Rosa: Verdad y mentira del "levantamiento espartaquista" (II)

A cien años de su asesinato - Una opinión personal

"Fue entonces cuando sucedió lo increíble. Las masas estaban allí muy temprano, desde las nueve en punto, en el frío y la niebla. Los líderes estaban en sesión en alguna parte, deliberando. La niebla se hizo más pesada, y las masas seguían esperando. Pero los líderes deliberaron. Llegó el mediodía, trayendo hambre y frío. Y los líderes deliberaron. Las masas estaban delirantes de emoción. Querían acción, algo para aliviar su delirio. Nadie sabía qué. Los líderes deliberaron. La niebla se espesó, y con ella llegó el crepúsculo. Las masas volvieron tristemente a casa. Ellos querían un gran evento, y no habían hecho nada. Y los líderes deliberaron. Habían deliberado en el Marstall. Continuaron en la sede de la policía, y todavía estaban deliberando. Los trabajadores se quedaron afuera en la Alexanderplatz vacía, con sus rifles en las manos y con sus ametralladoras ligeras y pesadas. Dentro, los líderes deliberaron. En la sede de la policía, los cañones apuntaban, había marineros en cada esquina, y en todas las habitaciones que daban a la calle había una masa de soldados, marineros y trabajadores. Dentro, dlos líderes estaban sentados, deliberando. Se sentaron toda la tarde, y deliberaron. Y estaban sentados al amanecer a la mañana siguiente, y seguían deliberando. Los grupos volvieron a la Siegesallee otra vez, y los líderes todavía estaban sentados y deliberaron. Ellos deliberaron y deliberaron y deliberaron."

Estas palabras son de un artículo publicado un años después en Bandera Roja. órgano del Partido Comunista Alemán (KPD), sin firma. Pierre Broué en "The German Revolution. 1917-1923" (obra imprescindible de más de 1000 páginas) lo atribuye a Paul Levi. Según el relato minucioso de Broué y diferentes voces muy relevantes, como Karl Radek (representante de los bolcheviques en la escena) las cosas no serían tan simples, "los líderes" no la tenían muy fácil, realmente.

Estos acontecimientos eran la manifestación obrera del 5 y 6 de enero de 1919 y todo su contexto y acciones derivadas, a los que se alude con la falsa etiqueta de "levantamiento espartaquista". Tal denominación alude a la Liga Espartaco, grupo político dirigido por Karl Liebknecht y Rosa Luzemburgo, recientemente escindido del Partido Socialdemócrata Alemán Indepenciente (USPD), -que a su vez se había escindido del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD)-.y que acababa de fundar el KPD junto con otros grupos revolucionarios. 

El congreso fundacional del KPD, 30-31/12, 1/1, acababa de definir un curso de acción bien diferente, y la idea de Rosa allí adoptada, "triunfaremos AL FINAL", luego de un paciente y sistemático trabajo en la base, teniendo en cuenta que la revolución aún no había llegado al campo y el diferente ritmo de las distintas regiones de Alemania, no se correspondía para nada con una insurrección cuatro días después.

"La Liga Espartaco -dice uno de los documentos declarativos redactados por ella- no tomará jamás el poder gubernamental más que por la voluntad clara e inequívoca de las masas proletarias de toda Alemania, y no lo aceptará jamás si no es el virtud de la consciente adhesión a las perspectivas, sus fines y métodos de lucha". 

Esto dice Paul Frölich, KPD, protagonista de esos mismos hechos:

"La única explicación que queda es que Rosa y sus amigos, sin motivos suficientes y sin la más mínima preparación realizaron un putsch, es decir, que perdieron la cabeza. Hay gente seria que ha llegado a creer eso porque no se atreve a ver la verdad de frente.

"La verdad es la siguiente: nunca hubo una insurrección espartaquista. Para esto hay una prueba irrefutable: los editoriales de Die Rote Fahne [Bandera Roja, órgano del KPD] en los días críticos".

Frölich se  explaya en todos los elementos que prueban la conspiración acordada entre el gobierno socialdemócrata de Fridederich Ebert y los mandos militares reaccionarios financiados directamente por empresarios capitalistas. Porque lo que ocurría en Alemania era una revolución y una contrarrevolución al mismo tiempo.

Antes de ocuparnos de estos hechos de diciembre y enero, vamos a repasar varias cosas. 

