'La revolución tiene una deuda pendiente con los excluidos'
Análisis de un criminólogo venezolano bolivariano
>Andrés Antillano (Entrevista de Rachael Boothroyd Rojas)

Con las elecciones presidenciales en Venezuela del 20 de mayo los gobiernos de EEUU y Canadá, y la oposición venezolana, continúan presionando por una opción de cambio de régimen. Tillerson, en su reciente gira por América Latina, pidió abiertamente un golpe militar para deponer al gobierno. La oposición está boicoteando las elecciones e incluso expulsó al candidato presidencial Henri Falcon por su participación. La desinformación es generalizada, los problemas muy reales de la escasez, la inflación y la violencia se presentan como la justificación de la intervención. Pero la realidad es mucho más compleja de lo que generalmente se reconoce. En esta entrevista, el profesor Andrés Antillano profundiza en las políticas del gobierno bolivariano de seguridad, el infame OLP [Operativo por la Libertad del Pueblo], y el fenómeno de la violencia en Venezuela.

La respuesta del gobierno nacional al aumento de crímenes violentos a través de la polémica OLP (Operación liberar al pueblo) fue noticia cuando la ex fiscal general del país, Luisa Ortega, apareció ante la Corte Internacional de La Haya exigiendo que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, y otros altos funcionarios de seguridad del estado sean acusados ​​de cometer "crímenes de lesa humanidad". Ortega apuntó específicamente a la OLP, y acusó a las fuerzas de seguridad de Venezuela de llevar a cabo más de 8.000 ejecuciones extrajudiciales y torturas entre 2015 a 2017, supuestamente bajo órdenes directas del gobierno en una operación de limpieza social. En febrero de 2018 la Corte Internacional dijo que conduciría una investigación preliminar para determinar si se debe proceder a una investigación oficial.

¿La versión de Ortega es correcta? ¿Son los crímenes cometidos por las fuerzas de seguridad venezolanas mucho peores que los de sus contrapartes de Honduras, México o Colombia? ¿Las políticas de seguridad del gobierno actual representan un giro en la historia de las políticas de seguridad del Estado de Venezuela o son indicativas de continuidad? ¿Equivalen a una política deliberada de limpieza social?

Andrés Antillano es profesor y director del Departamento de Criminología de la Universidad Central de Venezuela, destacado activista y estudioso de la violencia en Venezuela. La analista canadiense Rachael Boothroyd Rojas lo entrevistó en diciembre de 2016.

A diferencia de Ortega, Antillano revela una imagen cruda pero mucho más compleja, que tiene muchos paralelos en América Latina. En esta instantánea de la realidad de Venezuela, los legados de la violencia colonial, las consecuencias estructurales y sociales de décadas de neoliberalismo, y la incapacidad de izquierda latinoamericana en el poder de lidiar con la naturaleza cambiante del capitalismo y de proveer modelos alternativos de justicia, han dado lugar a esta Venezuela de problemas con el crimen violento.
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  • ¿Podemos comenzar con un resumen de los orígenes del fenómeno de la violencia en Venezuela?
La violencia en Venezuela se disparó a fines de la década de 1980. Por ejemplo, 1989 fue el año en que la tasa de homicidios creció más en la historia del país. Esto está relacionado con dos factores. El primero es el ajuste neoliberal que se lleva a cabo en dicho año a partir de febrero, que implicó un aumento en los niveles de exclusión, inequidad, desempleo, y precariedad para la gran mayoría del pueblo, lo que fue un clima fértil para el crecimiento de la violencia, que es lo que ocurrió en la mayor parte de América Latina durante esas décadas, la larga y oscura noche del neoliberalismo.

El otro factor es el aumento de la represión estatal. De hecho, un ejemplo específico de esto en Venezuela fue la respuesta del estado a la insurgencia popular que se produjo como respuesta al ajuste neoliberal, el Caracazo, al cual el estado respondió de la manera más violenta y sangrienta, lo que resultó en un número de muertes todavía desconocido (se lo ubica entre 20 y 30 mil). Y esto terminó en que mientras se diesen una combinación de condiciones objetivas, el estado a través de la represión y la violencia, transformó la violencia en un modelo culturalmente válido para resolver conflictos. Es el estado que inicia la violencia a través de la represión que presenciamos en los últimos días de febrero de 1989. Desde entonces, la violencia, o al menos la tasa de homicidios, como expresión de violencia, nunca ha dejado de crecer, y se ha terminado duplicando en cada década con una consistencia espantosa. 

En este sentido puede decirse que no es cierto que el Chavismo sea el artífice de la violencia en Venezuela, pero también puede decirse que la revolución bolivariana no ha sido capaz de revertir el continuo crecimiento de la violencia de un modo significativo.

