El gran explicador de derrotas
Una opinión personal
Quién no quiera mancharse las botas que no se dedique a la acción social.
Nikolái Chernyshevski
Más que un único explicador, tenemos algo así como un concurso entre varios explicadores de varias derrotas, un concurso por quién es el peor. Apenas para ejemplificar, veamos uno. Dice una nota de un comentarista político, Leonardo Haberkorn (LH):
"Para el expresidente Tabaré Vázquez los medios de comunicación fueron responsables de ocultar los logros de su gobierno y por eso el Frente Amplio perdió las elecciones". (1)
Esa es la explicación de una derrota concreta que da el derrotado, pero marca una tónica general.
Para LH, en cambio, el principal responsable de la derrota del Frente Amplio es, en realidad, Tabaré Vázquez. Y debo estar de acuerdo y en desacuerdo a vez, con esa afirmación, como aclararé. Comparto sí lo que agrega, que Tabaré explica su derrota sin ninguna autocrítica de sus propios errores. Pero también aquí falta algo: NADIE lo hace. Tampoco es con LH la cosa, es sólo un ejemplo de una forma muy común hoy día de pensar.
Esquemáticamente, lo que quiero desarrollar acá es:
1. Ha ocurrido la derrota electoral del Frente Amplio, pero también la derrota de todos los sectores de la izquierda extra frentista, hayan participado en las elecciones o no.
2. "Organizadores de derrotas" podríamos decir, como Trotsky en su libro de 1928 sobre la Tercera Internacional después de Lenin. Pero luego de la derrota, peor aun cuando la quieren explicar.
3. Pero hacer simples responsables de la derrota a los "jefes" es agrandarlos demasiado. La lucha política tiene una base social que la encuadra, y las condiciones sociales cambian. La estrategia política tiene que partir de comprender esas condiciones y sus cambios, y cada estrategia representa un actor de esa lucha social.
Dice LH: "Vázquez hizo una primera presidencia muy buena y el Frente Amplio
mantuvo el poder el siguiente período. Luego hizo otra presidencia y el
Frente Amplio debió entregarle el poder a Pompita". Y enumera todos los incumplimientos y otras malas de su segunda presidencia (comparto alguna de sus críticas, aunque en otras lo que reclama es para peor).
¿En qué, para qué y por qué fue "buena" la primer presidencia de Tabaré? ¿Y por qué no pudo ser así la segunda, es por "obcecado y tozudo", simplemente? LH, y no sólo él, tienen una interpretación "carlyliana" de la historia, aunque por la contraria en este caso. Son los líderes los que determinan el curso de los hechos, y hacen lo que quieren hacer. Y entonces si las cosas salen mal, es el líder que metió la pata. Y éste, al otro lado del mostrador, explica la derrota con lo de "fuerzas
oscuras", en este caso los medios de comunicación. Para una interpretación materialista de la historia, los líderes son consecuencia y no causa.
Pero no sólo los líderes. El FA fue derrotado y escuchamos varias explicaciones, dentro de él, sobre por qué pasó. Los sectores de izquierda extra frentista también fueron derrotados, y nos dan sus explicaciones. Se han cumplido 43 años del golpe y la huelga general, en que la clase trabajadora terminó derrotada, y escuchamos explicaciones. Y lo mismo sobre la situación actual de los trabajadores en el mundo, en el continente, en el país.
Todo esto me suena así. Salimos
a la cancha y en el primer tiempo, el rival nos hace 7 goles. En el
vestuario en el entretiempo viene nuestro DT con una pizarra y empieza: "Voy
a explicar cuál fue el plan de juego del otro cuadro, en qué consiste,
cómo funciona, y cómo fue que nos metió el primer gol, cómo el
segundo... ". Tabaré mostrando lo que hicieron los medios de
comunicación es apenas un ejemplo. Fuimos derrotados porque el enemigo
lo hizo. Y eso fue así, así, y así.
¿Y nosotros? ¿Tuvimos un plan de juego, qué pasó? De eso, nada.
Es evidente que la primera presidencia presidencia del FA cumplió una finalidad y la pudo cumplir. Tabaré en el sillón es una circunstancia, que también hay que explicar. Hay que ver el qué, por qué y para qué.
