sabotajes, acciones todas que se llevan a cabo desde el territorio de los Estados Unidos y de algunos países cómplices.
3-Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases existentes en los Estados Unidos y en Puerto Rico.
4-Cese de todas las violaciones del espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos.
5-Retirada de la base naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por los Estados Unidos.
(La versión original de este texto fue publicada en la Revista Contexto Latinoamericano, Vol 2, Año 1, Segunda Temporada, Jul-Dic 2017, Ocean Sur.)
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A 55 años de la crisis de misiles en octubre
>Manuel E. Yepe
Para el ciudadano estadounidense medio y la mayor parte de la humanidad sometida a la dictadura mediática de Estados Unidos, el origen de la Crisis de los Cohetes en octubre de 1962 está en que la Unión Soviética decidió situar misiles con cargas atómicas en Cuba para amenazar a Estados Unidos.
Pero para comprender la razón de la Crisis de Octubre hay que valorar los antecedentes de ésta, porque en las diferentes versiones de las partes acerca de las circunstancias es en lo que se aprecian las verdaderas razones que provocaron la presencia de los mísiles en Cuba y, sin ello, no es posible entender la crisis misma.
Fueron las agresiones continuadas de Estados Unidos contra la isla y en los peligros que estas acciones presagiaban a causa de la convicción que tenía Kennedy de que debía cobrarse, invadiendo a Cuba en gran escala, la derrota de Playa Girón, donde se aprecia la causa extrema de las tensiones entre ambos países.
La dirección de la revolución cubana aceptó la instalación de los cohetes como medida para hacer desistir a Washington de sus planes de violencia extrema contra Cuba, convencida de que con ello cumplía con un principio de solidaridad internacionalista con el campo socialista y, en particular, con la URSS.
El 16 de octubre de 1962, Washington elaboró planes para ocupar militarmente a Cuba y establecer un gobierno provisional encabezado por un "comandante y gobernador militar" de Estados Unidos durante la crisis de los misiles de 1962, según documentos gubernamentales recientemente desclasificados, publicados hace una semana por el Archivo de Seguridad Nacional (NSA) de la Universidad George Washington.
La Proclama número uno del Gobierno Militar que se habría de constituir establecería que “toda persona que se encuentre en el territorio ocupado debe obedecer de inmediato y sin preguntas todas las leyes y órdenes promulgadas por el gobierno militar”. Prevenía que “la resistencia a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos será castigada con fuerza. Los infractores serán tratados severamente”. Afirmaba, sin embargo que “quienes se mantengan pacíficos y cumplan todas las órdenes del mando militar, serán objetos a una represión no mayor que la prescrita por las exigencias militares”.
La Proclama establecía que “una vez que el régimen agresivo de Castro sea completamente destruido” y que Washington haya instalado un nuevo gobierno “que responda a las necesidades del pueblo de Cuba” las fuerzas estadounidenses “se retirarán y la amistad tradicional de Estados Unidos y el gobierno de Cuba será asegurada una vez más”.
Historiadores cubanos y estadounidenses preparan un libro que publicará la Editorial GEO, del Instituto de Historia de Cuba, con abundantes documentos originales y mapas, editado por los periodistas estadounidenses William Burr y Peter Kornbluh, que aporta abundante información acerca de este acontecimiento que puso al mundo al borde de una tercera guerra mundial.
Para preparar a la población cubana para la invasión, el ejército estadounidense planeaba lanzar miles de folletos sobre ciudades y campos cubanos. Inicialmente los folletos informarían que "las fuerzas armadas de Estados Unidos se han hecho cargo temporal de su país". Luego advertirían a la población que "debe permanecer en sus casas" porque "todo lo que se mueva será considerado un blanco de nuestras balas".
El 28 de octubre se interrumpieron los preparativos finales para la invasión de estadounidense y la ocupación de Cuba, cuando el líder soviético Nikita Jruschov anunció que estaba retirando los misiles de la isla. Tal decisión fue, según fuentes mediáticas de Estados Unidos, resultado de un acuerdo secreto, en virtud del cual serían retirados los misiles soviéticos de Cuba a cambio del compromiso del Presidente Kennedy de sacar de Turquía los misiles Júpiter estadounidenses dislocados allí.
"La solución de la crisis de los misiles evitó ciertamente lo que se habría convertido en el enfrentamiento militar más sangriento en la historia de América Latina, entre el 'Coloso del norte' y una nación caribeña revolucionaria" según Peter Kornbluh, quien dirige el Proyecto de documentación sobre Cuba del NSA.