Más allá de los intentos (por parte de la oposición) de politizar este fenómeno y utilizarlo como un instrumento político, que implica falsificar estadísticas, ese es el hecho real. Además, merece un análisis cuidadoso y un compromiso de los sectores progresistas e izquierdistas, así como del gobierno, porque la violencia afecta a los sectores más pobres de la sociedad. Es el más pobre el que es el blanco de la violencia. Obviamente, cuando alguien de las clases medias o altas es asesinado hay una gran conmoción, pero todos los días los pobres tienen  el triple de víctimas. Víctimas de la persistencia de condiciones estructurales, que una vez más son la criminalización de los pobres. Es el más pobre el que muere a manos de la políca, y también es el pobre el que termina en la cárcel.
  • ¿Puedes comentar sobre el historial de la Revolución Bolivariana en términos de abordar el crimen, así como la exclusión social?
Creo que hay una deuda pendiente en la Revolución Bolivariana, y es que no tiene impacto en aquellos que están estructuralmente excluidos. Si echamos un vistazo a los sectores que se han beneficiado más de las políticas inclusivas de estos años, y lo que son la base apoyo de la revolución bolivariana, veremos que fundamentalmente son trabajadores  empobrecidos. Personas que solían ser trabajadoras y que se vieron gravemente afectadas por las políticas neoliberales, que terminaron perdiendo sus empleos o fueron condenados a vivir en la pobreza. La Revolución Bolivariana ha permitido que estos sectores tengan acceso a una mejor protección del empleo, mejores salarios, seguridad social, un aumento del mercado de trabajo, la revalorización de la clase obrera, que ha contribuido de manera importante a la calidad de vida de este grupo, que fue golpeada muy mal por neoliberalismo. Pero la revolución ha fracasado en términos de crear políticas para aquellos que están excluidos estructuralmente, aquellos que nunca han entrado en el mercado de trabajo, o que nunca estuvieron en la educación, los que son llamados los socialmente "desafiliadas" en la sociología francesa. Los que están afuera, que nacieron, crecieron y se quedaron fuera de la sociedad, nunca pudieron entrar. Esta categoría coincide con los hombres jóvenes de los sectores populares de la clase trabajadora, pero no es un problema hereditario, es un problema estructural, y es por eso que se necesitan políticas sociales y políticamente inclusivas. Creo que las políticas que están dirigidas a la inclusión social y política, y la creación de espacios de organización, han descuidado a este importante segmento de los sectores populares, y son precisamente estos sectores los que están involucrados en la violencia. La violencia se debe a las mismas causas. Factores estructurales, exclusión estructural, desigualdad, no es nada diferente. Es por eso que la violencia persiste y por eso aumenta. A esta exclusión persistente y crónica, también podemos agregar la dinámica de la desigualdad intra-clase. Por ejemplo, cuando veo que mi vecino o incluso un familiar, está mejorando su nivel de vida. Esta desigualdad intra-clase ha sido una consecuencia paradójica de las políticas de inclusión implementadas en estos años y que puede verse en la intensa inequidad intra-clase que existe entre un trabajador y su jefe. Por ejemplo, un trabajador recibe el salario mínimo, y tengamos en cuenta también como lo ve su hijo, que nunca ha trabajado y nunca podrá conseguir trabajo.

Además, sobre este tema, también podríamos decir que el aumento de las expectativas de consumo que acompaña a las políticas redistributivas también contribuye a la violencia y el crimen como forma de obtener cosas a las que no podemos acceder de otra manera. Muchos de los muchachos que conozco que han estado involucrados en la violencia dicen cosas como "no puedo comprar los zapatos que están de moda ahora" o "no puedo comprar una moto". Aunque sus condiciones de vida hayan mejorado debido a las  políticas generales, hay grandes obstáculos por superar en lo que teiene que ver con la exclusión social, así como las expectativas no satisfechas. Para mí, estos son los factores que explican la violencia.
  • ¿Y esto es lo que has descubierto a través de tus investigaciones sobre el fenómeno de la violencia?
No trabajo en el tema de la violencia. Pero mi activismo político debe saber cómo politizar sus demandas, porque la violencia es una respuesta injusta a una situación injusta. Por eso, hay que ver la causa de la situación o los factores estructurales que generan esta situación. Esta politización puede ocurrir de varias maneras, por ejemplo a través de la cultura, que es muy importante para ellos, porque se trata de reconocimiento. Aquí la inclusión y el reconocimiento son demandas muy fuertes, muy importantes, no solo para ser incluidos. También puede darse a través del trabajo, a través de la organización de procesos productivos entre jóvenes que se encuentran en proceso de exclusión. Hay varias experiencias en las que hemos participado que promueven el trabajo y la cultura. Dado que nos enfrentamos con la imposibilidad de hacerlo, ha empeorado. Porque estos jóvenes son hombres jóvenes del pueblo, hijos de la revolución. Literalmente porque sus madres están en los consejos comunales y las comunas, y están empezando a ver al estado como el enemigo. Porque siguen recibiendo la misma receta que siempre del Estado, del gobierno, y eso es la represión, la violencia institucional, las cárceles y la extorsión de los cuerpos de seguridad. Para ellos, el gobierno es la policía. Y entonces la lucha contra la represión es una tarea que algunos de nosotros hemos asumido, y no solo con los hombres jóvenes, porque la represión no solo recae sobre ellos, sino sobre todas las comunidades. 
  • En tu opinión, ¿qué sería necesario para superar esta situación y reformar las políticas de seguridad del gobierno venezolano?
Creo que el primer paso debería ser desmantelar la política actual, la represión contra los sectores populares debería detenerse. Y el discurso. No solo la política represiva, sino también el discurso criminalizante. Además, las políticas y el discurso van de la mano. El discurso dominante de los últimos años, ante la falta de respuesta al caso de los paramilitares. Esto tiene como objetivo hacer que la gente piense que los jóvenes que están involucrados en pandillas violentas en los barrios son paramilitares, y eso es una gran mentira. No estoy diciendo que no haya problemas en los barrios, yo trabajé allí, y simplemente no es la verdad. Son los hijos de las mujeres en los consejos comunales, de los chavistas, que no se han encontrado en la Revolución Bolivariana.  Ellos no son paramilitares. Pero el discurso de los paramilitares ha sido útil para políticas de exterminio. En 2015, el número de muertes a manos de la policía ha llegado a más de 2000 personas, en 2016, según cifras extraoficiales, el número es el doble del de 2015.