CUMPLIÓ la finalidad de sostener la continuidad del sistema capitalista y llevar adelante determinados cambios "posibles" (posibles dentro de ese contexto) para satisfacer demandas acuciantes de los sectores populares, algunas al menos. Y al mismo tiempo, al establecer límites muy definidos a esos cambios, dar tranquilidad ulterior a los sectores dominantes. Si fue una "buena" presidencia, es en tanto esa finalidad sea considerada así. Y en eso, a su vez, entra el problema de si había o no otras opciones posibles. Y también, en el proceso, la transformación del instrumento Frente Amplio. La función hace al órgano, aunque no sea cierto eso en general, aquí parece.
Y PUDO CUMPLIR esa finalidad porque, a) los partidos de la derecha tradicional habían sufrido un fuerte desgaste en su gestión de la crisis reciente y eso habilitaba un relevo al menos transitorio, b) los sectores populares también habían sufrido desgastes, tanto por la sucesión de duras luchas como por las circunstancias de precariedad que trajo la crisis misma, c) una coyuntura internacional excepcionalmente benigna permitió el "derrame" (acotado) justificando la conciliación, a ambos lados de la cancha, y d) pudo disciplinar verticalmente al FA y subordinarlo a la presidencia, incluyendo la bancada parlamentaria. Desarrollemos este último punto, pero antes, para caracterizar en un trazo ese gobierno mal llamado "progresista", lo haremos así: socialdemocracia reformista, muy atenuada, y semi bonapartista. El sentido de esto quedará claro en todo lo que iremos diciendo.
Y los puntos a, b y c que señalamos son un esquema de "punto de Nash", un equilibrio que ocurre porque cada parte prefiere por su lado jugar a no perder en vez de "patear el tablero" y arriesgarse a una confrontación radical e incierta. Ese equilibrio parcial y transitorio es una coyuntura especial. La lucha de clases, el encuadre histórico-social y las condiciones materiales, junto con la acumulación política y cultural previa, explican ese punto.
Nos queda entonces Tabaré. Es curioso que en su primera presidencia se lo haya pintado como un gran estadista, y ahora es un tronco. Han habido incluso "análisis" que explican el cambio de situación general por el cambio de actitud de Tabaré. ¡No estuvo a la altura de su primera vez!
Tabaré fue un actor de primera línea en un proceso general del FA de preparación para acceder al gobierno, que involucra muchos otros actores, e incluso en competencia (como fue el caso de Astori) por quién representaba mejor la misma orientación, de:
a) Abandono de toda referencia anti-capitalista, siquiera a largo plazo, lo que implica una transformación ideológica para el propio FA. Tabaré pretendió incluso un cambio de identidad, el "progresismo", con otra orgánica, otro nombre e incluso bandera, que no pudo ser llevado a ese extremo. Pero se hizo al "modo Astori", conservar la identidad del FA pero transformarlo en un partido social-liberal con un programa explícitamente anti socialista y pro dependencia.
b) Reducción drástica de la participación y poder de decisión de las bases. Es evidente que ese proceso en que el FA se transformó, dejó de ser una organización de militantes para pasar a ser una organización de dirigentes, cuadros de aparato, y votantes. Esto implicó un cambio de estilo, y (dentro de ello) una dependencia de los medios de comunicación. Son medios privados y con íntimas conexiones con la élite dominante. En un primer momento eso no significó un problema grave porque también entraron dentro del pacto social. Pero el cambio de coyuntura significó un giro en los intereses inmediatos de la clase dominante que apostó al relevo político. La actitud de los medios es simple consecuencia de esto, totalmente previsible. En toda su etapa de desarrollo y ascenso político el FA enfrentó la hostilidad de los medios, y lo pudo hacer con éxito porque en ese tiempo era el militante el que llegaba a los adherentes y los organizaba y multiplicaba. También en este caso, y en un sentido muy especial, el "medio" es el mensaje.
c) Verticalismo autoritario. Es allí que Tabaré jugó un papel central, precisamente en su primera presidencia. Pudo hacerlo así porque eso era funcional al estilo y métodos que resultaron ser un vehículo para la mejor transformación regresiva del FA, que fue el precio para cruzar el umbral. Dejame sentarme en el sillón que yo te lo cuido y no dejo que rompan nada, aunque algo a cambio tengo que darles. Es lo que llamamos equlibrio de Nash.