Ignorado por la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, según Kornbluh, quedó el hecho de que, “además de los misiles balísticos intercontinentales, los soviéticos habían transportado a Cuba armas nucleares tácticas de campo y planeaban desplegar contra una fuerza invasora de Estados Unidos”.
Los documentos relacionados con la ocupación de Cuba fueron obtenidos recientemente por el analista de archivo acreditado ante el NSA, William Burr, mediante la formulación de una serie de peticiones a la Marina de Estados Unidos, según lo establecido para las solicitudes de Revisión para la Desclasificación Obligatoria (MDR).
Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.com/
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Al borde de la guerra nuclear: se cumplen 55 años de la crisis de los misiles cubanos
> Guillermo Nova (dpa)
El descubrimiento de armas nucleares soviéticas en Cuba capaces de alcanzar la costa Este de EE.UU. provocó uno de los momentos más tensos y dramáticos de la Guerra Fría.
Nunca Estados Unidos y la Unión Soviética estuvieron tan cerca del enfrentamiento nuclear como en octubre de 1962, cuando los estadounidenses descubrieron misiles soviéticos en Cuba.
"La decisión de instalar los cohetes fue una iniciativa soviética para evitar la invasión de Estados Unidos", afirma Tomás Díez Acosta, militar retirado y el mayor especialista en la isla sobre la "Crisis de Octubre".
El 14 de octubre de 1962 un avión espía U-2 sobrevoló territorio cubano y consiguió fotografiar rampas de lanzamiento de misiles con un alcance que les permitía destruir cualquier ciudad de la costa este norteamericana, desde Miami hasta Nueva York pasando por Washington.
Dos días después, el presidente John F. Kennedy era informado de la situación junto a un pequeño círculo de consejeros que durante una semana guardaron el secreto. Para ganar la batalla era necesario no perder la iniciativa y sorprender al enemigo.
"Esas bases no pueden tener otro objetivo que proporcionar capacidad para perpetrar un ataque nuclear contra el hemisferio occidental", afirmó Kennedy el 22 de octubre en un discurso a la nación desde el despacho oval.
Se barajaron varias opciones: la negociación política, ataques a objetivos cubanos seleccionados, el bloqueo naval y la invasión militar. Finalmente, el jefe de la Casa Blanca se decidió por la implantación de un bloqueo naval escalonado, es decir, poner en "cuarentena" a la isla.
Casi un centenar de buques estadounidenses se desplegó alrededor de Cuba y decenas de escuadrones aéreos patrullaron con el objetivo de interceptar los cargueros soviéticos que pudieran llevar armamento a la isla.
El objetivo era ganar tiempo para evitar una guerra que una vez comenzada podría desembocar en un holocausto nuclear.
La inteligencia estadounidense no sabía que ya había en Cuba desplegados más de 40 mil militares soviéticos, incluidos miles de soldados que pertenecían a las poderosas Tropas Coheteriles soviéticas que habían llegado a la isla dentro de la "Operación Anádir".
El gran problema que tuvieron los militares cubanos y soviéticos fue esconder unos cohetes que tenían 24 metros de largo.
En aquella época, la Unión Soviética iba por delante de Estados Unidos en la carrera espacial, pero en la competencia armamentística eran los norteamericanos los que estaban a la cabeza. Más de 2.000 misiles eran capaces de alcanzar Moscú frente a los 340 soviéticos que podían llegar a Estados Unidos.
"Un error de cálculo nos habría puesto en guerra", rememora Tomás Díez, investigador del Instituto de Historia de Cuba, que se retiró del ejército cubano con el grado de teniente coronel.
Durante una semana se vivieron los momentos más tensos de la Guerra Fría. Ambas partes no querían la guerra pero tampoco podían mostrarse cediendo ante el "enemigo". El 27 de octubre un avión espía estadounidense U-2 fue abatido sobre Cuba. El piloto murió. La tensión llegó entonces a su mayor momento.
“El comportamiento de Nikita Kruschev durante la crisis de octubre de 1962 golpeó duramente la imagen que los cubanos nos habíamos hecho de la dirigencia soviética.
Finalmente Kennedy y el entonces dirigente de la Unión Soviética, Nikita Kruschev, negociaron a espaldas de Cuba una solución al conflicto. La Unión Soviética retiraría los cohetes y Estados Unidos se comprometería a no invadir Cuba y a retirar sus misiles de Italia y Turquía que amenazaban a Moscú.
La solución al margen de Fidel Castro no gustó en La Habana y en los actos políticos los cubanos comenzaron a cantar "Nikita, mariquita. Lo que se da no se quita".