Creo que hay dos fenómenos que explican este aumento de la represión por parte del gobierno bolivariano. Entre otros factores, de hecho, está determinado por su propia exclusión del mundo del trabajo. El segundo factor es la idea del paramilitarismo. El anterior ministro de justicia, que ahora es el director de los servicios de inteligencia, construyó esta hipótesis paramilitar para explicar por qué las políticas de seguridad han fallado, y por qué dieciséis años después, el crimen y la violencia continúan aumentando. Pero también, esta hipótesis es rentable para las fuerzas de seguridad. Les da poder y oportunidades para actividades ilegales. Lo que encontré en mi investigación es lo que se llama violencia en el campo. La policía pide dinero, y venden armas. Los grupos delictivos armados reciben armas y municiones de los agentes de policía. Esto significa que este es un mercado muy rentable. La represión y la violencia policial ofrecen oportunidades económicas rentables para la policía y el poder político.La policía, las fuerzas de seguridad, incluso el Ministerio de Relaciones Internas, los responsables de las políticas de seguridad, ensalzan una lógica bélica, construyen un enemigo, y sin negar el grave problema del crimen violento en Venezuela, es la forma de justificar Políticas de seguridad duras, además de ser muy rentables. Pero también hay otro factor. Si miras la historia de Venezuela, estos fenómenos son cíclicos. La represión contra los sectores populares siempre aumenta cuando termina un ciclo de expansión petrolera. A fines de la década de 1980, cuando las políticas expansivas comenzaron a erosionarse, cuando el precio del barril de petróleo disminuyó, junto con la importación del gobierno de Carlos Andrés Pérez, la represión policial aumentó, las muertes a manos de la policía aumentado, así como la población carcelaria. Algo similar está sucediendo ahora. Los precios del petróleo caen, la capacidad redistributiva del estado se reduce, y así aumenta la represión. Claramente, tomando prestada la imagen, se mueve la mano violenta de la coacción. Al mismo tiempo, esto genera legitimidad para el estado, o ciertamente para ciertos sectores, entre la clase media, por ejemplo. Sin embargo, también lleva a perder legitimidad entre los sectores populares. Esto ha sido inscrito en un discurso que está en el corazón del Chavismo, que está creciendo, aunque no creo que sea hegemónico por el momento, pero amenaza con serlo. Este discurso es un discurso antipopular (pueblo), que ve a la gente como el enemigo. Las personas son vistas como ingratas, porque no votaron por ellos en las elecciones en 2015, se las ve como infiltradas de la derecha y como confundidos, inmaduros y carentes de ideología y conciencia. Son vistos como "bachaqueros" [contrabandistas y vendedores de alimentos subsidiados], responsables de la guerra económica. No es el capital quien detrás de eso, son los pobres, quienes sin duda están especulando, pero ese no es el principal problema de la economía aquí. También son vistos como paramilitares; un discurso que tiende a penalizar a la gente, y que para mí, por otra parte, renuncia a lo que es la esencia del chavismo, que es un compromiso de la mayoría popular. 

Esto significa que existe el peligro de que el chavismo termine siendo una minoría que se encierra cada día más en sí misma, que trata de preservar los aspectos externos del poder ejerce cada vez menos, y que pierde las grandes mayorías. Esto es una contradicción con las consignas levantadas por el Comandante Chávez. Por lo tanto, creo que lo primero es abandonar esta política, que no implique impunidad, y buscar políticas eficientes. Por ejemplo, castigando con la cárcel los crímenes más violentos. Esta es la gran ironía, porque trabajo en las cárceles y los que cometen los crímenes más violento no están en la cárcel. Quienes están en prisión han estado involucrados en delitos callejeros a pequeña escala, traficantes de drogas, el 30 por ciento de la población carcelaria está allí por la posesión de pequeñas cantidades de drogas y pequeños robos. Podrían emplearse un arresto domiciliario. Pero creo que es importante enfocarse en el crimen violento. Desde un punto de vista penal, toda persona que cometa un crimen violento, un homicidio, un secuestro, un robo con violencia, sabe que van a tener que enfrentarse a la justicia. Pero también es necesario reformar a la policía, porque responde a la violencia con violencia. Esto se debe a que la fuerza de policía se ha convertido en una fuerza de búsqueda de ingresos paralelos, extrayéndolos de los delincuentes y el público en general. En uno de los barrios en los que trabajo, los policías estaban cobrándole a un criminal alrededor de 30,000 dólares por no matarlo. Eso significa que la única manera de que ese criminal pueda conseguir esa cantidad de dinero es cometiendo más crímenes, más extorsiones, más secuestros, con el fin de ser capaz de salvar su propia vida. Es también evidente que la mayoría de las armas que se utilizan en los crímenes provienen de los agentes de policía que las están vendiendo. Eso significa que la policía no es la solución, es un problema. Es necesario retomar el camino de la reforma policial que comenzó en 2006. Creo que es una tarea esencial, así como para desmilitarizar las fuerzas de seguridad, para eliminar el ejército y la guardia nacional de la policía civil, y fortalecer la capacidad de los cuerpos de seguridad ciudadana.
  • ¿Qué pasó con esa reforma policial? 
Creo que la razón de que la reforma de la policía fracasó en Venezuela es la misma razón por la reforma de la policía fallaron en el resto del continente. No es algo exclusivo de nosotros. Fracasó en todo el continente en las fuerzas policiales democráticas. En primer lugar, es difícil para una policía democrática llevar a cabo las políticas de seguridad de mano dura, cuando les piden matar o detener a tantas personas a diario, para las estadísticas. Eso política refuerza la represión policial, porque la policía deja de ser democrática y actúa de una manera muy violenta. Esto ha ocurrido en todos los procesos dirigidos a la reforma policial en todo el continente. En El Salvador, en Guatemala, la reforma policial ha fracasado debido a esto. En segundo lugar, debido a la militarización de las políticas de seguridad, la participación de los agentes militares, la Guardia Nacional o de las fuerzas armadas que no están preparados para las tareas que involucran a civiles. Esto también desmoraliza a los agentes de policía de civil, pero al mismo tiempo también conduce a la adopción de las prácticas militares y las estructuras de la fuerza de policía civil, que termina por destruir los principios centrales de la reforma. Y en tercer lugar, y este es el caso de Venezuela en particular, la reforma no debe ser sólo sobre la creación de una nueva fuerza de policía nacional, que debería haber sido secundaria, porque esto no resuelve el problema central. Debería haber sido sobre la transformación de todas las fuerzas de policía, democrático-gobernabilidad sobre la policía, y la policía nacional debe ser una fuerza relativamente pequeña, llamado a para tareas específicas. Pero el camino seguido en los últimos años ha sido la de ampliar la fuerza de policía nacional, y este es un enfoque limitado, debido a que la policía nacional se controla desde Caracas, y ha tenido que crecer muy rápidamente lo que significa que los agentes están mal entrenados. Mientras tanto, nada de esto garantiza que la reforma se lleve a cabo en otros cuerpos de policía, fuerzas policiales a nivel estatal, por ejemplo. Entonces creo que tenemos un problema grave. También necesitamos repensar las penas de prisión; las respuestas punitivas son fundamentales pero insuficientes. A pesar de que el gobierno ha tomado el control de la mayoría de las cárceles, todavía hay decenas de miles de cárcel. Después de que Chávez llegó al poder, la población reclusa se redujo a 12.000, ahora hay una población carcelaria de 50.000. Eso no incluye centros de reclusión, que en conjunto podría significar que hay actualmente 100.000 personas tras las rejas.

