A los compañeros que integraron la guerrilla tupamara
- una opinión personal -
El proletariado no tiene otra escuela que la lucha. Clase explotada, clase oprimida, clase por definición de vencidos, es en los reveses donde aprende a vencer. Víctor Serge, El año I
Quiero referirme a las numerosas versiones que siguen apareciendo insistentemente sobre las traiciones en esa guerrilla. Quién traicionó, cómo, y quién fue el peor, y a quién hay que repudiar más. Cada vez aparece más y más sobre lo mismo. Esta es la opinión de alguien que no formó parte de esa experiencia, si de ese tiempo y sus luchas.
En los 60 y 70 nuestro país y nuestro continente vivieron las más diversas experiencias de intentos revolucionarios. Fuimos derrotados en todas.
Las causas de la derrota están siendo, todavía, motivo de discusión. Pero haciendo un balance serio de esa discusión muy poco se ha avanzado. Opino que este atraso es más grave que la derrota misma.
La experiencia de la guerrilla urbana en Uruguay no comprende solamente al MLN-T, pero esa organización fue su componente principal. Se trató de una experiencia de la cual pueden extraerse enormes enseñanzas, sobre todo teniendo en cuenta que era a contramano del camino mayoritario en el continente, totalmente diferente y además en contra de la opinión de reconocidos revolucionarios que sostenían que no sería posible. Eso ya le da un enorme valor.
Ese intento revolucionario fue derrotado, como todos los demás.
Esa derrota tuvo causas y tuvo consecuencias. Tuvo causas. Creo que, pese a la acertada comprensión de la necesidad de adecuar las formas de lucha al terreno especial que es el Uruguay y su sociedad, no se intentó adecuarlas al tiempo, al momento histórico que se vivía, y comprender las tareas políticas previas que eran necesarias para llegar al enfrentamiento armado abierto. Creo que eso forma parte de las causas de la derrota, sin ser el único factor. He manifestado esa opinión, y he recibido respuestas que no vienen al caso.
Tuvo consecuencias, inmediatas y mediatas. Una consecuencia muy temprana que a veces tienen las derrotas es desintegrar el campo combatiente incluso antes de que la lucha termine, agravando la situación, convirtiendo el repliegue en desbande. Y en la situación desesperada del desbande teniendo además por base la desmoralización de la derrota, pasan cosas horribles. A veces en esas condiciones aparece lo mejor de los seres humanos, y lo hemos visto. Y a veces aparece lo peor, toda la miseria humana.
Uno de esos casos de miseria humana es la traición, que puede tener varias formas.
Pero creo que la derrota, en esos casos, es causa de la traición, o forma parte de sus causas. La traición, aquí, no es la causa de la derrota -aunque la agrava y profundiza- porque se produce en el desbande, cuando ya la derrota había comenzado, y más aun, estaba en gran parte definida.
Cierto, hubo delaciones previas que fueron abriendo fisuras y rompiendo, sin duda con costos muy importantes, caída de militantes, persecusiones. Pero la lucha revolucionaria generalmente se prepara teniendo en cuenta que algunas de esas cosas inevitablemente van a ocurrir, y tomando las precauciones necesarias. Sólo por esos casos de delación en sí mismos, sin duda habría problemas y sufrimiento, pero no se llegaría necesariamente a la derrota.
Creo que el fracaso de la guerrilla tupamara se debió en gran parte a errores de concepción. Y no me refiero a una consecuencia inevitable de las definiciones ideológicas o programáticas generales del MLN-T, que también pueden discutirse. Sería un caso de estrechez doctrinaria centrarse en ese aspecto, aunque es cierto que en algunos casos la crítica a la guerrilla tupamara ha tenido ese carácter doctrinario que me parece, como dije, estrecho.
Los errores de concepción a los que me refiero son en el plano metodológico, las formas políticas de la acción. También creo que hablar aisladamente de las formas militares de la acción como si hubiesen sido cuestiones meramente técnicas (el plan tal o el plan cual) no nos aclarará las cosas. No estoy de acuerdo entonces en centrar la discusión allí. Pero también me parece equivocado descartar toda la experiencia guerrillera por una objeción a su “programa”.
El fracaso de la guerrilla tupamara forma parte de nuestro gran fracaso general. No fue la de ustedes una experiencia mucho más maravillosa que el resto, pero tampoco fue una porquería. Sé que no acostumbran a escuchar a los que no pertenecieron a la cofradía, pero es lo que tengo que decir.
¿No les parece esto ya demasiada AUTO-HUMILLACIÓN? ¿Demasiado interés morboso en exponer la mierda? ¿Demasiado masoquismo?
Que algunos hayan hablado bajo tortura, o bajo amenaza de tortura, es una cosa. Que alguno haya colaborado con los militares, ya va siendo otra. Que después se justifique esa colaboración disfrazada con distintas teorías, ya es algo bien diferente. Pero el verdadero problema es cuando esas teorías son aceptadas, y los colaboradores siguen de jefes. El verdadero problema no es la traición, es la continuidad aceptada. Allí ya no estamos hablando solamente del problema de algunas personas y su condición moral. Por eso, creo que seguir centrando el tema en casos individuales de traición, y ensañarse en eso, es dar por el pito mucho más de lo que el pito vale. Los problemas que deberían atraer nuestra atención son, a mi juicio, otros.
No tiene sentido querer cobrarle facturas al muerto. Y nadie le va a dar crédito al cobrador por eso.
Sólo una cosa más. En esto de denunciar la traición de fulano, de zutano, de mengano, ¿les parece adecuado copiar a la cana en su método de la “delación premiada”? ¿”Rebajarle la pena” (la pena de la condena moral que es la única que hay, obvio) al traidor que además es batidor de los otros traidores, solamente porque los sale a batir, y además sin pruebas? Delató antes y ahora delata a los otros delatores. Y hay que confiar en su palabra de delator. ¿No es un poco patético?
El énfasis en delatar hoy al delator de ayer es, me parece, otra vez el problema de la continuidad, y también una cómoda manera de desentenderse. La leyenda negra del traidor es el reverso mugriento de la leyenda dorada del héroe pero responde a lo mismo, no va al fondo de las cosas.
Creo que la experiencia de la guerrilla tupamara merece el honor de una crítica seria, justa y profunda, para aprender de los errores, porque no solo el error es humano, el humano es hijo del error. La condición de humano es errar, ver que se erró, pensar en cómo podría evitarse el error. La guerrilla tupamara se equivocó porque se equivocó primero. Y desprenderse de ese “primero” es lo primero.
La guerrilla tupamara no merece la muerte vergonzosa del destripamiento mutuo.
-----------------------
En Semanario Alternativas: http://www.semanario-alternativas.info/PORTADA/Art/%23moyano/articulos/la_guerrilla_tupamara.html