Las negociaciones a espaldas de los líderes cubanos "introdujeron en el subconsciente de la dirigencia cubana la certidumbre de que era imposible confiar totalmente los intereses de nuestra seguridad nacional a las manos de nuestros aliados", afirmó Sánchez.
Pese a las desavenencias entre ambos países, durante décadas continuaron siendo dos aliados comunistas. "Se perdió un momento histórico, pero desde entonces los soviéticos nos suministraron gratuitamente todo el armamento, estaban en deuda con nosotros", señaló el investigador militar Tomas Díez. Aunque la sombra de la desconfianza hacia la dirección soviética se mantuvo.
"Esa sensación de incertidumbre nos llevó a concebir la doctrina de guerra de todo el pueblo, cuya esencia es la defensa de nuestra soberanía con fuerzas propias", recuerda Sánchez, que fue embajador cubano en varios países de la Europa del Este.
-Nota aclaratoria: En una reciente charla en Montevideo del hermano del Che, Juan Martín Guevara de la Serna, ante una pregunta sobre las ideas del Che sobre las relaciones entre países socialistas (expuestas en la conferencia de Argel, entre otras oportunidades), Juan Martín dijo que la política oficial de Cuba al respecto quedó clara en los "5 puntos" . Esto hace referencia a la actitud del gobierno cubano en la crisis de los misiles de octubre de 1962, hace 55 años. Hay muchas visiones diferentes de esa circunstancia, traemos estas tres-
Octubre de 1962: ¿Acaso fue Fidel Castro quien puso al mundo al borde del holocausto mundial?
>Elier Ramírez Cañedo
Todavía se observa en cierta literatura los enfoques que, al exponer e interpretar la llamada Crisis de Octubre, señalan a Cuba como la máxima responsable de poner al mundo al borde del holocausto mundial. Ello también responde a la manera errada en que se manejó la crisis, en especial por la dirección soviética, siendo Cuba la más desfavorecida tanto en su imagen internacional como en la solución a que llegaron Kennedy y el premier soviético Nikita Jruschov.
La manera en que Jruschov actuó al producirse la crisis, cuando sin contar con la dirección cubana negoció con Kennedy la salida de los cohetes nucleares de la Isla, y peor aún, de manera subrepticia negoció esa salida a cambio de la retirada de los misiles nucleares estadounidenses ubicados en Turquía e Italia, dejan mucho que desear sobre las verdaderas o fundamentales motivaciones que tuvo Jruschov a la hora de proponer a los cubanos la instalación de los cohetes en Cuba. ¿Qué tenían que ver los cohetes de Turquía e Italia con la defensa de Cuba? ¿Por qué no exigió se devolviera a la Mayor de las Antillas el usurpado territorio de la Base Naval de Guantánamo, se eliminara el bloqueo económico u otros aspectos que sí se ajustaban a los intereses de la Isla?
A pesar de que en las concepciones defensivas ya elaboradas para entonces por parte de la máxima dirección cubana, los misiles nucleares no estaban comprendidos, y de la conciencia de los líderes cubanos de que su presencia en el territorio insular podía afectar el prestigio de la Revolución, se aceptó la instalación de los cohetes, a partir de que se cumplía con un principio ineludible de apoyo internacionalista con el Campo Socialista y la URSS en particular, sobre cuya amistad no existía la menor duda, porque la había demostrado muchas veces. Se trataba entonces de que si la URSS había estado siempre dispuesta a ayudar a Cuba en los momentos más críticos, no se podían esgrimir intereses nacionales estrechos, cuando los que estaban en juego eran los intereses del Campo Socialista como un todo y por supuesto, vistos en un sentido más estratégico, los de la capacidad para defender a Cuba también.
Mucho se perdió en el terreno moral, político y diplomático cuando los soviéticos decidieron que la instalación de los cohetes nucleares en Cuba se hiciera de manera secreta, y solo hacerla pública cuando fuera un hecho consumado, al que Estados Unidos supuestamente tendría que resignarse. El líder de la Revolución Cubana defendió en todo momento que la operación se hiciera pública bajo el respaldo del derecho internacional, pues no había nada ilegal en ello. Aunque mantuvo el criterio de que los soviéticos eran los que debían tomar la decisión final, por consideración a su gran experiencia internacional y militar. (1)
La famosa y tantas veces manipulada carta de Fidel a Jruschov escrita entre la noche del 26 y la madrugada del 27 de octubre (traducida y enviada al líder soviético desde la embajada de la URSS en La Habana), ha sido uno de los documentos más utilizados para ubicar al líder de la Revolución como un «irresponsable» y hasta un «loco», que puso en riesgo la existencia humana en la faz de la tierra.
