"Poder Real" y poder real. ¿Por qué cruje el pacto militar?
- Una opinión personal


"¿Qué le importa el título de rey al fiero oleaje? Si puedes acallar los elementos y devolvernos la bonanza, impón tu autoridad. Si no puedes, da la gracias por haber vivido tanto y vuelve a tu camarote. Estás ayudando a la tormenta".
Shakespeare. La tempestad

De nuevo el "problema militar" hace crujir las grandes mentes de politólogos y periodistas. En una nota anterior, La mano que nos dio Manini, mencionaba la opinión sobre el tema de dos historiadores, Gerardo Caetano y Carlos Demasi. Escuchemos ahora a Adolfo Garcé.

“En un tema tan delicado como la relación con los militares, lo que precisa este país es un pacto político. No puede ser un botín político el relacionamiento con los militares. Lo que debió pasar en las repercusiones de lo que dijo Manini Ríos era un pacto político. El presidente debió llamar a la oposición y ésta acompañarlo. Vivimos un debilitamiento del liderazgo presidencial. Este Tabaré Vázquez no es el del primer período de gobierno”.


¡Reyes eran los de antes! ¡Dónde iremos a parar sin líderes que se respeten! 

Pero ¿por qué se produce ese "debilitamiento"? ¿Achaques de los 78? Tabaré ya no es el de antes. Ya sabemos que nadie es el de antes, pero ¿y quién era antes?

Aquel "culto a la personalidad sin personalidad" tuvo su momento. Tabaré tuvo dos períodos de gobierno y ambos tuvieron su pico inicial y su caída, pero comparando vemos: el primero comenzó en un liderazgo plenamente aceptado y terminó en el conflicto y la desobediencia; la segunda vez comenzó con una imposición autocrática sin entusiasmo de nadie, y más que en conflicto termina en "triste y solitario final".

Lo primero es entender que no son los grandes personajes, líderes, héroes, los que hacen la historia. Es el proceso histórico y su dinámica de fuerzas sociales en situaciones que vienen a su vez históricamente dadas, lo que "inviste" a los personajes del papel que representan en el drama histórico, y los "destrona" cuando esa coyuntura histórica se agota, por su propia dinámica. No es que el líder se agote, se agota la coyuntura que lo puso es escena. Y así llegamos al Rey que se va al camarote porque el viento y el mar de la tormenta desencadenada no obedecen.

Eso, que debería ser de primer año de Facultad de los politólogos, historiadores, sociólogos o periodistas, parece que ya no. ¡Intelectuales eran los de antes, académicos y maestros del pensamiento social eran los de antes! Una decadencia que también tiene su explicación, por las mismas razones. (1)

Hace nueve años, con motivo de los resultados de las elecciones internas de junio 2009, hice una nota para la revista argentina Herramienta e intenté una explicación en perspectiva del proceso histórico, tratando de que hacerlo además para el lector extranjero. Fue luego publicada en varios sitios. Hermano, ha muerto una esperanza.

Voy a resumir corrigiendo los errores que el tiempo mostró, y enganchar con lo de ahora. Esquemáticamente:
El FA tuvo un largo proceso de adaptación para poder llegar al gobierno de administración del capitalismo, de partido de la alternativa a partido de la alternancia. La crisis de los gobiernos de neoliberalismo en 2002 le dio la oportunidad, para eso era necesario un salto de calidad en ese proceso regresivo.  Tabaré fue investido como "personaje" de ese acto en el drama histórico. Su proyecto fue de conciliación de clases y amortiguamiento de las contradicciones.