Todo esto tiene que ver con la idea de que las políticas represivas son la forma de tratar con personas que no han sido beneficiadas por las políticas sociales. Obtienen la política de criminalización, la mano derecha del estado. También creo que la mayoría de la población encarcelada está esencialmente allí por delitos menores, que tiene que quedarse junto con los criminales más violentos y peligrosos. Esto también está íntimamente ligado a la violencia, cuando la población carcelaria aumenta, lo que ha sucedido en Venezuela, Brasil, en todo el continente ...
  • ... Bajo gobiernos izquierdistas ...
Sí, pero no de manera única, también sucedió en El Salvador bajo Arenas, etc. 
  • ¿Este problema cruza las fronteras ideológicas, entonces? 
Creo que una de las cosas a tener en cuenta al sopesar los gobiernos progresistas en la región es que son indistinguibles de la derecha. En todos los casos ya pesar de los intentos iniciales de construir diferentes fuerzas policiales, todos terminaron en una especie de populismo punitivo, que los vincula con los gobiernos neoliberales del pasado. Y el efecto paradójico es que las bandas criminales se han generado dentro de las cárceles, que existen en una gran parte de las prisiones de América Latina, y luego transfieren esa organización a los barrios, a las áreas de clase trabajadora. Y entonces, mientras hay más personas en prisión, hay más violencia. Es necesario reducir la población carcelaria y buscar alternativas a la prisión para la mayoría de los delitos no violentos. Hay un cierto moralismo en los proyectos izquierdistas de la región, que tiende a bloquear cuestiones como la legalización de las drogas. Creen que la prohibición de drogas solo ayudará a fortalecer el contrabando de drogas y el capital privado. Pero legalizar las drogas es un tema importante, debido a que las drogas son contrabando. De hecho, alrededor del 30 por ciento de la población carcelaria está allí debido a las drogas. También solo gente pobre, va a prisión en este país. No puede haber socialismo, no puede haber igualdad, si el sistema de justicia es así. Es el más pobre el blanco del sistema penitenciario, los más pobres son las personas que son acusadas y sentenciadas. Es necesario construir un sistema de justicia mucho más justo. Además, el sistema también está llena de hipocresía, porque, por ejemplo, pero el propietario conglomerado Polar Lorenzo Mendoza nunca irá a prisión por delitos económicos, no, es la mujer del barrio que la encarcena por estar vendiendo tres paquetes de harina de maíz, o el dueño de la tienda local en el barrio. Esto demuestra que el sistema de justicia continúa produciendo una gran desigualdad. Más allá de los cambios en el control del estado, el control sobre la policía, creo que tenemos que avanzar en otras áreas. Un área es la política hacia los jóvenes excluidos. Este gobierno sigue careciendo de políticas para este grupo demográfico y la única política que tiene es la represión. Si no se presentan políticas para la juventud excluida, no sólo es que la violencia va a ir hacia abajo, sino que también van a alejar de nosotros a un sector muy importante de la sociedad en un país joven como Venezuela. El hecho de que la juventud no encuentra en la revolución un espacio para su reconocimiento y dignidad. La creación de políticas y espacios para los jóvenes de la clase trabajadora es una tarea esencial que puede llevarse a cabo a través de la creación de empleo, a través de la cultura, mediante la creación de espacios para la participación y el reconocimiento. No se puede decir que la Revolución Bolivariana es la cara de los jóvenes, y luego enviar una misión OLP. -Iniciativa contra el crimen Operación Liberar al pueblo- para matarlos y desaparecerlos.
  • ¿Hay alguna diferencia entre los estados gobernados por la revolución y la oposición?
No, hay un consenso absoluto, y de hecho, a pesar de toda la oposición, el drama en referencia a la OLP, es que es una política que les gustaría desarrollar y que han desarrollado en el pasado. Las muertes a manos de la policía ocurren en cada estado controlado por Chavistas y también por la oposición. De hecho, si quiere ver las leyes que han recibido el apoyo unánime de ambas partes, son leyes represivas. Por ejemplo, la ley para el desarme, que en realidad nunca ayudó al desarme, sino que esencialmente estableció que para tener un arma se debía tener dinero. Básicamente, el problema e la gente armada incluyendo la gente pobre, no la cantidad de armas en circulación, o cómo las pistolas entran en circulación; el problema era que los pobres no podían tener armas de fuego. Y para poder tener armas, tenían que gastar el equivalente a muchos salarios mínimos. También aumentaron la pena de prisión por la posesión ilegal de un arma de fuego. Eso fue la ley de desarme y fue aprobada por unanimidad. Esto también se aplica a otras leyes, reformas regresivas al código penal, reformas que legitiman políticas punitivas. Existe un consenso absoluto entre ambas partes, no hay diferencia, porque el Chavismo tiene cada vez más posiciones derechistas con respecto a la política de seguridad. 
  • Y el OLP y la masacre de Barlovento en diciembre de 2016, cuando se supo que el ejército venezolano estaba implicado en el asesinato de doce jóvenes, ¿son un síntoma de esto?
El OLP no es más que una versión actualizada de las antiguas políticas, se usan en la Cuarta República, la idea de los "operativos". Pertenece a una lógica belicista y militar de seguridad y son tácticas de saturación. Parte de la idea es determinar cierto territorio como territorio enemigo. Es un concepto totalmente antitético para un proyecto revolucionario, ver los barrios pobres, o proyectos de vivienda del gobierno, como un terreno enemigo. En realidad terreno enemigo puede ser el distrito de clase alta Alto Prado, pero no el barrio clase obrera de Caracas La Vega. A partir de la definición de determinar un territorio como territorio enemigo viene la práctica de penetración violenta y saturación, violando los derechos de las personas, arrestando a la mayor cantidad de personas que puedan e incluso ejecutando a algunos que puedan ser presuntamente criminales. Esto se está utilizando en todos los ámbitos, estos planes, que tenían las mismas características en la década de 1980, durante la agonía de la Cuarta República. Es la misma política. Cuando el estado pierde su capacidad redistributiva, aumenta la represión contra la clase trabajadora. Estas son las mismas políticas, no hay diferencia. Incluso en relación con la participación de los militares. Antes de la Operación Libertad, ahora es la Operación Liberación. Es una política que, en mi opinión, intenta responder a demandas de la gente sobre el tema del crimen y la inseguridad, pero la forma de responder a estas demandas termina reproduciendo los problemas de la violencia y la inseguridad y no solucionándolos. La gente en el barrio dice, "¡ya no sabemos quién es peor, la policía o las bandas criminales!". En Barlovento, la gente protesta porque quieren que el ejército se retire pero al mismo tiempo no quieren que los dejen solos con las bandas criminales. En todo caso, esto muestra la rotunda falla del OLP, es un aparato muy letal, muy ineficaz, muy perjudicial políticamente y para la gente también. Pero tiende a ser sobreestimado. Por ejemplo, las muertes en 2016 como parte de la OLP fueron 400, pero las muertes a manos de las fuerzas de seguridad fueron 4000. Lo que quiero decir es que la OLP apenas es la cara más visible de una política mucho más amplia, pero que también es consensual a través de la frontera política, porque las operaciones de OLP pueden ser llevadas a cabo por la policía nacional, el CICPC o la policía municipal, como Sucre, que pertenece a la oposición. Aquí las diferencias entre el gobierno y la oposición son borrosas, hay una comprensión implícita sobre la política de seguridad, que no creo que sea decidida por el gobierno, sino más bien por la policía, que aprovecha la tolerancia del gobierno, su indulgencia y permisividad, para llevar a cabo prácticas de exterminio entre los barrios de la clase obrera. Porque si hablamos de 4000 muertes o tal vez más en 2016, esta es claramente una política de exterminio hacia los pobres, y sobre todo hacia la clase trabajadora en los barrios pobres.