Hay que decir que si para Estados Unidos la crisis había comenzado en octubre de 1962, Cuba vivía una crisis que amenazaba su supervivencia como nación independiente y soberana desde enero de 1959, enfrentada a las más disímiles formas de agresión del gobierno de Estados Unidos, incluyendo la invasión mercenaria de Playa Girón en abril de 1961. La «Operación Magosta», la más amplia operación de guerra encubierta, elaborada e implementada por Estados Unidos contra otro país, aprobada por el presidente Kennedy en noviembre de 1961, debía concluir con la invasión directa de las fuerzas armadas estadounidenses en la Isla, precisamente en octubre de 1962.
La carta enviada por Fidel a Jruschov no proponía dar el primer golpe nuclear preventivo, sino que, en caso de producirse la invasión a Cuba —la variante menos probable—, no vacilara la URRS en responder con armas nucleares, evitando cometer los mismos errores de la Segunda Guerra Mundial (2), pues la invasión significaba que ya Estados Unidos se había decidido a iniciar la guerra termonuclear lanzando el primer golpe nuclear contra el país soviético. Es de destacar que si Fidel hubiera dominado el estado real de la correlación de fuerzas nucleares, con una ventaja aplastante para el lado norteamericano, esta misiva jamás se hubiera producido, pues significaba incitar al líder soviético al suicidio de su pueblo.
Fragmentos de las cartas intercambiadas por ambos líderes en esos días de tensión, muchas veces citadas inconexamente, ilustran de manera fehaciente la verdad histórica:
Mensaje de Fidel a Jruschov, el 26 de octubre:
Hay dos variantes posibles: la primera y más probable es el ataque aéreo contra determinados objetivos con el fin limitado de destruirlos; la segunda, menos probable, aunque posible, es la invasión. Entiendo que la realización de esta variante exigiría gran cantidad de fuerzas y es además la forma más repulsiva de agresión, lo que puede inhibirlos.
(…) Si tiene lugar la segunda variante y los imperialistas invaden a Cuba con el fin de ocuparla, el peligro que tal política agresiva entraña para la humanidad es tan grande que después de ese hecho la Unión Soviética no debe permitir jamás las circunstancias en las cuales los imperialistas pudieran descargar contra ella el primer golpe nuclear.
Le digo esto porque creo que la agresividad de los imperialistas se hace sumamente peligrosa y si ellos llegan a realizar un hecho tan brutal y violador de la Ley y la moral universal, como invadir a Cuba, ese sería el momento de eliminar para siempre semejante peligro, en acto de la más legítima defensa, por dura y terrible que fuese la solución, porque no habría otra. (3)
Jruschov a Fidel el 30 de octubre:
En su cable del 27 de octubre Ud. nos propuso que fuéramos primeros en asestar el golpe nuclear contra el territorio del enemigo. Usted, desde luego, comprende a qué llevaría esto. Esto no sería un simple golpe, sino el inicio de la guerra termonuclear.
Querido compañero Fidel Castro, considero esta proposición suya como incorrecta, aunque comprendo su motivo.
Fidel a Jruschov el 31 de octubre:
No ignoraba cuando las escribí que las palabras contenidas en mi carta podrían ser mal interpretadas por usted y así ha ocurrido, tal vez porque no las leyó detenidamente, tal vez por la traducción, tal vez porque quise decir demasiado en pocas líneas. Sin embargo, no vacilé en hacerlo. ¿Cree usted compañero Jruschov que pensábamos egoístamente en nosotros, en nuestro pueblo generoso dispuesto a inmolarse, y no por cierto de modo inconsciente, sino plenamente seguro del riesgo que corría?
(…)
Nosotros sabíamos, no presuma usted que lo ignorábamos, que habríamos de ser exterminados, como insinúa en su carta, caso de estallar la guerra termonuclear. Sin embargo, no por eso le pedimos que retirara los proyectiles, no por eso le pedimos que cediera. ¿Cree acaso que deseábamos esa guerra? ¿Pero cómo evitarla si la invasión llega a producirse? Se trataba precisamente de que este hecho era posible, de que el imperialismo bloqueaba toda solución y sus exigencias eran desde nuestro punto de vista imposibles de aceptar por la URSS y por Cuba.
(…)
Yo entiendo que una vez desatada la agresión no debe concederse a los agresores el privilegio de decidir, además, cuándo se ha de usar el arma nuclear. El poder destructivo de esta arma es tan grande y tal la velocidad de los medios de transporte, que el agresor puede contar a su favor con una ventaja inicial considerable.