El FA, para cumplir ese papel, necesitaba tres cosas.
  1. Que la clase dominante aceptase hacer ciertas concesiones. 
  2. Que los explotados redujesen sus expectativas al cambio mínimo dentro del sistema capitalista.
  3. Que internamente el FA dejase de lado las diferencias en pos del botín del aparato del Estado al que accederían, para eso el "gran jefe distribuidor".
El 1 tiene un derivado 1'. Para obtener esa licencia de la clase dominante era necesaria una garantía. Ese papel lo cumplió el PACTO con las FFAA, "vos déjame entrar y yo no toco tus cosas", que así enviaba un mensaje a la clase dominante, "tranquilos que no pasa nada". Para los militares implicaba seguridad de que el gobierno del FA no tocaría los privilegios de su búnker, y su estatus. Eso incluyó: a ) Impunidad por los crímenes de la dictadura. b) Autonomía funcional (con algún contrabando también. c) Privilegios de casta, incluyendo el régimen jubilatorio.

Y entonces también el 3 tenía un 3': Que la militancia del FA se tragase semejante sapo.

Todo un engranaje. Pero una cosa es el pizarrón y otra la cancha, y además el tiempo pasa.
El proyecto tímidamente socialdemócrata del FA tuvo su cuarto de hora, por:  a) la demanda de materias primas por el impacto de la industrialización china (que a su vez empujó a América Latina hacia atrás, economías primarias, "bonanza" bastante relativa), y b) los lazos de dependencia relativamente flojos de Uruguay, una invariante histórica. 

Incluso la condición del FA de fuerza política relativamente "despegada" de los distintos sectores de la clase dominante y sus intereses particulares, le dio un margen de maniobra para imponer los ajustes más regresivos, necesarios para el modo de producción capitalista en su conjunto, que puedan chocar con algunos de esos intereses sectoriales.
El modo burocrático de gestión que adoptó el FA, cobra fuerza por el peso de la burocracia en nuestra formación económico-social y en el Estado, dado por la debilidad relativa de las clases polares y el recurso de un colchón de amortiguación. La burocracia frentista S.XXI relevó a burocracia batllista S.XX que había relevado al patriciado S.XIX. La burocracia sindical (de izquierda) ya había venido funcionando como interlocutor de la burocracia político-estatal en todo el período previo, y en el relevo los lugares fueron relativamente respetados.
Hasta ahí, por qué las cosas fueron así. Ahora, por qué no pudieron seguir siendo así.

De causas externas se habla, el fin del ciclo de "bonanza". Pero las causas externas son el despliegue de las contradicciones internas. El gobierno frentista mantuvo la estructura de dependencia, simplemente sacó de allí la ventaja coyuntural que podía para su proyecto de socialdemocracia mínima y de corto aliento, sin tener en cuenta que se profundizó la dependencia (aumento de la deuda externa, extranjerización de la tierra, apertura incondicional buscando inversores) y se aumentó la vulnerabilidad de base de la economía. Se intentó escapar de la condición de periferia de periferia apostando como otras veces a pasar a colonia favorecida o de enclave (abrirse al mundo). Pero el mundo tiene su propio ritmo y sus problemas, esa puerta trasera no tenía mucho interés. Eso en cuanto a lo externo.

El proceso social interno es el típico agotamiento de un ciclo socialdemócrata, como los casos vecinos y contemporáneos del continente. Ninguno intentó una ruptura de la dependencia, y todos se agotan en forma diferente según el caso.

En Uruguay, la dinámica burocrática tiene sus propias determinaciones, que acompañan, la "fatiga" del aparato burocrático, la tensión creciente de las contradicciones internas y la pérdida de peso de su centro "monárquico". Pero estas no son cuestiones de aparato o personalidades o poder, sino manifestación de las contradicciones de clase que se exacerban en la sociedad, al agotarse ese amortiguamiento temporal.

Como hemos dicho, el proyecto tenuemente socialdemócrata se forma sobre la idea de conseguir algunas conquistas mínimas para los explotados, sin romper el sistema de explotación. Pudo durante un tiempo despertar una amplia adhesión (más bien pasiva pero entusiasta) entre estos sectores populares, en la medida de que de esas concesiones temporarias de la clase dominante, y de las condiciones coyunturales de aflojamiento de la dependencia, algo se pudiese sacar. Pero la base social del aparato frenteampista, su parte políticamente activa, ha tenido su anclaje principal en los sectores medios, y las posibilidades carreristas que abría para un pequeño elenco reclutado entre esos sectores medios. Todo esto puede funcionar mientras haya una mínima prosperidad, en tiempos de achique, no. Y no, porque no se puede ofrecer ninguna esperanza luego del achique, porque el fin del achique jamás podría depender de Uruguay.