Sé de primera mano de muchos casos en los cuales los hombres jóvenes eran criminales simplemente fueron ejecutados. Tengo un caso emblemático, y voy a escribir un homenaje a este muchacho porque fue como una tragedia griega, un muchacho de un barrio en que he estado trabajando como parte del Ministerio de las Comunidades. Al igual que muchos muchachos de su edad, estaba muy cerca de este problema de violencia, pero había logrado alejarse de él. Va a la casa de un amigo en Los Valles del Tuy en las afueras de Caracas, y la policía aparece allí buscando al enemigo. Matan a los tres hombres que están en la casa ese día, porque todos ellos son sospechosos de ser criminales. Los ejecutan, a sangre fría. Incluso huyendo de la violencia, al final, la violencia lo atrapa, como una especie de destino, una especie de tragedia griega, donde el protagonista intenta escapar de su destino, pero el destino finalmente lo atrapa. El destino de un muchacho joven de la clase trabajadora. Hay muchos, muchos casos como este, muchachos que son asesinados por tener caras sospechosas, la posesión ilegal de una cara, así lo llama un amigo mío. Alcanza con tener una cara joven y morena, es suficiente para que te maten o arresten.

Pero supongamos que tenemos todos estos casos, que están bien informados en la prensa, las organizaciones de derechos humanos, los consejos comunales, la oficina del Defensor del Pueblo y la oficina del Fiscal General, como el caso de Barlovento. Dejemos a todos esos criminales. No hay pena de muerte aquí, y sin embargo, en 2016 hubo 4000 muertes debido a la policía y 2000 en 2015. Incluso si todos estuvieran en enfrentamientos armados, esta es claramente una política altamente letal, como si estuviéramos en guerra. 

