Dilemas de la izquierda radical
> Immanuel Wallerstein
En lo que yo llamo el mundo pan-europeo (América
del Norte, Europa occidental, oriental, del sur, y Australasia) la
opción electoral básica durante más o menos el siglo anterior ha sido
escoger entre dos partidos centristas: centro-izquierda vs
centro-derecha. Pero ha habido otros partidos más hacia la izquierda y
más hacia la derecha pero han sido esencialmente marginales.
En la década pasada, sin embargo, éstos, así
llamados partidos extremos, han ido ganando en fuerza. Tanto la
izquierda radical como la derecha radical emergieron como una fuerza
considerable en un gran número de países, necesitando remplazar al
partido centrista o derrocarlo.
El primer logro espectacular de la izquierda
radical fue la habilidad de la izquierda radical griega, Syriza, de
remplazar al partido de centro-izquierda, Pasok, que de hecho
desapareció por completo. Syriza llegó al poder en Grecia. Los
comentaristas hablan en estos días de una pasokisación para describir
esto.
Syriza llegó al poder pero fue incapaz de llevar
adelante el programa que prometía. Para muchos, Syriza fue por tanto
una gran decepción. La facción más descontenta argumenta que el error
fue haber buscado el poder electoral. Dijeron que el poder tenía que
conseguirse en las calles y que entonces sería significativo.
Desde entonces hemos visto otros casos de una
izquierda radical emergente. En Gran Bretaña, el líder de la izquierda
radical, Jeremy Corbyn, se convirtió en el líder del Partido Laborista
británico al obtener el respaldo de nuevos miembros que entraron al
partido a votar en las elecciones primarias. En Estados Unidos, Bernie
Sanders desafió a la candidata del establishment , Hillary Clinton, y
obtuvo un sorprendente y fuerte grado de respaldo. En Francia, el
partido del candidato de la izquierda radical, Jean-Luc Melenchon,
también sorprendió al obtener más votos que el partido de izquierda de
la corriente principal, los socialistas.
Hoy, en todos estos países existe un debate
interno entre los militantes de la izquierda radical al respecto de las
tácticas futuras. ¿Deben buscar el poder electoral o deben buscar el
control de las calles? El dilema es que ninguna opción funciona bien. Si
se hacen del poder del Estado, se encuentran con que deben hacerle
innumerables arreglos de compromiso a su programa para mantenerse en el
poder. Si buscan el poder solamente en las calles, se encuentran con que
no pueden hacer los cambios que quieren sin el poder del Estado, y
además las agencias estatales los mantienen a raya utilizando la fuerza
del mismo Estado.
¿Es por tanto inútil buscar hoy un programa de
izquierda radical? ¡Claro que no! Vivimos en medio de la transición de
un sistema capitalista moribundo a un nuevo sistema que todavía debe
escogerse. Los esfuerzos de la izquierda radical hoy, afectan las
opciones que hay en torno a un sistema de remplazo en el mediano plazo.
El debate táctico es esencialmente uno sobre el corto plazo. Lo que
hagamos en el corto plazo afecta el mediano plazo, aunque se logre poco
en ese corto plazo.
Lo que probablemente tenga más sentido como
táctica de corto plazo es usar ambas tácticas, la ruta electoral y la
ruta de las calles, aunque ninguna reditúe mucho en el corto plazo.
Pensemos el corto plazo como un campo de entrenamiento para el mediano
plazo. Esto funcionaría si entendiéramos la distinción temporal y por
tanto nos alentara cualquier cosa que logremos en el corto plazo (en
lugar de desalentarnos). ¿Podemos hacer esto? Sí podemos. ¿Pero lo
haremos? Ya veremos.
http://www.jornada.unam.mx/2017/08/21/opinion/022a1pol