Y entonces, lo que hemos visto en todo este tiempo es una conservación pasiva del apoyo electoral al FA, y un lento apagarse de todo entusiasmo, y con eso una disminución continuada del activismo político. Hasta ahora, porque algunos síntomas muestran que hasta en el aparato frenteamplista se filtra el descontento. ¿Cómo explicar el rechazo a venta de la Rambla Sur?

A media que el problema emergía, el FA rehusó la renovación. Fue por el temor a los cambios, la dialéctica de las conquistas parciales (mejor quedarse en lo poquito logrado que arriesgar perderlo si se lucha a fondo por el todo). Eso trajo de nuevo a Tabaré, pero lo único que se hizo fue diferir el problema, y dejar que se fuese agravando.

Un claro ejemplo es el problema de la caja militar. En vez de tomarlo cuando se reformaron todas las cajas paralelas, se postergó hasta que resultase insoportable y se lo acercó peligrosamente al momento de la reforma proyectada de las jubilaciones del BPS, lo que hace más escandalosos los "miramientos" que se tienen con los privilegios militares comparados con el mazazo que se prepara para todos los otros.

En este tiempo, la lucha social fue tirando piedras como se pudiese contra el búnker. se consiguieron algunos procesamientos, muy pocos. Cuando se recurrió a paliar el déficit del presupuesto de "Defensa" con la participación en las "misiones de paz", la tensión en el caso de Haití provocó al cabo de los años tres renuncias de diputados frenteamplistas, único caso en que las cosas llegaron a este punto.

Al fin, fue la derecha del FA (porque es la que tiene la responsabilidad efectiva de administrar el Estado) la que se vio en la necesidad imperiosa de ir a la reforma de la caja militar. En este punto se condensan las contradicciones de clase emergentes, largamente contenidas.

Y se condensan allí porque el pacto militar es precisamente un pilar de sustentación, el depósito de garantía, del pacto político-social entre esta nueva versión S.XXI de estamento de gestión capitalista con la clase dominante, nacional e internacional. Y es por eso mismo que el Rey no puede convocar a ningún pacto político para "renegociar" ese pacto con los militares. Por suerte, porque esa renegociación es una nueva forma "dictadura militar amortiguada". No puede convocar a ningún "pacto" porque es la realidad la que lo despojó de su corona, y como simple presidente de un régimen constitucional no tiene ninguna legitimidad para convocar a un pacto que viole la Constitución.

Los partidos de la derecha tradicional burguesa tampoco pueden hacer nada excepto bocinear, porque ni siquiera han podido asentarse nuevamente en su propia base social burguesa desplazando de allí al "advenedizo" FA. Hoy, no convencen ni a los burgueses. El Partido Colorado, para no desaparecer completamente ¡recurre a Sanguinetti, 82! El Partido Nacional, para renovarse ¡tiene más problemas que el propio FA! Y para completarla aparecen nuevos "oferentes políticos" a ver si pueden satisfacer la demanda insatisfecha de la clase dominante, como el "Partido de la Gente" sin gente. Y del "espacio socialdemócrata" ni hablar. Esta es una decadencia de TODO el sistema político.

Y, lamentablemente, la "verdadera izquierda", la UP, ha jugado en este tema un papel lamentable, yendo a la cola del "rebelde frenteamplista" pro-militar. Las propuestas de enmendar el proyecto de reforma son payasescas, todas ellas. Es el sectarismo oportunista de la UP (porque se puede ser sectario y oportunista al mismo tiempo). La dirección de la UP se dabate en el dilema, ganar unos votos entre la tropa arriesgando a perder mucho más en lo poco ganado hasta ahora como base, que nunca entenderá esta defensa de los privilegios militares. Esto nos llevaría a un tema mucho más amplio, la crisis ideológica en nuestra izquierda, no es tema para este breve material.

