LA REVOLUCIÓN QUE NO OCURRIÓ
UNA OPINION PERSONAL

Lástima que ella no pueda vivir, pero ¿quien puede? - Gaff  (E.J.Olmos) a Deckard (H.Ford) en Blade Runner

El príncipe que teme más al pueblo que a los extranjeros debe construir fortalezas; pero el que teme más a los extranjeros que al pueblo debe pasarse sin ellas. No hay mejor fortaleza que el no ser odiado por el pueblo porque si el pueblo aborrece al príncipe no lo salvarán todas las fortalezas que posea pues nunca faltan al pueblo, una vez que ha empuñado las armas, extranjeros que lo socorran.- N. Maquiavelo (1)


La primera de esas frases me vino a la cabeza porque si a la novia de Harrison Ford le quedaba poco tiempo de vida era por ser una androide, y con la Constituyente en Venezuela es parecido, una creación artificial y de último momento.


Y la segunda es, medio por el costado, una cierta descripción de la situación planteada. Salvo que aquí no podemos hablar de “pueblo” sino de un sector de burguesía y pequeño-burguesía, y una parte descontenta de sectores populares. Y tampoco han tomado las armas en serio porque para eso hay que tener algo más que armas.

Lo que pasa en Venezuela es complejo. Quiero empezar por la vinculación del problema interno con el contexto internacional.


Venezuela está viviendo un fuerte embate de injerencia extranjera, cerco político, y también amenazas de intervención directa. Esto se suma A (o A ESTO se suma, según se vea) el conflicto interno.


Denunciar y enfrentar esa agresión externa es fundamental, es ya la primera reacción solidaria de la izquierda del continente (incluyendo a la “no tan izquierda”), e incluso es la oportunidad de golpear juntos, más allá de la postura que tengamos sobre el proceso venezolano. Pero esas diferencias van a continuar y es necesario encarar de una vez el problema de fondo; ya bastante mal andamos. También es una oportunidad para eso, la primera realmente importante en mucho tiempo, y eso se debe a la importancia de dicha experiencia.


En el terreno del análisis, si me permiten y sin ninguna intención “bíblica”, quiero recordar un viejo texto.


...los cambios en la naturaleza son ocasionados principalmente por el desarrollo de las contradicciones internas de ésta, y los cambios en la sociedad se deben principalmente al desarrollo de las contradicciones internas de la sociedad... lo que hace avanzar la sociedad e impulsa la sustitución de la vieja sociedad por la nueva. ¿Excluye la dialéctica materialista las causas externas? No. La dialéctica materialista considera que las causas externas constituyen la CONDICIÓN del cambio, y las causas internas, su BASE, y que AQUELLAS ACTÚAN A TRAVÉS DE ÉSTAS. A una temperatura adecuada, un huevo se transforma en pollo, pero ninguna temperatura puede transformar una piedra en pollo, porque sus bases son diferentes”. (El subrayado es mío).

No importa quién lo dijo, pero los ratones de biblioteca reconocerán a Mao (Sobre la contradicción) (2) y tal vez a alguno le huela a viejo, pero también tenían cosas lindas los viejos tiempos, como esa metáfora del huevo y la piedra.

Menos que quién lo dijo importa si lo que allí se dice es correcto. Y no hablo en abstracto sino en este caso concreto.

¿Cuál es la BASE del conflicto que vive hoy Venezuela? ¿La agresión extranjera o las contradicciones sociales internas? Que las dos cosas están asociadas, y que se alimentan mutuamente, ya lo sabemos. Pero eso no contesta la pregunta. ¿Y de dónde vienen esas contradicciones, por qué estallan ahora, por qué han permanecido sin resolverse durante todo ese proceso?

Voy a comenzar con una comparación: Venezuela con Cuba. El huevo y la piedra.

De nuevo: también en relación a Cuba hay posiciones diferentes, pero si queremos hacer una valoración global y en perspectiva del camino cubano es útil compararlo con el venezolano. Claro está que comparamos cosas diferentes en tiempos y condiciones diferentes, procesos sociales, fuerzas motrices y programas diferentes, pero por eso comparamos. El huevo y la piedra son muy diferentes, comparamos para entender.

Cuba ha sufrido una agresión externa permanente durante casi setenta años, guerra económica, boqueo, cerco político, injerencia, amenazas y más que eso: una invasión armada directa. Y la expulsaron de la OEA sin tanta vuelta.

"Calor maternal" para empollar había, pero no había huevo. Cierto es que Cuba tuvo aliados internacionales, también es cierto que los perdió. Cuando eso ocurrió la situación interna y las carencias del pueblo fueron terribles.

Entre Cuba y Venezuela hay lazos fraternales y una afinidad de base, también una alianza táctica, pragmática, dictada por la necesidad de complementarse. Pero los caminos estratégicos de cada proceso han sido radicalmente diferentes. Y por eso tenemos resultados diferentes.