Esa inclinación autocrática de Tabaré era perfectamente conocida, y llegó a extremos inconcebibles como el veto a la ley del aborto. ¿Qué tanto asombro entonces en que siguiese siendo "obcecado y tozudo" si siempre lo fue? Una persona de esas características personales no es de esperar que cambie a los 75 u 80 años, menos aun si le toleraron esos desplantes.
Lo que debe destacarse aquí no es tanto Tabaré, sino que fuese de nuevo Tabaré. El FA no tuvo, no quiso tener más bien, ninguna capacidad de renovación, cuando era claramente necesario luego de Mujica. La era de los gerontes debería haber terminado allí, y abrir camino a los relevos. El que no ocurriese tuvo serias consecuencias. Y la razón por la que no ocurrió es, nuevamente, el miedo al cambio.
El FA había pasado a ser una estructura burocrática y conservadora por completo y no sólo a medias como ya lo había comenzado a ser en su contradictorio proceso. Pero ahora, además, rige oficialmente el estilo de pensamiento burocrático conservador.
Esto es lo que se conoce como dialéctica de las conquistas parciales. "Se comportan como si toda nueva conquista del movimiento obrero tuviera que estar subordinada de manera absoluta e imperativa a la defensa de lo que existe"(2).
Cuando se ha logrado una parte, y pelear por todo lo que falta implica arriesgar lo que se tiene ¿qué importa más? Y si, para no arriesgar lo que se tiene, la paz con el enemigo significa renunciar a lo que falta y garantizar que no se va a mover un dedo por ello ¿qué se hace? (Hemos visto esa lógica en acción en las recientes negociaciones salariales, pero no nos adelantemos aunque a eso habrá que llegar.)
Al plantearse la pelea por el tercer período de gobierno, el FA debió haber relevado a los gerontes y encarar una renovación, porque siempre hay que pensar en pasado mañana. Pero poner en primera fila unas caras un poco más nuevas aunque sea, era correr un riesgo. Se decidió hacer lo peor en todo: Tabaré-Sendic. Con lo de Sendic no vamos a insistir porque se ha hecho un terrible ruido por un simple ladrón de gallinas, el verdadero problema es que, ante una exposición pública que era inevitable, respondió de la manera más tonta posible, y reiteró y reiteró. Errare humanum est, sed perseverare diabolicum.
Tabaré, en cambio, ya no simplemente reiteró el estilo autoritario de su primera vez, sino que lo acentuó y agigantó. Nombró el gabinete sin consultar a nadie, declaró la esencialidad de la educación en pleno conflicto, llegó al ridículo de ofenderse con la prensa en 2017 porque le dieron más importancia a los problemas de una cumbre presidencial que a un título pedorro que le dieron en Mendoza, sólo por cumplir.
En realidad, las condiciones favorables de su primera presidencia ya no existían. La bonanza se terminaba, la conflictividad subía, y la paciencia de ambos bandos opuestos se agotaba. Y de qué lado iba a estar Tabaré ya estaba claro. Dice LH que en esa segunda presidencia no cumplió con el 6% del PIB para educación. ¡En la primera menos! Lo mismo ocurre con su encubrimiento ("no leyó" lo que había firmado) en el caso Gavazzo, otro punto que señala, ¡el sostén de la impunidad fue mucho más explicito en su primera presidencia, la "muy buena"!
Es que ahora se notaba más, porque ya no era posible dar pequeñas concesiones a los de abajo a cambio de gobernar para los de arriba. Lo que hizo Tabaré es huir para adelante, y esa es la base de su recrudecimiento autoritario. En realidad, ese agrandarse de más es su característica, ganar de mano, hacer centro, siempre por inferioridad sobrecompensada. Funcionó, hasta que un día dejó de funcionar, y ya explicamos por qué.