Lo que hemos intentado aquí es un análisis de clase. Hemos recurrido también, además de los conceptos clásicos del materialismo histórico, a un abanico conceptual más amplio en materia de teoría social, que cualquier persona de cultura media de este país debería manejar, y reconocer.

Termino con algo sobre el argumento demagógico y vergonzoso de "defender a la tropa". La edición digital de El Observador permite poner comentarios de los lectores, en una de las noticias sobre este tema en estos días, esto es lo que puse:

"La mejor forma de ayudar al pobre soldado es hacer QUE DEJE DE SER SOLDADO y pase a ser un trabajador útil y productivo en una función digna que no tenga que soportar el menoscabo permanente de la vida militar, y se jubile, y pelear por mejores jubilaciones para TODOS y no jubilaciones de categorías A, B, y C, y para eso crear fuentes de trabajo productivo, y para eso usar el déficit de la caja y además el presupuesto de "defensa" que no sirve para defenderse de nadie. Preguntarle a los jefes militares como Manini, que cuando al loco de Tabaré se le ocurrió una guerra con Argentina fueron tan rostros como para decirle que ellos una guerra en serio no podrían pelear. ¿Qué es más estúpido, pensar que Uruguay puede entrar en guerra con Argentina o China o Tailandia o la República de San Marino, o mantener un ejército carísimo que no le puede ganar ni a San Marino?"


Los indios no atacan de noche. 
De la página “Microseñales de humo”

Me acerqué al sargento que estaba al mando y le insinué como quien no quiere la cosa… «No malgaste recursos inútilmente. Sus soldados deben descansar. Los indios nunca atacan de noche», y en lugar de pararme bolas, me enjuició requiriendo quién diablos era yo, cómo hice para aparecer allí, en su campamento, tan de repente, de dónde saqué esa pinta tan estrafalaria y por qué hablaba un inglés tan escachalandrado. Estaba claro. Yo era un maldito espía de Caballo Loco. Le dije que nones, que ya quisiera, que yo era economista y que si sabía algo de inglés y ciertas costumbres Sioux era gracias a John Ford, John Wayne, James Stewart, el cine de reestreno de mi barrio y, para el caso, Winchester 73, de Anthony Mann. Como la situación se antojaba sospechosa, el majadero ignoró mis recomendaciones y ordenó que me ataran y fusilaran con el primer rayo del sol, si mis aliados indios no disponían otra cosa. Pero dispusieron. Tan pronto la luna se escondió, las huestes de Caballo Loco atacaron el campamento haciendo carnitas al regimiento de caballería. A pesar de mi dudoso papel en el asunto, yo celebré a rabiar la derrota del cara pálida. En esas, el Gran Jefe Sioux reparó en mí, agradeció mi gestión y me dijo… «Deberías quedarte a vivir con nosotros, la plaza de chamán está libre». «Cuente con ello, amigo Caballo, si… logro escabullirme de quienes a juro querrán devolverme al presente. O desaparecerme, por saber demasiado». 

Mitakuye Oyasin  (todo está conectado)

Por qué pongo esto:

Una de las objeciones a la reforma de la caja militar que aducen los militares retirados es que hay que tener en cuenta el espantoso sacrificio de su profesión, de estar a la orden las 24 horas del día. Para su tranquilidad y paz espiritual, creo que habría que decirles a los militares que pueden seguir durmiendo de noche igual que su siesta de día, los fantasmas de los charrúas no van a venir de noche a vengarse por Salsipuedes.


(1) Cuando escribí eso, no sabía que este politólogo está propuesto al Decanato de la Facultad de Ciencias Sociales. ¿Tan mal estamos?

(Para un desarrollo más amplio del tema: Jubilaciones A, B y C y la «especificidad» militar)

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