Ecuador: No es traición, es evolución pragmática... ¿Y crisis?
>Francisco
Hidalgo Flor
En Ecuador el
próximo domingo 4 de febrero se realizará la consulta popular
convocada por el presidente Lenin Moreno cuyo objetivo principal es
consolidar una base de apoyo institucional y social para su
estrategia de conducción de gobierno en ruptura y confrontación con
su ex – correligionario Rafael Correa, proceso que ha llevado a la
par a la fragmentación del partido de gobierno Alianza País.
Es la culminación
de un transcurso trascendente y vertiginoso, pues en apenas ocho
meses alteró radicalmente aspectos sustanciales de la hegemonía
política que dio sustento a la elección de Lenin Moreno y mayoría
parlamentaria a Alianza País: Jorge Glass no solo que ya no es el
vicepresidente de la república, sino que guarda prisión y está
condenado por asociación ilícita en el entramado de corrupción
protagonizado por Odebrecht; el partido de gobierno se fracturó en
dos alas: la una, calificada de “morenista”, controla ahora el
aparato oficial y la mayoría del bloque parlamentario; la otra,
calificada de “correista” se ha desafiliado del partido, intenta
formar otro, y significa la principal expresión de oposición al
régimen.
El estudio de
estos acontecimientos es complejo y requiere de una lectura integral,
pero observamos que en los analistas internacionales, en especial
aquellos ubicados dentro de la llamada tendencia progresista,
predomina una lectura inmediatista y simplificadora de la traición
al líder y a la autodenominada dirección revolucionaria.
Para estos
analistas en Ecuador estamos frente una situación asimilable a la de
un golpe de estado, se trata de derechistas solapados e incrustados
que se han tomado al asalto el poder, una nueva versión de los
denominado “golpes blandos”.
Y no es así.
Leer de la mencionada manera la situación de Ecuador es un grave
error, desconoce la complejidad del proceso político en sus niveles
de larga y corta duración, las tendencias y sectores en disputa, las
debilidades y fuertes errores de los diez años de una denominada
“revolución ciudadana”.
Actuar con dicha
mirada ligera y ahistórica hace mucho mal, en primer lugar, al
propio progresismo, en segundo lugar, al conjunto de sectores que
luchan por una transformación profunda en Latinoamérica.
Aspiramos a
presentar una lectura diferente que intenta dar cuenta de los procesos de
corto alcance: contexto poselectoral, las opciones de Moreno y el
rol de la consulta de febrero; de mediano alcance: los límites y
contenidos reales de los gobiernos de Correa; una mirada de largo
alcance: los desafíos históricos de una etapa que va mas allá de
Correa y el progresismo.
Escenario
poselectoral: las opciones de la tendencia “morenista”
El primer aspecto
a establecer es la fragilidad del triunfo electoral en primera y
segunda vuelta electoral del binomio Moreno – Glass y de la
hegemonía de Alianza País, fragilidad porque ese pequeño margen
por encima del 50% fue fruto de ocultar al conjunto de la población
tres aspectos cruciales: la crisis económica provocada por la caída
precipitada de los precios de venta del petróleo crudo y en general
de las comoditties a partir del 2016, el involucramiento directo del
régimen en el entramado de corrupción de Odebrecht en la ejecución
de la gran obra publica, y el fraccionamiento interno de Alianza
País.
A Lenin Moreno en
lo fundamental, en ese contexto de fragilidad, le quedaban solo dos
opciones: i) ser títere de Correa, sostenerse sobre el “capital
político” del ex – presidente y delegar en él las estrategias
confrontativas, para tapar los escándalos de corrupción, el
endeudamiento externo, la fractura interna y la ausencia de
consensos reales; o, ii) romper con el caudillo, escapar a su égida
e intentar generar un espacio propio con una parte del partido de
gobierno añadiendo alianzas con los sectores que habían sido
confrontados por Correa.
Lo sorprendente
fue que, en ese camino acelerado de distanciarse del caudillo, se
alinearon a su alrededor las dos terceras partes del partido
gobernante, y solo una tercera parte se mantuvo con el viejo líder.
Este fenómeno
evidencia que era una agrupación política construida alrededor del
aparato gubernamental, pero también que la mayoría era partidaria
de una evolución diferente a la planteada por Correa, que los
supuestas cohesiones que aquel mostraba eran superficiales y
frágiles.
En el Ecuador la
mayoría del agrupamiento del progresismo optó por una vía de
evolución que implica alianzas hacia la derecha y hacia la
izquierda, para así hacer frente a la situación internacional de
“cierre del ciclo”, y la situación interna de inminente crisis
política y económica. La vía evolutiva está marcada por ese
pragmatismo ¿será eso suficiente?