Todo esto ha sido simplemente para mostrar cómo Tabaré no fabrica la derrota de la nada, simplemente es un actor de la derrota que ha sido preparada orgánicamente por el FA mismo al elegir la estrategia de sacrificar todo su contenido contestatario a cambio de un gobierno de conciliación de clases, atándose luego al sillón y con ello al naufragio. Tabaré, sí, es nuevamente el portavoz negacionista del significado profundo de esa derrota.
Y, para más claridad aun, la propuesta electoral del FA (y de la burocracia sindical afín) fue esta vez no perder lo que se tenía.
Pero como dijimos, no es la única derrota ocurrida. Es muy significativo que la izquierda extra frentista, tanto en sus expresiones electorales como extra electorales, cuando mejores condiciones tiene para hacer avanzar una política de izquierda radical o "post progresista" (las condiciones del agotamiento de la política frentista de conciliación de clases, que hemos señalando) peor le va. ¡Uf!, me objetarán tal vez que mi caracterización del FA es equivocada por demasiado generosa; pues bien, cuanto peor lo califiquen más nítido es ese resultado negativo.
Tanto en el caso de Unidad Popular que hizo una campaña electoral de cinco años centrada en un todo al crecimiento parlamentario para terminar perdiendo su banca, como en las otras expresiones más pequeñas que siguen en el gueto, como el voto blanco/anulado que obtuvo en la segunda vuelta la cifra más baja de todas las elecciones precedentes, lo que vemos es una clara derrota. ¿Y a continuación qué? Cero autocrítica.
Y peor aún, ratificación cada uno de su estrategia, la misma que acaba de fracasar. Los alquimistas, antes de que se inventase el método experimental (ir cambiado las variables de a una, y verificar), repetían siempre la misma fórmula. No funcionaba, la repetían todo igual. No funcionaba, la repetían todo igual.
Pero veamos un término que hemos usado más arriba: bonapartismo. No queremos hurgar en la teoría que es tal vez demasiada. Simplemente decimos, en general, que cuando lo viejo empieza a morir y lo nuevo todavía no logra nacer, aparecen esos monstruos para ocupar el lugar. Para esta línea explicativa, la clásica, pero que no veo que nadie discuta en sus fundamentos, el fenómeno político bonapartista ocupa un lugar que se da por un vacío relativo. Ese vacío es el que nosotros no logramos llenar. Nuestra incapacidad relativa es la causa de fondo, y el bonapartismo la consecuencia. ¿Y cuál es el origen de nuestra incapacidad? Pues un montón de razones históricas, estructurales, culturales, etc. etc. etc. Hay, por supuesto, causas objetivas. Pero también hay una cuestión subjetiva de enorme importancia: no hemos sabido aprender de nuestras propias derrotas del pasado. Y seguimos como el alquimista. Y peor aun, cada alquimista con su librito.
El discurso negacionista de este sector consiste en invertir la relación causa-efecto. Nosotros no podemos hacer la revolución porque están ellos ahí. En este caso es el discurso del "fraude amplio". Esa falsa izquierda, que es un fraude, impide que la verdadera izquierda se desarrolle. El día que no haya ningún equipo rival en la cancha ya verán como llenamos de goles ese arco vacío.
Esto puede sonar muy abstracto, y por lo tanto injusto. Veamos entonces el caso más concreto de la actual situación política: la lucha contra la LUC. Y con eso terminamos esta larga perorata.
El FA votó varios artículos de la LUC, y lo justificó por la "mejora" que había logrado en la negociación con el gobierno. Eso, de por sí, lo inhibía a convocar al referéndum revocatorio. Pero es totalmente evidente que la LUC es un avance global y estratégico contra los trabajadores y sectores populares. Todo esto tiene que inscribirse, precisamente, en la estrategia del nuevo gobierno, y no tiene sentido ver cada aspecto como una medida aislada, midiendo que "no tan malo" puede ser. Es como que te estén acribillando a balazos y digas que las hereidas menores no tienen importancia; si es que fuesen realmente "heridas menores", porque no hay nada menor en la LUC. (Para una visión en perspectiva, ver 3)
La posición del FA es desarmar la lucha contra la LUC como moneda de cambio para conservar así alguna parte aunque sea de los cargos en el aparato del estado. Ese es su objetivo principal en esta etapa, en tanto fuerza política que representa los intereses de la burocracia, los sectores medios, etc, sus intereses dentro del sistema capitalista. Por supuesto, en esta fuerza política como en todas, los intereses de la clase que sea no se expresan en forma "químicamente pura", porque así es la sociedad de clases, pero nos referimos a lo que es hoy su base social principal.
