Blumkin (III)
Primer bolchevique fusilado por el estalinismo, que ya había sido fusilado antes.


Capítulo 3 (final)



Resumen de lo previo: Yakov Blumkin, revolucionario ucraniano a sus 19 años en octubre de 1917 es uno de los Socialrevolucionarios de Izquierda (SRI) que se alían a los bolcheviques para tomar el poder, un jefes de la “Cheka”, policía política creada para la represión de la contrarrevolución. Luego, discrepando con la paz con Alemania los SRI rompen con los bolcheviques e intentan en julio de 1918 una insurrección, que fracasa y terminan presos. Blumkin mata en un audaz atentado al embajador alemán intentando forzar así nuevamente la guerra, y escapa a Ucrania. Lucha contra el gobierno reaccionario pro-alemán que allí había. Pero estando requerido por el gobierno ruso, en abril de 1919 se entrega. Siendo inevitable su condena a muerte por el compromiso con Alemania, Trotsky igual decide hablar con él a fondo. Lo convence del error de su concepción ideológica, Blumkin se hace bolchevique. Fingen su ejecución y lo envían de incógnito a seguir la lucha clandestina en Ucrania. Pero sus viejos camaradas SRI descubren el engaño, lo declaran traidor y atentan tres veces contra su vida. Logra salvarse y cumple durante diez años muchas misiones peligrosas en Europa y Oriente como agente secreto, jefe militar y dictador virtual de gobiernos pro-bolcheviques en algunos países de Oriente. En ocasiones, diplomático. Es también secretario de Trotsky, su amigo personal y editor de sus escritos militares. Cuando se consolida la tiranía estalinista y los disidentes son encarcelados y Trotsky luego expulsado del país, Blumkin encara al jefe de la Cheka, ahora llamada GPU, y le dice abiertamente que comparte las ideas de la Oposición de Izquierda y de Trotsky. Debería ser arrestado inmediatamente, pero para no perder sus valiosos servicios y dado que por las características de su trabajo no podía hacer ninguna actividad política, su jefe decide hacer caso omiso del problema y dejarlo en funciones, como si nada.


Pero para Blumkin no era como si nada. Al volver de una sus misiones en Oriente, decide pasar en secreto por la isla de Prinkipo en Turquía donde estaba confinado Trotsky, por un acuerdo del gobierno turco con el soviético.

Siendo un espía profesional de experiencia y capacidad, conociendo la metodología de la Cheka/GPU -porque él la fundó-, a sus jefes y gran parte de sus agentes, podemos suponer que tomó sus precauciones.

Pero ¿y del lado de Trotsky? Años más tarde, bajo el amparo del gobierno de México, recibido por un grupo de amigos con espacio social, con libertad de movientes, recursos, y ayudado por militantes del partido trotskista estadounidense, pudo desarrollar un dispositivo de seguridad y escolta, que aun así fue burlado por el estalinismo. Pero en 1929 las cosas eran mucho más precarias. Acababa de ser expulsado de la Unión Soviética, estaba solo y aislado, prisionero político en un país extranjero y un gobierno sin escrúpulos.

Más tarde se diría que Trotsky le dio a Blumkin un mensaje para Radek, otro oposicionista soviético. Mentira inventada por el estalinismo; las relaciones entre Trotsky y Radek estaban ya cortadas por la actitud colaboracionista de éste. Pero ¿puede ser que haya ido a eso Blumkin? Aunque proclive a empinar el codo, podemos decir claramente que ¡ni mamado! La razón para ese encuentro era una a la altura del riesgo que asumía.

Tal vez alguno haya pensado cuando su conversión al bolchevismo que era un oportunista acomodaticio, “para salvar mi vida” puede decir algún llorón de mamita. Pero si fuese esa clase de persona sin principios se habría acomodado en esa segunda instancia con el estalinismo, al que le venían bien sus servicios.

Blumkin era un hombre de acción y no un teórico, íntegro y fiel a sus principios. Se hizo bolchevique por convicción, no se hizo estalinista por la misma razón. Y lo sabemos debido a su franqueza, que fue posible porque no era un cobarde.

Precisamente por eso, por ser un hombre de principios, le rechinaba estar sirviendo en la Cheka de la era estalinista. Y para hablar francamente de ese problema y buscar una guía, fue a ver a su maestro y amigo.

Trotsky, como lo desarrollaría extensamente luego, creía que la Unión Soviética era un “estado obrero deformado”. La burocracia estalinista sería una excrescencia temporaria que había usurpado el poder obrero, desarrollaba privilegios abusivos y aplastaba la disidencia interna, pero a su manera bárbara defendía la revolución proletaria frente a la burguesía manteniendo la propiedad estatal de los medios de producción. La Cheka/GPU era un instrumento de lucha contra la burguesía, tanto interna como internacionalmente. Un oposicionista fiel a los principios proletarios no tendría problemas de conciencia en servir, aunque fuese por ese mecanismo deformado, la causa revolucionaria.