Yo no sugerí a usted, compañero Jruschov, que la URSS fuese agresora, porque eso sería algo más que incorrecto, sería inmoral e indigno de mi parte; sino, que desde el instante en que el imperialismo atacara a Cuba y en Cuba a fuerzas armadas de la URSS destinadas a ayudar a nuestra defensa en caso de ataque exterior, y se convirtieran los imperialistas por ese hecho en agresores contra Cuba y contra la URSS, se le respondiera con un golpe aniquilador.
(…)
No le sugerí a usted, compañero Jruschov, que en medio de la crisis la URSS atacara, que tal parece desprenderse de lo que me dice en su carta, sino que después del ataque imperialista, la URSS actuara sin vacilaciones y no cometiera jamás el error de permitir circunstancias de que los enemigos descargasen sobre ella el primer golpe nuclear. Y en ese sentido, compañero Jruschov, mantengo mi punto de vista porque entiendo que era una apreciación real y justa de una situación determinada. Usted puede convencerme de que estoy equivocado, pero no puede decirme que estoy equivocado sin convencerme.(5)
Esta carta también ha sido utilizada para sostener la versión de que a los soviéticos, ante las «propuestas irracionales» del líder cubano, no les quedó más remedio que negociar con Estados Unidos de espaldas a la dirección de la Isla. Este aserto no tiene fundamento, en tanto la decisión soviética de hacer proposiciones a los norteamericanos sin tener en cuenta las opiniones de Cuba, habían sido tomadas en Moscú desde el día 25 de octubre, cuando la carta de Fidel no había sido concebida.
Un testimonio de extraordinaria valía para demostrar la falsedad de los criterios que señalan que Fidel incitó a Jruschov a dar el primer golpe nuclear preventivo contra el territorio estadounidense es el de Alenxander I. Alexéiev, quien se desempeñaba en octubre de 1962 como embajador de Moscú en La Habana y a quien el Jefe de la Revolución le dictara el controvertido mensaje:
La noche del 26 para el 27 de octubre Fidel Castro visitó nuestra embajada y dictó el texto de una carta para que se le hiciera llegar a N.S. Jruschov. En la misma se abordaba cuán tensa se había tornado la situación y la posibilidad de un ataque estadounidense (invasión o bombardeos)a Cuba en las próximas24—72 horas. Fidel alertaba a Jruschov sobre la perversidad de los americanos y lo convocaba a tomar todas las contramedidas imprescindibles, aunque en honor a la verdad, sin llegar a concretarlas. Estando todavía Fidel en la embajada, envié un breve cifrado en el que informaba sobre la posibilidad del ataque a Cuba. Unas horas antes nuestros militares habían cursado un telegrama a Moscú en los mismos términos preocupantes. La carta de Fidel salió para Moscú más tarde, una vez que se tradujo al ruso, y no fue hasta la mañana del 28 que llegó a manos de la dirección soviética, cuando ya había sido adoptada la decisión sobre la retirada de los proyectiles. Se sabe también que lo que llegó por víatelefónicadel Ministerio de Asuntos Exteriores de la URSSa la secretaría de Jruschov no fue el texto íntegro del mensaje,sino un resumen, motivo por el cual se pudieron producir imprecisiones.
Este mensaje generó serias incomprensiones, ya que N.S Jruschov en una de sus cartas reconvino a Fidel por haberle supuestamente sugerido que asestara un golpe nuclear preventivo contra el enemigo. La carta de Fidel fue dada a conocer por la prensa cubana y de ella no se infiere semejante conclusión.
Fidel admite que el malentendido se debe a inexactitud de la traducción o a que yo no lo haya interpretado a él correctamente. Quisiera hacer constar con absoluta responsabilidad que la culpa no es nuestra. La traducción de la carta que dictó fue hecha por otros funcionarios de la embajada que conocían bien el español y el texto publicado por Granma es idéntico al de nuestra traducción. Por lo que se puede concluir que los reproches de Jruschov carecen de fundamento. En el mensaje no se hacen semejantes afirmaciones. Todo puede haberse debido al extraordinario estrés al que estaba sometida la dirección soviética y al involuntario deseo de justificar la peliaguda decisión de retirar los proyectiles sin el consentimiento de la dirección cubana.