Seria exagerado y ridículo decir que el proceso cubano ha permitido llegar a la solidez de "la piedra", una simplificación peligrosa. Pero hay una diferencia de calidad con Venezuela. En el llamado "periodo especial" Cuba afrontó las mayores penurias y aislamiento internacional, con menos recursos y con más peligro todavía.

La revolución cubana tuvo graves errores y limitaciones, cuyas consecuencias de una forma u otra llegan hasta hoy, y que agravaron profundamente aquel "período especial". Y Cuba no tiene petróleo, su importación cayó a la décima parte de lo que era en los tiempos de la Unión Soviética. Eso paralizó la industria, la agricultura, la ganadería y el transporte. Se debió recurrir a mecanismos alternativos, como la agricultura sustentable (siguiendo un modelo australiano de “permacultura”), que fue un verdadero cambio de paradigma del cual todos podríamos aprender. ¡Debieron haberlo hecho antes en vez de atornillarse a la dependencia soviética! Pero ¿por qué pudieron, aunque fuese obligados y a los ponchazos, recorrer esos caminos en vez de colapsar?

Porque tenían una base mínima para hacerlo. No quedaron presos de la especulación de los acaparadores porque ya habían roto el espinazo del poder burgués. Tenían el control de los medios de producción, aunque fuesen los de un país pobre, para poder instrumentar las soluciones de emergencia. Porque en Cuba hubo una revolución social.

¿Cómo fue esa revolución? Ni fue lo mejor ni fue lo peor. Analizar ese proceso nos llevaría a otro terreno y ya lo haremos. La dependencia del sistema burocrático de la URSS tuvo también su correlato burocrático en Cuba y sus consecuencias negativas. Pero a diferencia de otros procesos burocráticos que colapsaron junto con la URSS la revolución cubana tuvo un componente por abajo y una fuerza propia, eso le permitió sobrevivir. (3)

Vamos a Venezuela. A principios de siglo Hugo Chávez lanzó el concepto de “Socialismo del Siglo XXI”. Más allá de la ensalada ideológica que siempre lo caracterizó, esto tuvo dos méritos enormes. Primero, volver a poner nuevamente en la vidriera “oficial” la idea del SOCIALISMO, recuperarla del descarte como basura a la que la estaban condenando. Segundo, tomar distancia del llamado “socialismo real”, en un sentido crítico.

Pero más allá del cambio del título, la propuesta de Chávez siguió siendo lo mismo que con el título que tenía antes, “Tercera Vía”, un “socialismo liberal” (4).

Las políticas de los gobiernos no salen de las cabezas de los gobernantes, salen de la realidad, y es la realidad lo que mete las ideas en esas cabezas. Pero la realidad no es una fatalidad, es lo que se impone A PARTIR del camino que se elije, de determinadas fuerzas motrices en la lucha social.

En Venezuela no hubo una revolución social, hubo un reformismo redistributivo radical que fue la ALTERNATIVA A la revolución social, la alternativa DENTRO del capitalismo. Y por cierto que no estamos hablando de intenciones ni de estafas premeditadas porque no cultivamos las teorías de la conspiración, estamos hablando de situaciones de hecho que se dan partir de las opciones de base. NO FUE una revolución social anticapitalista y antiimperialista como sí lo fue el camino cubano, porque no hubo una transformación en las relaciones de propiedad y en la estructura de clases de la sociedad.

El llamado proceso bolivariano fue un intento de equilibrar la continuidad del modo capitalista de producción y de la propiedad capitalista, con la mayor distribución posible y la más amplia política socialdemócrata en esa coyuntura. A diferencia de los “Estados de Bienestar” de la post-guerra (que obedecieron a razones de fondo parecidas) en este caso hubo un componente muy fuerte de movilización popular. Ese movimiento social tuvo iniciativas propias en momentos críticos de la lucha que fueron fundamentales. Pero no fue ese el aspecto dominante.

Lo dominante en el plano político fue un fenómeno bonapartista que recordaba en algo el formato populista que vivió nuestro continente hace varias décadas. Y responde al mismo tipo de correlación de clases. Una “democracia liberal” cerradamente elitista es desbordada por las demandas populares inorgánicas. El “vacío de poder” se llena por ese equilibrio político inestable SIN RUPTURA del sistema social. Y en esa “silla” en la estructura de clases y la correlación de fuerzas en la coyuntura, se instala ese formato político.

Por cierto, eso tiene los límites de la coyuntura, impuestos por la estructura de base de la sociedad. En este caso esos límites se manifestaron en el agotamiento de la bonanza petrolera, pero así es como se MANIFESTARON. Los límites de un material están dados por la naturaleza propia del material, no por las circunstancias externas.