Veamos primero quién era el otro dirigente espartaquista asesinado el 15 de enero, al que se le recuerda en Alemania, junto a Rosa, con multitudinarios actos, cada aniversario de este crimen. 

Karl Liebknecht, hijo de Wilhelm Liebknecht uno de los cofundadores del SPD, creció en la miseria a causa del encarcelamiento del padre, estudió por su cuenta y participó en el movimiento socialista desde su juventud. Como abogado se hizo famoso al defender a un grupo de campesinos acusados de intentar implantar el comunismo. En 1907 va preso por escribir el libro "Militarismo y antimilitarismo", porque siempre fue un consecuente antimilitarista. En 1908 es electo Diputados del Reichstag (parlamento). Se opuso a la participación de Alemania en la guerra. La primera vez que se votaron los créditos de guerra acató la disciplina partidaria en contra de sus convicciones. La segunda vez votó en contra el solo contra todo el parlamento, la tercera tuvo un compañero, Otto Rhule, la cuarta ya eran unos cuantos. Forman la “Liga Espartaco” dentro del SPD.

"Era una organización laxa -dice Frölich- que durante la guerra había contado con unos miles de partidarios... dotada de una formación marxista pujante... la antigua ala izquierda de la socialdemocracia... las fuerzas activas de la juventud socialista y diversos elementos de variadas procedencias políticas y sociales... a la extrema izquierda del movimiento obrero. Durante la guerra habían tomado riesgos no habituales en el movimiento obrero de Europa Occidental". "La Liga no era más que una federación de grupos locales que existían en casi todas las ciudades importantes, pero no era un partido".

Karl fue luego reclutado para el ejército y trabajó como enterrador sepulturero en el frente ruso, y al final fue licenciado por el trauma de esa experiencia. Fue expulsado del SPD el 1 de enero de 1916., ese partido se quiebra y se forma el USPD del cual la Liga forma parte. Más tarde la Liga se termina yendo.

En 1918 en una manifestación contra la guerra Karl fue detenido junto con Rosa, lo condenaron por alta traición a dos años de trabajos forzados. Pero meses después el descontento del pueblo por mantenerlas penurias de la guerra es ya tan grande que, con la intención de aplacar los ánimos de los revolucionarios, Karl fue puesto en libertad el 23 de octubre, pero dejaron presa a Rosa dos semanas más hasta que las masas proletarias casi asaltan la cárcel, y sale libre el 8 de noviembre.

En esas dos semanas Karl se mueve en forma febril y de mil maneras, escapando permanentemente de ser arrestado nuevamente, en reuniones con delegados obreros, con soldados, marineros, con generales afines también. Se metió en cuanta asamblea de fábrica pudo, fue aceptado en la organización de delegados sindicales de Berlín que formó el "Consejo de delegados revolucionarios", que se reunía todos los días. 

"Pero aun los más audaces de los delegados -cuenta Frolich- no tenían en la cabeza más que conspiraciones. Querían una insurrección que respondiese a un plan minuciosamente trazado, contaban con revólveres que disponían [los obreros de Berlín habían sido movilizados para el ejército, luego licenciados, y se quedaron con las armas] y los preparativos técnicos no terminaban nunca... Finalmente, esta dirección tuvo el tiempo justo para ponerse a la cabeza de los trabajadores berlineses, a quienes ya nadie podía contener".

La insurrección finalmente estalla debido a una locura del Almirantazgo, que el 28 de octubre quiere salvar "el honor de la Marina" jugando con la vida de 80 mil hombres en una batalla imposible. Los fogoneros apagan las calderas. El mando detiene a 600 marineros, pero estaban muy frescos los fusilamientos de dos marineros por insubordinación en setiembre. En Kiel (ciudad un base naval sobre el Báltico) estalla una huelga general conjunta de obreros y marineros, el 4 de noviembre el gobernador termina renunciando y se forma un consejo de trabajadores y marineros. El gobierno intenta calmar las cosas.

El 9 de noviembre cientos de miles de obreros abandonan las fábricas en todo el país. Guillermo II huye a Holanda, y el príncipe heredero decide ceder el paso a un gobierno socialdemócrata, con quienes forjaron un acuerdo. Nombra como primer ministro a Ebert, que dice "¡Odio a la revolución como a la peste!".