El FA ha cumplido durante toda su gestión de gobierno el rol de contención de la lucha social de los explotados dentro de límites aceptables para el sistema. Como hemos dicho más arriba, lo "aceptable" es hoy mucho más acotado. Y si antes podía el FA otorgar algo a cambio de esa contención, hoy ya no.
Entonces comienza una gradual movilización abajo. De nuevo, no es un fenómeno químicamente puro. En la negociación salarial la burocracia sindical aprovechó las condiciones de la desmovilización incluyendo cuarentena para llegar a acuerdos vergonzosos con el gobierno y las patronales, que implican rebaja salarial. La LUC, ley ómnibus, es otra cosa, porque es más difícil fragmentar la resistencia. Casi naturalmente cada sector golpeado mira a los demás, a los que se agrega que muchos de ellos son difusos y no tienen encima una burocracia estable de intermediación.
La lenta marea de diferentes luchas de resistencia encuentra en la LUC un punto de encuentro. Nadie lo planeó así, simplemente ocurre. Nadie, y menos todavía el FA. Votó gran parte de la LUC y ahora no sabe dónde meterse. Pero la marea sube con o sin FA. En todas las movilizaciones recientes puede verse una presencia muy marcada de jóvenes, y en todos los colectivos que van naciendo, también. La gente hace su propia experiencia y eso ha sido así, siempre. No se van a guiar por lo que digan los dirigentes que han transado con el gobierno.
Ni por lo que digamos nosotros, ¡por suerte! Habrá de todo allí, y las cosas madurarán a su ritmo. Y ese es el sentido que queremos dar a la frase del gran populista ruso con la que abrimos esta nota.
Y entonces, en la lucha contra la LUC se presenta una opción: el referéndum (recomiendo esta nota, 4).
Los argumentos en contra de esa opción son insostenibles, veamos algunos.
a) Podés perder, y con eso legitimás la ley. - Si no hacés nada, legitimás más.
b) Hay otros medios. - Cualquier otro medio te enfrentará a la pregunta: ¿y por qué no ese?
c) Votar no es el camino. - Eso se ha dicho muchas veces, pero, o no se avanza más de un paso, o se avanza combinando, esa ha sido siempre la experiencia. Y en este caso es obvio. La firma y voto, aunque hayan sido mal usadas, también son una forma de trabajo político de masas, directo e indirecto. Y no se puede subir la escalera sin subir los escalones.
Dentro de esa opción hay dos alternativas, por toda o por parte. Es obvio que por toda. Los que votaron parte tienen problema, pero es su problema.
Eso explica las vacilaciones del FA y el PIT-CNT. Pero como dijimos, hay otro sector, el de la diversa y fragmentada izquierda extra frentista. Y allí se han manejado esos argumentos, y al final otro más, que es el de siempre.
"No ir detrás del reformismo". (Se lo repite de muchas maneras, algo diferentes)
¿Y por qué no te pusiste vos delante? En el momento en que estaba el vacío, claramente visible, te quedaste mirando. Ahora amaga a ser llenado, mal y a medias, pero ni siquiera se llena todavía. Y entonces seguís mirando y esperando a que los bonapartistas terminen de ocupar, mal y a medias, el vacío ¡para denunciar que lo ocuparon!
Ese es un ejemplo de la hipótesis general, sobre la izquierda radical, que expuse más arriba.
Puedo comprender -no justificar- que el que tiene algo que perder no se anime a la pelea. ¿Pero el que no tiene nada?
1) http://infoposta.com.ar/notas/11163/v%C3%A1zquez-el-principal-responsable-de-la-derrota-del-frente-amplio-es-usted/ (véanlo acá y se ahorran pagar a El Observador)