Lo barato sale caro, el camino fácil termina siendo difícil. Y por supuesto, nada tiene que ver el tema de los liderazgos personales y sus características. Centrar en la diferencia entre Chávez y Maduro sería como que los problemas de Cuba hoy se debiesen a que Raúl no le llega ni a los tobillos a Fidel, lo que sin duda es cierto pero no está allí el problema.

Y si decimos “fue”, es porque FUE. El proceso chavista ya está en su fase de declive, y no se puede recuperar porque las condiciones para su auge ya no existen, y porque no puede cambiar su naturaleza.

La razón de los problemas que vive hoy Venezuela es que nunca hubo allí una ruptura revolucionaria. Esa es la primera conclusión que debemos sacar, y estamos acá para defender lo conquistado y resistir el retroceso, pero también estamos para sacar conclusiones.

Tampoco ha sido un proceso auténticamente antiimperialista. No dudamos que la intención del chavismo haya sido esa, y es muy claro su discurso antiimperialista. Pero no se tradujo en hechos, al menos en los hechos fundamentales, a saber: ruptura con la dependencia basada en una economía capitalista extractiva exportadora hacia el centro imperialista.

Y allí está nuestra segunda conclusión, y tenemos que aprovechar el contundente juicio de los hechos sobre esta experiencia para que esa conclusión sea de una buena vez asimilada por la izquierda de intención socialista de Nuestra América. Hay que abandonar toda esa leyenda de “segunda independencia”, “liberación nacional” (dentro del capitalismo), fases o etapas preparatorias (dentro del capitalismo), frentes “patrióticos”. Y no olvidar “fuerzas armadas (de tipo pretoriano burgués) patrióticas”. La experiencia venezolana debe servir en primer lugar para eso.

Por último, toda esta confusión ideológica es nuestra carencia. De los socialistas, de nadie más. Ocurre porque todavía no hemos ajustado cuentas con nosotros mismos, con el replanteo del proyecto socialista. Por eso vienen estos “socialismos del siglo XXI”.

Y esa es nuestra tercera conclusión. Y con eso es todo “por ahora”, como decía Chávez.

Solamente, para terminar esta nota, volvemos brevemente a donde empezamos. La relación entre la agresión imperialista externa y la rebelión burguesa interna.

La rebelión burguesa intenta revertir ese “estado de bienestar” ya en franca decadencia para volver al neoliberalismo clásico con su apropiación oligárquica de la renta petrolera, de cuya crisis emergió el chavismo. Tiene dos grandes obstáculos. Uno, difícilmente la historia retroceda linealmente. Dos, la incapacidad congénita de la “burguesía compradora” venezolana, porque el oportunismo chavista es una copia mejorada del oportunismo parasitario tradicional de la burguesía venezolana.

Pero es obvio que esa oposición intenta aprovechar los “cachones” que deja la incapacidad del gobierno de Maduro, y esa incapacidad es producto de la decadencia del proyecto original. Esto se manifiesta en el descontento de sectores populares relativamente amplios, aunque no mayoritarios por ahora. El problema acuciante es que el gobierno de Maduro no tiene respuesta a esos problemas de fondo. Por eso viene toda esta parafernalia teatral de sobrecompensación.

La oposición burguesa trata de compensar su debilidad intrínseca buscando la intervención directa imperialista. POR AHORA no va a pasar. El imperialismo está más interesado en esperar que el desgaste de Maduro se complete, y que la izquierda latinoamericana se desprestigie más y más, como está pasando. Quiere sacar el mayor provecho de este hundimiento. Pero tampoco las tiene todas consigo, los problemas se le multiplican en todo el mundo y es probable que la furia de Trump termine siendo una eyaculación precoz.

Y tal vez una consecuencia inmediata no deseada por ellos, es que la oposición burguesa venezolana se vaya desgastando más rápidamente todavía que el gobierno, debido a que no consigue derrocarlo.

Tendríamos que estar en condiciones de aprovechar esas dos debilidades, por si acaso se pudiese meter algo por la hendija. Es probable que algo de eso termine ocurriendo por la presión de la lucha social. Con lo que no podemos estar de acuerdo es con la “fidelidad de la fe” hacia el proyecto fracasado. Y mucho menos con la apuesta al bonapartismo militarista de las “fuerzas armadas patrióticas”.

¿”Construir fortalezas”? 

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1) http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/principe/20.html

2) https://www.marxists.org/espanol/mao/escritos/OC37s.html

3) Desconexión, reinserción y socialismo en Cuba. http://www.semanario-alternativas.info/archivos/2017/7-julio/463/PORTADA/Art/%23moyano/articulos/Fernando_Martinez_Heredia.html

4) https://es.wikipedia.org/wiki/Socialismo_del_siglo_XXI

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https://n0estandificil.blogspot.be/2017/08/la-revolucion-que-no-ocurrio-p-margin.html



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