Creo que el discurso punitivo que habla de paramilitares termina por justificar las políticas que dice combatir. Porque si son paramilitares, entonces estamos hablando de una hipótesis bélica y pueden justificar esta política de aniquilación, como en tiempo de guerra. En la guerra, buscas neutralizar a tu enemigo. Y eso significa aniquilarlo la mayor parte del tiempo. Y entonces, este discurso, esta hipótesis de los paramilitares justifica estas políticas. Los resultados de esta política, que van más allá del OLP como su aspecto más visible, son extremadamente preocupantes. Desde 2013, incluso antes de que comenzara el OLP, cuando esta violenta política policial comenzó, el número de homicidios no ha disminuido, sino que ha aumentado. Además, la cantidad de oficiales de policía muertos también ha aumentado. Eso significa que una de las víctimas de la política policial es la policía misma. La policía debería ser la primera en oponerse a esta política de exterminio, porque ellos mismos son las víctimas indirectas. El caso de Barlovento era totalmente esperado. Ha sucedido una y otra vez cuando la policía está autorizada, incluso incentivada a llevar a cabo prácticas abusivas. Terminas legitimando el abuso policial, y este abuso no tiene límites. Termina incluso siendo usado para ajuste de cuentas, o para intervenir en conflictos entre individuos. Por ejemplo, voy a matarlo, porque ha matado al otro tipo, y luego lo hago pasar por criminal y listo. Termina haciendo una bola de nieve, porque justifica la violencia policial. Y esos resultados se miden por la cantidad de personas muertas en enfrentamientos, son falsos positivos. La lógica de los falsos positivos en Colombia es la misma. La presión para producir resultados. Y, por supuesto, no pueden presentar estos resultados a través de los tribunales, porque esta no es una fuerza policial que investiga, no es una fuerza policial. Si presentan una orden juidicial de arresto, tienen el fracaso garantizado, por eso los matarán y presentarán la muerte como resultado de un enfrentamiento para justificar sus acciones. Pero esto iba a suceder tarde o temprano debido a la policía, las fuerzas de seguridad o, en este caso, el ejército. Es por eso que han tenido lugar casos como este, Barlovento es quizás el ejemplo más visible.

Debo admitir que fue un gesto importante y es que los militares inmediatamente asumieron su responsabilidad por la masacre de Barlovento y que esos responsables fueron castigados, y tenían derecho a un juicio justo, algo que no dieron a sus víctimas, las víctimas del OLP, a las víctimas de Barlovento les fue negado. Eso es lo menos que esperas de un estado democrático. Y entonces el OLP para mí es un fracaso, porque termina creando oportunidades para tratos ilegales, oportunidades ilegales para la policía, erosionando las bases sociales de apoyo a la revolución, y además, crea más violencia y exclusión contra los pobres, y son los pobres atrapados entre la violencia criminal y la violencia policial, que están cada día más vinculadas entre sí. Debido a que la violencia criminal es reforzada por la violencia policial, y policia alimenta la violencia criminal porque la usa como fuente de recursos por medio de la extorsión y la venta de armas. Creo que es muy importante que el gobierno tome medidas en relación con la masacre de Barlovento, porque si hay algo claro en relación con la violencia policial, es que las prácticas de la policía son sensibles a las señales del poder político. El número de muertes a manos de la policía desciende drásticamente cuando hay un evento como este, como Barlovento, y se producen señales de que este tipo de prácticas no serán toleradas. Por ejemplo, en 2006, con la masacre de Kennedy, cuando el ministro Jesse Chacón decidió llevar la investigación a las últimas consecuencias. Significa que las señales de este tipo desde las altas esferas del poder contra la policía tienen un efecto importante. Además de castigar a los responsables, envían una señal importante que puede conducir a una reducción del abuso policial.
  • Entonces para ti las afirmaciones de la actividad paramilitar en Venezuela son solo discursos.
Estoy totalmente convencido de eso. Tráiganme una prueba de la existencia del paramilitarismo. Dicen cosas como "el tipo de armas que usan". ¡Pero estas armas las vende la policía! Incluso lo reconocen ellos mismos. Hay un aumento en la organización criminal, y mayores niveles de organización criminal, de pandillas criminales, mayor poder de fuego. Pero eso tuvo un efecto paradójico. Lo que ha sucedido en los barrios, por ejemplo en el barrio donde trabajo, es que había una serie de pequeñas pandillas que peleaban entre sí. Dado el aumento de la violencia policial, llegaron a una tregua y comenzaron a organizarse, y ahora que tienen una capacidad operativa compran armas a la policía. Esto significa que un aumento en la fuerza policial ha llevado a un mayor nivel de organización entre las bandas criminales, pero eso no es paramilitarismo. Ahora bien, las experiencias en Colombia, como la de Medellín, muestran que la violencia en los barrios y los mayores niveles de violencia que estimula pueden canalizarse hacia fines políticos. Hasta ahora, no ha sido así, al menos en Caracas, pero es evidente que podría suceder, sobre todo por la violencia policial, poco a poco, consolida la idea de que el estado, el gobierno, y por extensión el chavismo, es el enemigo. Voy a decirte algo, estaba hablando con uno de los muchachos de una de estas pandillas. Le dije "el gobierno dice que ustedes son paramilitares, que tienen vínculos con los paramilitares, ¿qué piensan de eso?". 