Reitero que Fidel entonces no instó a que asestáramos un golpe nuclear preventivo, sino que se limitó a alertar que los estadounidenses, conocedores de nuestro apego al principio de no ser los primeros en usar las armas nucleares, podían emprender cualquier aventura, incluido un golpe nuclear. Por lo demás, el bombardeo de los objetivos nucleares soviéticos hubiese sido de por sí equivalente a un golpe nuclear. A mi juicio, Fidel no estaba pensando en un golpe nuclear preventivo, sino en la necesidad de advertirles a los americanos que nuestro respeto al principio de no ser los primeros en utilizar las armas nucleares, no debía ser tomado como una garantía que los preservaría de la represalia. El reproche de Jruschov a Fidel es además improcedente, porque la operación que habíamos emprendido al trasladar los proyectiles a Cuba perseguía el objetivo de intimidar a los americanos, disuadirlos de emprender acciones militares, no de emplear los cohetes.(6)
A pesar de transcurridos 55 años de aquellos acontecimientos, aun se intenta tergiversar la historia. Lo cierto es que, como dijera Ernesto Che Guevara en su célebre carta de despedida, al referirse al papel desempeñado por el Comandante en Jefe durante la crisis: «Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días». Solo la posición firme de la dirección cubana, al negarse a cualquier tipo de inspección en el territorio cubano, al plantear los Cinco Puntos e impedir en todo momento que se le presionara, fue lo que salvó el prestigio moral y político de la Revolución en aquella coyuntura, y que la isla no terminara siendo vista como un simple peón de los soviéticos. Esto fue así, a pesar de que la URSS tomó decisiones inconsultas con la parte cubana que trajeron como consecuencia que la Isla fuese la menos beneficiada con los resultados de la crisis.
Además de la ilegal base naval estadounidense en Guantánamo, continuaron los planes de sabotaje y magnicidio contra los principales líderes de la Revolución, el bloqueo económico, la subversión, los ataques piratas, el apoyo al bandidismo y el resto de los componentes de la política agresiva de Estados Unidos contra Cuba. Es decir, Estados Unidos siguió invadiendo a Cuba en menor escala, prácticamente día por día, y esto se debió a que los problemas de fondo que habían provocado la crisis no fueron resueltos. Aunque la crisis de octubre de 1962 ha sido la de mayor peligrosidad en la historia de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, muchas otras crisis afectarían las relaciones bilaterales durante décadas.
Notas
(1) Tomás Diez Acosta, Octubre de 1962, A un paso del Holocausto, Editora Política, La Habana, (Segunda Edición), p.100.
(2) El 22 de junio de 1941 se produjo el ataque sorpresivo nazifascista a la URSS. El gobierno soviético poseía informaciones de inteligencia de que dicho ataque se ejecutaría y las consideró de carácter provocativo. Debido a ello, no tomó todas las medidas recomendadas para tal caso, con lo cual permitió al enemigo asestarle un potente golpe y el mantenimiento de la iniciativa estratégica durante los primeros meses de la contienda bélica. Información tomada de Tomás Diez Acosta, Octubre de 1962: A un paso del Holocausto, Editora Política, La Habana, 2008, p.179.
(3) Ignacio Ramonet, Cien Horas con Fidel. Conversaciones con Ignacio Ramonet (tercera edición), Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2006, pp.315—316.
(4) Ibídem, p.319.
(5) Ibídem, pp. 320—321
(6) Citado por Antolín Bárcena Luis, El intercambio de mensajes entre Fidel Castro y N.S. Jruschov durante la Crisis de Octubre. Apuntes de un traductor a 50 años de los hechos, pp.7—8.
Los Cinco Puntos planteados fueron:
1-Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presiones comerciales y económicas que ejercen los Estados Unidos en todas las partes del mundo contra Cuba.
2-Cese de todas las actividades subversivas, lanzamientos y desembarcos de armas y explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, infiltración de espías y sabotajes, acciones todas que se llevan a cabo desde el territorio de los Estados Unidos y de algunos países cómplices.
3-Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases existentes en los Estados Unidos y en Puerto Rico.
4-Cese de todas las violaciones del espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos.
5-Retirada de la base naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por los Estados Unidos.
(La versión original de este texto fue publicada en la Revista Contexto Latinoamericano, Vol 2, Año 1, Segunda Temporada, Jul-Dic 2017, Ocean Sur.)
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A 55 años de la crisis de misiles en octubre
>Manuel E. Yepe
Para el ciudadano estadounidense medio y la mayor parte de la humanidad sometida a la dictadura mediática de Estados Unidos, el origen de la Crisis de los Cohetes en octubre de 1962 está en que la Unión Soviética decidió situar misiles con cargas atómicas en Cuba para amenazar a Estados Unidos.