Al formarse un gobierno provisional entre el SPD y el UPD le ofrecen a Karl un puesto en el comité ejecutivo, lo rechaza y proclama por su lado la “República Socialista Libre” en base a los consejos (los soviets alemanes) que estaban en pleno proceso de formación.
El enorme prestigio de este antimilitarista radical en el ejército exhausto, reconocido como revolucionario consecuente y valeroso, incluso entre los generales, es un factor de enorme peso en los acontecimientos. PERO también, porque las cosas no son simples, impulsa un avance del movimiento que resulta ser demasiado dependiente de esa simpatía entre los militares, y pasa a ser un factor de debilidad. 

Esto dice Broué:

 "El proceso de radicalización de los trabajadores de Berlín fue profundo pero, sobre todo, contradictorio. La Revolución de noviembre había sido victoriosa sin una batalla real; reforzó el mito de la unidad y sembró la ilusión de que todo sería fácil. En dos meses, los trabajadores de la capital se dieron cuenta de sus fortalezas y, al mismo tiempo, de sus debilidades. Las conquistas que creían seguras se les habían escapado en el preciso momento en que entendieron lo poderosos que eran".


"...  Liebknecht gozaba de una autoridad incuestionable entre los marineros de la División Naval Popular, aunque estaban lejos de verse a sí mismos como "espartaquistas" o incluso simpatizantes. En cualquier caso, estas unidades estaban dispersas y lejos de estar en un acuerdo político. Carecían tanto de personal general como de contacto cercano con los trabajadores de las grandes fábricas. El proletariado armado en Berlín.definitivamente no era un ejército proletario. Era una multitud con los impulsos y la pasión de una multitud, mientras que sus destacamentos autónomos creían en la eficacia de la acción de las minorías activas".

Y no son lo mismo los espartaquistas que los socialdemócratas independientes de izquierda, ni el otro grupo de izquierda más pequeño, el IKD -más afín a los bocheviques- que se integra al KPD recién creado. Ni los bolcheviques, de los cuales rápidamente queda solamente Karl Radek en la escena.

También entre Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo hay un matiz. Para el primero no hay condiciones para un gobierno revolucionario espartaquista, pero una toma del poder por el sector de izquierda del ejército, avalado por los delegados de los consejos obreros, era posible. Para Rosa, eso sería quedar aislado del resto del país en que el proceso de maduración revolucionaria venía rezagado. Los acontecimientos ampliarían esa diferencia, pero la fidelidad mutua entre ellos nunca se rompería.

Parecido a Rosa pensaba Karl Radek, el emisario bolchevique que estaba tratando que el gobierno SPD-USPD no lo expulsase de Berlín, pero tenía propuestas que no podían aceptadas por los alemanes. Durante los eventos que seguirían, recordaría a los espartaquistas que los bolcheviques frenaron la insurrección proletaria espontánea de Petrogrado en julio de 1917. Pero os espartaquistas estaban acostumbrados a pensar por su cuenta, y Rosa rechazaba a Radek por la versión (nunca confirmada) de que en una estadía previa en Alemania (Radek, en los dos países estaba en casa) se habría "quedado con un vuelto". Más pesimistas que Rosa todavía eran su compañero de años Leo Jogiches (que sería asesinado en marzo de 1919) y también su íntimo amigo Paul Levi, que se convertiría en el principal dirigente del KPD luego de la muerte de Rosa y Karl, pero sería expulsado luego por sus críticas a las políticas putchistas que adoptaría por un tiempo el KPD, alentado por los bolcheviques.

La situación era sumamente contradictoria incluso en el seno de la propia clase obrera. Una cosa eran los consejos obreros allí donde habían tomado el poder por asalto, y otra allí donde habían acompañado el hecho delegando todavía la conducción a los viejos cuadros del partido socialdemócrata, que no solamente conservaba parte de su prestigio aunque disminuido, sino su disciplina. 

Otro punto que agudamente señala Frölich es que "la historia no ponía ningún objetivo ineludible a la orden del día que solamente pudiera conseguirse mediante la revolución", mencionando el ejemplo de Pan, paz y tierra que había impulsado la revolución rusa. La paz ya era un hecho, y la burguesía estaba dispuesta a comprarla al precio de evitar la revolución. La situación en el campo era difícil pero no había llegado el hambre a extremos de provocar un levantamiento. "La clase trabajadora estaba a favor de la socialización de la economía, pero la naturaleza de esa reivindicación y los medios para realizarla no apareció claramente a las grandes masas para llevarla a cabo hasta que la oportunidad había sido desperdiciada".