Y él responde: "mira Andrés, te diré algo, somos paramilitares, porque si los militares llegan al barrio, los vamos a parar"Estos muchachos no entienden de qué se trata el paramilitarismo. El gobierno los tiene etiquetados de una forma en ellos no entienden, pero que terminan viendo con cierta simpatía, porque lo ven a su manera. Pero estos no son grupos paramilitares, no hay presencia paramilitar. Eso es una mentira
  • ¿Ni siquiera en la frontera entre Colombia y Venezuela?
En la frontera, creo que hay. En el borde hay casos documentados de esto. Hay un libro realmente interesante escrito por el grupo Nuevo Arcoiris, que surgió del ELN. Se llama "Frontera Caliente" y trata sobre los actores armados que operan en la frontera con Venezuela y Ecuador. En la frontera colombiana con Venezuela, hay grupos paramilitares armados presentes, ahora conocidos como BACRIM. Pero, curiosamente, lo que revelan, y esto lo corroboran los datos que también tenemos, es que esos grupos proporcionan custodia a los gobernantes locales, sean del chavismo o de la oposición. Existe una articulación entre estos gobiernos locales y los grupos paramilitares en las formas más amplias, los mercados ilegales, la protección de compras, los inmigrantes, el contrabando de combustible, todo en la frontera. Ahí, sí, existe. Pero esto es irrelevante porque no hay presencia paramilitar en Caracas. Por otro lado, no veo ninguna razón por la cual uno de estos niños en Caracas, si un actor de derecha viniera a ponerle un arma en sus manos y le dice que se lo dará si mata a tal y tal, no lo haría. Me lo han dicho "Lo haría, si me dieran el arma". Tal vez no lo harían si la persona en cuestión es su hermano, amigo, primo, pero podría suceder. Este es especialmente el caso si el estado se convierte en un enemigo para ellos, y no les ofrece ninguna alternativa a la violencia, a estos grupos son los esencialmente excluidos.
  • ¿Cuál es el mayor obstáculo para reformar este panorama?
Hay algunas cosas que son muy evidentes. Una se relaciona con el tema de la oportunidad política para los jóvenes, otros con la policía y el sistema de justicia, y existe el problema fundamental de las armas y las municiones. Aquí han intentado implementar el control de las armas varias veces y no ha funcionado. Existe la polarización política. El tema de las armas de fuego es una oportunidad comercial para los militares en términos de suministro para las clases medias, y nadie está interesado en parar eso. Por el lado del Chavismo no hay interés porque se trata de una oportunidad para los negocios de la policía, y por el lado de la oposición no hay interés porque su base electoral son esos sectores de demanda de armas, la clase media y alta. La clase media cree que armarse a sí misma es la mejor manera de sentirse seguros, a pesar del hecho de que todos los estudios en Latinoamérica muestran que es equivocado. Nadie está preparado para llevar a cabo un control de armas, y el problema de las armas de fuego es fundamental. El 90 por ciento de los homicidios se llevan a cabo con armas de fuego. Mira el problema de las municiones. Es el estado venezolano el que produce municiones cuando sale a matar. No sé cuántas personas este fin de semana. Las personas que morirán hoy serán asesinadas con balas producidas por el estado. Seis millones de piezas de munición se han producido en los últimos años. Podrías probar y controlar la munición. Participé en la Comisión para el Control de Armas, estaba en la Comisión para el Control de Armas, y nunca se hizo nada porque es un negocio. El mercado de armas ilegales es un gran negocio y la gente está involucrada desde ambos lados.
  • ¿Cómo juegan los temas de raza, género y masculinidad en todo esto?
Creo que hay aquí tres factores que se interrelacionan en lo de la violencia policial y en general con todo lo que tiene que ver con la mano derecha del estado: represión, tribunales, cárcel, y esos factores son: raza, edad y clase. Los muchachos pobres que son morenos y varones son los que mueren debido a la violencia criminal, la violencia policia, y porque terminan en la cárcel. Este es también el comportamiento de la policía, los tribunales y los servicios penitenciarios, que sostienen la inequidad. ¿De qué sirven las políticas redistributivas, si estos jóvenes son los que terminan en la cárcel, que mueren o que matan a alguien? Porque todos esto no solo afecta a la víctima directa, sino a sus familias también. Normalmente, los jóvenes son los que aportan los ingresos de la familia, y es la familia la que queda en peores condiciones, pero además termina afectando a la comunidad toda, porque la comunidad resulta quebrada. Los barrios donde se lleva a cabo el OLP están experimentando un desgarro del tejido social, que paradójicamente lleva a más crimen, debido a que la comunidad, la organización comunitaria, es fundamental para reducir el crimen. Esto no se debe a que los consejos comunales actúen como policías, sino porque cumplen una función verdadera de regulación social, con capacidad de movilizar recursos colectivos para parar el crimen en la comunidad. Todo esto recae en los jóvenes negros  y pobres.