El rol de la
consulta de febrero
La consulta
popular del próximo 4 de febrero tiene por objetivo dar una base
política y social propia al gobierno de Moreno en condiciones de
ruptura con el viejo caudillo, por ello de las siete preguntas las
centrales son dos: aquella que elimina la reelección indefinida
(pregunta 2) y aquella que reestructura el consejo de participación
ciudadana (pregunta 3).
La evolución de
los dos planteamientos son decidores de los contenidos de
construcción política planteados en la fase Correista y la
posterior a la misma: en el proceso constituyente una de las tesis
fundamentales fue el rechazo a la reelección indefinida y de esa
manera quedó plasmada en el texto de la Constitución del 2008, pero
luego fue reformada por la mayoría de la Asamblea Nacional (nombre
del poder legislativo).
Y el otro dato es
que el llamado Consejo de Participación Ciudadana y Control Social,
que supuestamente asemejaba a lo que se pudiera llamar poder popular,
terminó conformado íntegramente por miembros cercanos al partido de
gobierno e incluso familiares directos de parlamentarios o
funcionarios gubernamentales.
Paradójicamente
pudiera ser que un triunfo del Si en la Consulta genere condiciones
para el cierre de la hegemonía de Alianza País al resquebrajar la
maquinaria de control político implantada en los diez años
anteriores.
¿Más de lo
mismo? Caudillismo + extractivismo
Proponemos leer
el desenvolvimiento actual del progresismo ecuatoriano como una
confrontación entre dos vías: la vía pragmática que opta por un
nuevo juego de alianzas políticas y sociales que den sustento al
gobierno de Moreno y le permitan gobernar cuatro años; y la vía
ideológica que pone acento en la lectura de traición y apuesta por
la quiebra inminente del régimen vigente, para el retorno del viejo
caudillo.
Pero el escenario
nacional es mucho mas amplio que las tendencias a lo interno de
Alianza País, y eso está cada vez más claro. Los consensos
anteriores eran un espejismo.
Para todos es
indispensable una evaluación de la década 2007 – 2017 y dos
aspectos determinantes: una construcción política basada en el
caudillismo y una construcción económica basada en el
extractivismo, como telón de fondo una vía de modernización
capitalista bajo planificación y parcialmente inversión estatal.
La cohesión
política giró alrededor del caudillo y generó un aparato
tecnocrático y propagandístico para asumír los roles de
construcción que hubieran correspondido al partido. El desarrollo
económico combinó un fortalecimiento del aparato estatal, merced al
auge del precio de las comodities, mas alianzas con el agronegocio,
modernizando y sosteniendo el patrón de acumulación primario
exportador, que se mantiene intacto.
Un progresismo
construido sobre pilares de caudillismo y extractivismo es un
progresismo con pies de barro.
Desafíos
históricos: una etapa que va más allá de Correa y el progresismo
Una lectura
adecuada sobre las evoluciones proceso actual en el Ecuador requiere
una visión del largo plazo, que no empieza ni termina con el
correísmo; debe ser ubicada en una etapa que inicia en el año 1990
y que avanza hasta el momento presente.
1990 por el
levantamiento indígena del Inti Raymi que propuso por primera vez al
país un programa de demandas que pone en cuestión el viejo modelo
de estado nación, que en el trayecto, con el desmoronamiento de los
regímenes neoliberales (1996 – 2006), fue asumiendo nuevas
reivindicaciones y nuevos movimientos sociales, que optaban por la
vía del proceso constituyente (2007 – 2008).
Si en verdad
queremos hablar de una fase posneoliberal debemos remitirnos a los
contenidos sustanciales del proceso constituyente.
Y esos elementos
sustanciales son: plurinacionalidad, interculturalidad, economía
social y solidaria, soberanía alimentaria, y un horizonte de cambio
que mira al sumak kawsay – buen vivir.
Correa los
trastocó bajo un programa desarrollista clásico denominado “cambio
de la matriz productiva”, cuya principal vitrina fue la gran obra
pública y los subsidios.
Su sucesor ha
renegado del padrino, pero mantiene la vía de capitalismo guiado por
la mano del estado. Ahora la derecha pugna por asumir el control
directo del programa económico y retornar al neoliberalismo. La
pregunta es: ¿será posible que emerja una izquierda que haga suyo
el programa histórico constituyente?
La inminencia de
una crisis política y económica parece estar pospuesta, un probable
triunfo del Si en la consulta de febrero lo evidenciaría, pero solo
han ganado tiempo, los desenlaces determinantes están por venir. Una
fase de crisis no está descartada.
(Por cortesía del autor)