Había sin embargo un factor que impedía que las cosas se estabilizasen: la clase obrera estaba armada. Como en los soldados había ya entrado el fermento revolucionario se recurrió a dos mecanismos. Uno fue traer a Berlín divisiones de otros lugares de Alemania políticamente más atrasados. El otro fue la organización de los Freikorp, guardias de combate irregulares de voluntarios financiados directamente por empresarios capitalistas. 

Gustav Noske, socialdemócrata de derecha que asumió como ministro de Defensa en ese gobierno, fue quien asumió la tarea: "Uno de nosotros tiene que hacer el trabajo de verdugo" 

A su vez, había contradicciones y vacilaciones dentro del recién nacido KPD. La concepción orgánica de Rosa (tomamos ese término precisamente de la descalificación que intenta hacerle Lukács) no era cabalmente comprendida, y no lo es hoy. Eso será motivo de próximas notas. Veremos como Zinoviev y después Stalin inventan el término "Luxemburguismo" que en su código sería algo así como un "trotskismo light".

Veamos cómo se planteó el problema en el Congreso del KPD, recurriremos para eso a Frökich, que en esa instancia estuvo en la vereda de enfrente a Rosa, entre "los elementos más jóvenes, que presionaban impetuosamente hacia adelante" y que rechazaron, por una mayoría de dos tercios, la propuesta de participar en las elecciones a la Asamblea Nacional. 

El gobierno socialdemócrata convoca a esas elecciones el 18 de diciembre para realizarse el 19 de enero. El tema fue muy discutido, y se rechazó la propuesta de los USPD de izquierda y de los espartaquistas de ir a una república de consejos. Esto es lo que dice Rosa: 

"El gobierno actual convoca la Asamblea Constituyente. Crea así un contrapeso burgués frente a los consejos de obreros y soldados, desplaza así la revolución y la pone en el carril de la revolución burguesa, escamotea los fines socialistas de la revolución." 

Frölich pregunta si esto es una revisión de su crítica a los bolcheviques por la disolución de la Asamblea Constituyente en Rusia, en su ensayo escrito pocos meses antes en prisión. Contesta que sí, aunque no el el sentido de simple imitación del ejemplo ruso. Discutiremos todo ese problema en una próxima nota. Pero lo que queremos ver aquí es el tipo de acción política que propuso Rosa ante eso.Es

"Estamos ahora en medio de la revolución y la Asamblea Nacional es el bastión contrarrevolucionario que ha sido erigido contra el proletariado revolucionario. Se trata entonces de tomar esa fortaleza y arrasarla. Para movilizar a las masas en contra de la Asamblea Nacional y para convocarlas a la más enérgica lucha hay que utilizar la tribuna de la Asamblea Nacional. Denunciar sin contemplación y con voz alta todas las intrigas y enredos en esa digna asamblea, desenmascarar paso a paso su obra contrarrevolucionaria, convocar a las masas para que intervengan y decidan, tales son las tareas de nuestra participación en la Asamblea Nacional." 

Si nos ponemos -sin mucho esfuerzo- en la mentalidad binaria dominante en la izquierda hoy día ante el problema general de las instituciones burguesas y el voto, podemos imaginar el desconcierto ante esa propuesta de la mayoría de aquel Congreso, en la que estaba Frölich, que dice con pleno conocimiento de causa: "Esa mayoría parecía estar tan segura de la victoria de la Revolución Alemana que la participación en las elecciones parlamentarias les parecía un peligros rodeo, cuando no algo peor." 

Hasta aquí entonces el contexto general de los hechos que ocurrirían los primeros días de enero. Nos hemos extendido, y veremos eso en una próxima nota. Pero no podemos despedirnos así, mostremos la imagen de Rosa en ese momento. Frölich: 

"La tensión... fue inmediatamente supeera por el discurso de Rosa sobre el programa. Los delgados habían observado preocupados el gran esfuerzo que tuvo que realizar para mantener su agotado cuerpo. Pero apenas comenzó a hablar la inspiración operó el milagro. Desapareció en ella toda debilidad. Toda la atención se concentraba en su cabeza. Por última vez el hechizo de esa gran oradora actuaba sobre los hombres, convenciéndolos, conmoviéndolos, arrebatándolos y entusiasmándolos: una vivencia inolvidable para todos aquellos que, por última vez, se sintieron transportados por el vuelo intelectual de esa mujer genial". 

Notas previas:

Rosa, la botánica

Rosa. Verdad y mentira del "levantamiento espartaquista" (I)

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