Vicalvarada’ en Rostov: efectos en los mercados

Juan Ignacio Crespo

La primera reacción financiera a la insurrección de Wagner ha sido estándar, aunque aún están por ver las consecuencias políticas. 

La historia registrada ha sido tan pródiga en acontecimientos que al putsch aparentemente fallido de Yevgueni Prigozhin contra el establishment o poder establecido en Rusia podría compararse con más de un hecho del pasado. Si aquí elegimos la Vicalvarada es por las razones que se verán.
La Vicalvarada fue un golpe de Estado fallido contra el Gobierno de Isabel II, pero no contra la reina misma. Como su nombre indica, se inició en la guarnición acantonada en Vicálvaro (entonces pueblo y hoy barrio de Madrid) y tuvo un desarrollo que recuerda mucho lo que le ha sucedido al líder del grupo mercenario ruso Wagner. Las causas tuvieron que ver en 1854 con el descontento de los muy politizados militares progresistas del ejército español ante la deriva que había tomado el Gobierno del período moderado presidido por el conde de San Luis.

La intentona, liderada por el general O’Donnell, duró dos días, tras de los cuales y por el resultado indeciso de los choques con las fuerzas leales al Gobierno, el general hizo algo parecido a lo hecho por Prigozhin el sábado: tomar las de Villadiego y encaminarse con sus tropas hacia el sur, intentando refugiarse en Portugal, a la espera de que otras guarniciones se sumaran al levantamiento. En el manifiesto que publicaron los rebeldes poco después se señalaba que ellos no iban contra la reina sino contra la camarilla que la rodeaba y que lo emponzoñaba todo. Textualmente querían la “conservación del trono, pero sin camarilla que lo deshonre”.

Igualmente, los primeros propósitos de Prighozin iban encaminados a provocar la caída del ministro de Defensa y del jefe del alto Estado mayor ruso, pero no contra el propio Putin. Prigozhin lo que quiere es que la guerra en Ucrania sea más efectiva para el bando ruso, pero al no tener la adhesión de otras unidades militares ha optado por refugiarse en Bielorusia, que sería para él lo que, eventualmente, fue Portugal para O’Donnell y sus seguidores.

¿Y cuál ha sido la reacción de los mercados financieros al golpe de estado fallido en Rusia? Pues una reacción totalmente estándar, muy parecida a la que tuvieron en las dos últimas ocasiones en que se produjo una sublevación militar o política en Rusia.

La primera de esas dos ocasiones se produjo entre el 19 y el 22 de agosto de 1991 y estuvo encabezada por políticos del Partido Comunista que añoraban el régimen soviético que Gorbachov estaba reformando. Fue la ocasión en que Boris Yeltsin se dio a conocer al mundo al encaramarse a un tanque con un papel tembloroso en la mano en el que estaba el discurso que iba a pronunciar desde ese púlpito improvisado. El golpe del bunker comunista fracasó y se inició la desintegración de la Unión Soviética.

Por lo que parece, aquello fue un trauma de tal entidad para Putin y parte del pueblo ruso que podría decirse que de aquellos polvos vienen estos lodos en los que están chapoteando lamentablemente Rusia, Ucrania y, aunque no lo quiera, el mundo occidental, por no decir el planeta entero.

¿Y cuál fue la reacción de los mercados entonces? Podría decirse que fue una reacción completamente estándar: cayeron las Bolsas y se inició una huida hacia los valores refugio típicos, como la deuda pública de EEUU y el dólar. El precio del oro también subió el primer día del golpe, pero cayó inmediatamente después. El precio del petróleo se elevó un 8%, pero cayó también más tarde, si bien recuperó la senda alcista durante un par de meses.

Algo más de dos años más tarde (entre el 21 de septiembre y el 5 de octubre de 1993) se produjo una crisis constitucional en Rusia con motivo de que Boris Yeltsin quiso disolver el Congreso y el Soviet Supremo, y estos le correspondieron destituyéndole. Después, los diputados nostálgicos del régimen soviético se encerraron en la sede del Parlamento y, tras unos días de asedio de las fuerzas del orden, fueron desalojados del edificio a bombazo limpio.

En este segundo choque guerra-civilista los mercados financieros también reaccionaron de manera más o menos estándar: las Bolsas de EEUU y europeas se desestabilizaron (aunque no mucho), y tres semanas más tarde estaban en el mismo nivel que al inicio de la crisis política. Igual que en otras ocasiones, la deuda pública de EEUU (con una subida de precio) y el dólar hicieron de activo refugio.

Con la Vicalvarada de Rostov (que se diferencia de la original en que ahora se trata de tropas mercenarias y en guerra) la reacción de los mercados en el primer día y medio de negociación ha sido otra vez bastante estándar: el precio de la deuda pública de EEUU ha subido; el del petróleo también lo ha hecho ligeramente; el oro se ha revalorizado y las Bolsas han caído. Solo el dólar se ha quedado bastante apático.

¿Qué es lo que va a pasar a continuación? En los mercados probablemente será un buen pasar, sin mucho estrépito. En lo político queda aún por ver el desenlace, aunque haciendo un paralelismo con la Vicalvarada (hay que recordar que, un mes después, una insurrección popular llevó a un cambio de Gobierno, convocatoria de Cortes Constituyentes y marcha al exilio de la reina madre María Cristina) sería muy extraño que no veamos consecuencias políticas en Rusia, aunque sea con efecto retardado. Y los mercados alterándose en consecuencia.

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Juan Ignacio Crespo es estadístico del Estado y analista financiero

https://cincodias.elpais.com/opinion/2023-06-28/vicalvarada-en-rostov-efectos-en-los-mercados.html

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