Pero para comprender la razón de la Crisis de Octubre hay que valorar los antecedentes de ésta, porque en las diferentes versiones de las partes acerca de las circunstancias es en lo que se aprecian las verdaderas razones que provocaron la presencia de los mísiles en Cuba y, sin ello, no es posible entender la crisis misma.
Fueron las agresiones continuadas de Estados Unidos contra la isla y en los peligros que estas acciones presagiaban a causa de la convicción que tenía Kennedy de que debía cobrarse, invadiendo a Cuba en gran escala, la derrota de Playa Girón, donde se aprecia la causa extrema de las tensiones entre ambos países.
La dirección de la revolución cubana aceptó la instalación de los cohetes como medida para hacer desistir a Washington de sus planes de violencia extrema contra Cuba, convencida de que con ello cumplía con un principio de solidaridad internacionalista con el campo socialista y, en particular, con la URSS.
El 16 de octubre de 1962, Washington elaboró planes para ocupar militarmente a Cuba y establecer un gobierno provisional encabezado por un "comandante y gobernador militar" de Estados Unidos durante la crisis de los misiles de 1962, según documentos gubernamentales recientemente desclasificados, publicados hace una semana por el Archivo de Seguridad Nacional (NSA) de la Universidad George Washington.
La Proclama número uno del Gobierno Militar que se habría de constituir establecería que “toda persona que se encuentre en el territorio ocupado debe obedecer de inmediato y sin preguntas todas las leyes y órdenes promulgadas por el gobierno militar”. Prevenía que “la resistencia a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos será castigada con fuerza. Los infractores serán tratados severamente”. Afirmaba, sin embargo que “quienes se mantengan pacíficos y cumplan todas las órdenes del mando militar, serán objetos a una represión no mayor que la prescrita por las exigencias militares”.
La Proclama establecía que “una vez que el régimen agresivo de Castro sea completamente destruido” y que Washington haya instalado un nuevo gobierno “que responda a las necesidades del pueblo de Cuba” las fuerzas estadounidenses “se retirarán y la amistad tradicional de Estados Unidos y el gobierno de Cuba será asegurada una vez más”.
Historiadores cubanos y estadounidenses preparan un libro que publicará la Editorial GEO, del Instituto de Historia de Cuba, con abundantes documentos originales y mapas, editado por los periodistas estadounidenses William Burr y Peter Kornbluh, que aporta abundante información acerca de este acontecimiento que puso al mundo al borde de una tercera guerra mundial.
Para preparar a la población cubana para la invasión, el ejército estadounidense planeaba lanzar miles de folletos sobre ciudades y campos cubanos. Inicialmente los folletos informarían que "las fuerzas armadas de Estados Unidos se han hecho cargo temporal de su país". Luego advertirían a la población que "debe permanecer en sus casas" porque "todo lo que se mueva será considerado un blanco de nuestras balas".
El 28 de octubre se interrumpieron los preparativos finales para la invasión de estadounidense y la ocupación de Cuba, cuando el líder soviético Nikita Jruschov anunció que estaba retirando los misiles de la isla. Tal decisión fue, según fuentes mediáticas de Estados Unidos, resultado de un acuerdo secreto, en virtud del cual serían retirados los misiles soviéticos de Cuba a cambio del compromiso del Presidente Kennedy de sacar de Turquía los misiles Júpiter estadounidenses dislocados allí.
"La solución de la crisis de los misiles evitó ciertamente lo que se habría convertido en el enfrentamiento militar más sangriento en la historia de América Latina, entre el 'Coloso del norte' y una nación caribeña revolucionaria" según Peter Kornbluh, quien dirige el Proyecto de documentación sobre Cuba del NSA.
Ignorado por la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, según Kornbluh, quedó el hecho de que, “además de los misiles balísticos intercontinentales, los soviéticos habían transportado a Cuba armas nucleares tácticas de campo y planeaban desplegar contra una fuerza invasora de Estados Unidos”.
Los documentos relacionados con la ocupación de Cuba fueron obtenidos recientemente por el analista de archivo acreditado ante el NSA, William Burr, mediante la formulación de una serie de peticiones a la Marina de Estados Unidos, según lo establecido para las solicitudes de Revisión para la Desclasificación Obligatoria (MDR).
Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.com/
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Al borde de la guerra nuclear: se cumplen 55 años de la crisis de los misiles cubanos
> Guillermo Nova (dpa)
El descubrimiento de armas nucleares soviéticas en Cuba capaces de alcanzar la costa Este de EE.UU. provocó uno de los momentos más tensos y dramáticos de la Guerra Fría.