En términos de masculinidad, es una explicación tanto de la violencia como de la respuesta a la violencia. Lo que sucede con los chicos con los que trabajo, digamos que su elemento central de su exclusión es el hecho de que su virilidad queda puesta en duda, su masculinidad, que está relacionada con la construcción del género en una sociedad machista y patriarcal. El hombre debería ser el proveedor, debería ser autónomo, debería ser independiente y, obviamente, un muchacho de 25 años que vive con su mamá, que no trabaja, que no puede tener una pareja estable porque no puede tener una casa, etc. etc. contradice ese estereotipo de hombre. Recordé a uno de estos muchachos pudo conseguir un trabajo, pero que lo dejó porque lo hacían limpiar el piso, y decía que eso es trabajo de mujeres. Esta es esencialmente una economía de servicios, y los pocos trabajos que existen son efectivamente trabajos de mujeres. Y entonces la violencia termina siendo una afirmación de masculinidad. Además, el reconocimiento necesario de estos hombres excluidos debe provenir de la afirmación de otros valores, masculinidades alternativas. Pero también está relacionado con el cuerpo. Porque los excluidos solamente tienen sus cuerpos. Para una mujer joven en el barrio que no pueden conseguir un trabajo, su objetivo será convertirse en una mami, una chica bonita, conseguir un novio malandro, o un policía, y ella puede usar su cuerpo para conseguir eso. Un joven del barrio también tiene su propio cuerpo, y esa es su capacidad para llevar a cabo la violencia. No estudió, no trabaja, no tiene un capital cultural como para conseguir un trabajo. Represión también recae sobre los hombres, porque hay una diferencia de género. Las chicas tienen acceso a programas anti-pobreza del gobierno como Madres del Barrio, pero los varones terminan en la cárcel. Pero este también es el caso con la violencia policial. He trabajado con la policía durante muchos años, y también hay un componente de masculinidad. Esta es una disputa sobre la masculinidad, porque la policía también proviene de la misma clase trabajadora. En 2006, cuando comenzamos la reforma policial, se llevaron a cabo diagnósticos en los centros de capacitación para la policía y en la universidad. Ese año, la principal demanda de plazas provino de jóvenes de la escuela secundaria en las escuelas públicas. Eso significa que ser un oficial de policía para muchachos de los barrios es una profesión muy atractiva. Aquí hay una simetría entre la policía y los malandros. Muchos de los muchachos que conozco están involucrados en eso. Tal vez si hubieran ido a la policía, en lugar de ser asesinados estarían fuera de los muchachos muertos, que son como ellos. La presión de la masculinidad también cae sobre la policía
  • ¿Y el impacto en las mujeres en la familia, en la comunidad, las mujeres que están involucradas en la industria del sexo
En primer lugar, de acuerdo con los estudios que se han hecho en Venezuela, la represión policial cae principalmente en aquellos que están devaluados socialmente, los hombres jóvenes en el barrio, los vendedores ambulantes, prostitutas, trabajadores sexuales, la comunidad LGBTQ, transexuales, homosexuales, etc. Si fuésemos a ir a los bares LGBTQ un poco más tarde, veríamos aparecer a la policía maltratando a la gente, molestando a las personas transgénero en el área de una manera realmente brutal. Se trata principalmente de aquellos grupos, grupos socialmente devaluados que no tienen poder. Una cosa está clara si vamos al momento anterior a la Revolución Bolivariana, cuando Chávez llegó al poder la represión contra los sectores populare disminuyó. Recuerdo que viví durante mucho tiempo en un barrio de La Vega, y una vez que apareció un policía de la policía metropolitana intentando dar vuelta todo, que pertenecía al gobierno local que era hostil a la Revolución Bolivariana. Y le gritaban "¿No conoces la Constitución? ¡No puedes arrestar gente así!". Y el oficial de policía tuvo que irse, porque la gente tenía poder efectivo.  

Creo que tienes que ver el aumento de la represión policial ligado a la disminución del poder en manos de la gente. Son grupos socialmente devaluado, sin poder. Pero al mismo tiempo, la policía actúa con una lógica depredadora, una lógica que busca ganancias e incentivos económicos. En este sentido, las posibilidades de extorsión sobre las mujeres son muy frecuentes. Por esta razón, muchas trabajadoras sexuales terminan casándose con oficiales de policía, para que las defiendan de otros policías. Eso es poder contra la policía y otros ataques. Pero tiene mucho que ver con la extorsión. Los ataques contra trabajadoras sexuales transgénero no solo están motivados por evaluaciones morales, sino también por prácticas de extorsión, para obtener dinero de actividades ilegales. La represión también tiene un efecto muy significativo en las mujeres, y no solo en las trabajadoras sexuales. Una chica con la que estaba trabajando tenía una relación de pareja con un criminal, lo mataron hace tres semanas. Ahora ella está sola con una hija pequeña, sin trabajo ni dinero. Es una situación de bancarrota. Esta política de exterminar a los hombres jóvenes no solo termina eliminando el sustento de toda la familia, sino dejando a muchas viudas en una situación desesperada. Por eso creo que la clave para enfrentar esta represión es a través de la movilización de las mujeres, porque las mujeres sufren de manera muy grave, como madres y esposas, de esta violencia en todas sus expresiones, incluida la violencia policial.

  • ¿Deseas hacer alguna observación final?
Me parece que los procesos emancipatorios tienen un desafío histórico. Yo creo que el capitalismo se ha transformado. Hace treinta años, la emancipación estaba relacionada con la emancipación de la fuerza de trabajo. Pero lo que ha sucedido en las sociedades post-industriales, posfordistas, en las sociedades neoliberales, es que el trabajo se ha convertido en un bien escaso, las grandes mayorías están fuera del mercado laboral, excluidas del trabajo. Al mismo tiempo, la dimensión criminal del capitalismo, la dimensión de desregulación que se expresa políticamente a través de neoliberalismo, pero también a través del crimen organizado y los mercados ilegales, está reclutando a los excluidos, que ya no están en la fábrica, pero son reclutados en las redes del crimen organizado, tráfico sexual, redes de prostitución, narcotráfico, negocios informales, contrabando, tráfico de alimentos. Hay una transformación del capitalismo, y también la transformación de los sujetos explotados, aquellos que sufren la opresión capitalista. Creo que es necesario repensar nuestra estrategia hacia esos sectores, que no son movilizados por los lemas o programas tradicionales de izquierda y son presentados como criminales y lumpen. Pero esta es una base fundamental, lo mismo que la clase trabajadora que sigue existiendo, para la transformación de la sociedad. Esto creo que es un debate urgente para la izquierda.

Fuente: New Cold War. https://www.newcoldwar.org/andres-antillano-the-revolution-has-an-outstanding-debt-to-the-socially-excluded/

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