Nunca Estados Unidos y la Unión Soviética estuvieron tan cerca del enfrentamiento nuclear como en octubre de 1962, cuando los estadounidenses descubrieron misiles soviéticos en Cuba.
"La decisión de instalar los cohetes fue una iniciativa soviética para evitar la invasión de Estados Unidos", afirma Tomás Díez Acosta, militar retirado y el mayor especialista en la isla sobre la "Crisis de Octubre".
El 14 de octubre de 1962 un avión espía U-2 sobrevoló territorio cubano y consiguió fotografiar rampas de lanzamiento de misiles con un alcance que les permitía destruir cualquier ciudad de la costa este norteamericana, desde Miami hasta Nueva York pasando por Washington.
Dos días después, el presidente John F. Kennedy era informado de la situación junto a un pequeño círculo de consejeros que durante una semana guardaron el secreto. Para ganar la batalla era necesario no perder la iniciativa y sorprender al enemigo.
"Esas bases no pueden tener otro objetivo que proporcionar capacidad para perpetrar un ataque nuclear contra el hemisferio occidental", afirmó Kennedy el 22 de octubre en un discurso a la nación desde el despacho oval.
Se barajaron varias opciones: la negociación política, ataques a objetivos cubanos seleccionados, el bloqueo naval y la invasión militar. Finalmente, el jefe de la Casa Blanca se decidió por la implantación de un bloqueo naval escalonado, es decir, poner en "cuarentena" a la isla.
Casi un centenar de buques estadounidenses se desplegó alrededor de Cuba y decenas de escuadrones aéreos patrullaron con el objetivo de interceptar los cargueros soviéticos que pudieran llevar armamento a la isla.
El objetivo era ganar tiempo para evitar una guerra que una vez comenzada podría desembocar en un holocausto nuclear.
La inteligencia estadounidense no sabía que ya había en Cuba desplegados más de 40 mil militares soviéticos, incluidos miles de soldados que pertenecían a las poderosas Tropas Coheteriles soviéticas que habían llegado a la isla dentro de la "Operación Anádir".
El gran problema que tuvieron los militares cubanos y soviéticos fue esconder unos cohetes que tenían 24 metros de largo.
En aquella época, la Unión Soviética iba por delante de Estados Unidos en la carrera espacial, pero en la competencia armamentística eran los norteamericanos los que estaban a la cabeza. Más de 2.000 misiles eran capaces de alcanzar Moscú frente a los 340 soviéticos que podían llegar a Estados Unidos.
"Un error de cálculo nos habría puesto en guerra", rememora Tomás Díez, investigador del Instituto de Historia de Cuba, que se retiró del ejército cubano con el grado de teniente coronel.
Durante una semana se vivieron los momentos más tensos de la Guerra Fría. Ambas partes no querían la guerra pero tampoco podían mostrarse cediendo ante el "enemigo". El 27 de octubre un avión espía estadounidense U-2 fue abatido sobre Cuba. El piloto murió. La tensión llegó entonces a su mayor momento.
“El comportamiento de Nikita Kruschev durante la crisis de octubre de 1962 golpeó duramente la imagen que los cubanos nos habíamos hecho de la dirigencia soviética.
Finalmente Kennedy y el entonces dirigente de la Unión Soviética, Nikita Kruschev, negociaron a espaldas de Cuba una solución al conflicto. La Unión Soviética retiraría los cohetes y Estados Unidos se comprometería a no invadir Cuba y a retirar sus misiles de Italia y Turquía que amenazaban a Moscú.
La solución al margen de Fidel Castro no gustó en La Habana y en los actos políticos los cubanos comenzaron a cantar "Nikita, mariquita. Lo que se da no se quita".
Las negociaciones a espaldas de los líderes cubanos "introdujeron en el subconsciente de la dirigencia cubana la certidumbre de que era imposible confiar totalmente los intereses de nuestra seguridad nacional a las manos de nuestros aliados", afirmó Sánchez.
Pese a las desavenencias entre ambos países, durante décadas continuaron siendo dos aliados comunistas. "Se perdió un momento histórico, pero desde entonces los soviéticos nos suministraron gratuitamente todo el armamento, estaban en deuda con nosotros", señaló el investigador militar Tomas Díez. Aunque la sombra de la desconfianza hacia la dirección soviética se mantuvo.
"Esa sensación de incertidumbre nos llevó a concebir la doctrina de guerra de todo el pueblo, cuya esencia es la defensa de nuestra soberanía con fuerzas propias", recuerda Sánchez, que fue embajador cubano en varios países de la Europa del Este.