Blumkin volvió a Moscú
. Cuenta la historia que había un motivo más, una mujer que amaba. 


Lisa Gorskaya, una colega que tendría luego su larga carrera de espía,además su socia en el robo y contrabando de manuscritos jasídicos para financiar la red de espías. Que Blumkin entregó además a Trotsky parte de esos fondos, que Lisa lo denunció, que cuando llegaba Blumkin en auto a su apartamento y vio que lo emboscaban gritó “¡Lisa, me traicionaste!” y salió huyendo a los tiros, otra escena cinematográfica de esta historia.
Que seguirá con Lisa organizando en 1944 en EEUU el círculo de físicos comunistas que filtraría a Moscú los datos sobre el experimento atómico de Los Álamos dirigido por  el físico Robert Openheimer. 
 
¿Qué hay de posible en todo esto? Todo es posible.

Lo que es completamente imposible es que este zorro viejo hubiese vuelto al corral si lo que él daba por teoría revolucionaria correcta le hubiese confirmado (en lugar de contradecir) lo que le decía su instinto.

Diez años antes la orientación política de su amigo le había salvado la vida. Ahora la misma teorización lo mandaba, sin quererlo, a la muerte.

Blumkin fue finalmente apresado y juzgado en secreto por un tribunal de jefes de la GPU que,dividido, no supo que hacer. La intervención directa de Stalin forzó la condena a muerte. La acusación fraguada era haber llevado un mensaje conspirativo a Radek. En realidad la motivación de Stalin era el miedo; supuso que lo que le había dado Trotsky a Blumkin era la orden de matarlo a él, y sería el indicado para eso.

Blumkin pidió, y le concedieron (qué generosos) una gracia de quince días para escribir sus memorias, que nunca fueron encontradas. Fue fusilado, murió gritando “¡Viva Trotsky!”

No era un idiota. No era un cobarde. No era un vendido.
Con esa base, el resto viene por añadidura si la vida alcanza.

“Blumkin buscó al camarada Trotsky en Constantinopla para averiguar cómo evaluaba la situación y preguntarle si hacía bien en permanecer al servicio de un gobierno que deportaba, exiliaba y encarcelaba a sus mejores compañeros. L. D. Trotsky le respondió que, desde luego, hacía muy bien en cumplir con su deber revolucionario, es decir, su deber con la Revolución de Octubre, no con el gobierno estalinista que ha usurpado los derechos del partido”. Este, hablando en tercera persona, es Trotsky. (Los stalinistas fusilaron a Jakob Blumkin)

“... la GPU se convirtió en el arma personal de Stalin... trata de intimidar a los elementos de la Oposición que siguen en su poder mediante el método del fusilamiento... el resultado será exactamente el opuesto. Es imposible detener el avance de una tendencia ideológica históricamente progresiva, que funciona según la lógica del proceso, con actos de matonaje y con fusilamientos... la represión estalinista en contra nuestra no significa todavía una traición al carácter de clase del estado... nuestra orientación sigue siendo la reforma, no la revolución”. (Todos los subrayados son nuestros).

Y esto es Trotsky siguiendo en el error a pesar de los hechos. Digamos, para no ser injustos, que recién al año siguiente Rakovsky (el más adelantado de los oposicionistas en el análisis de lo que pasaba) hablaría de “estado burocrático con resabios proletarios y comunistas”. Pero ni entonces ni luego, ni con la traición en España, ni con los procesos de Moscú, el pacto con Hitler ni la invasión soviética a Polonia, rectificaría su error.

Trotsky era un revolucionario de enorme valor, precisamente por eso mismo hubiésemos esperado de él otra cosa. Un poco menos de deducción y un poco más de inducción; en vez de explicarle a Blumkin lo que era la GPU, debió preguntarle en qué se había convertido, los nuevos hechos concretos que estaban surgiendo. Tenía la fuente de información inmejorable. No tanto conocer las respuestas sino tratar de entender las preguntas. ¿Tal vez no quería verlo?

Dos resultados positivos hubiesen habido, un paso adelante en la teoría revolucionaria, y la vida de Blumkin.

Las revoluciones (dijimos en el capítulo anterior) no las hacen las “leyes de la historia” sino los seres humanos, con sus errores, tropiezos, vacilaciones, su ceguera tal vez, su carga. No encontramos un ejemplo más dramático. 


El gobierno ruso nunca ha rehabilitado a Blumkin.Ni el soviético ni el actual. Mejor así, para qué querríamos eso.

---- FIN ----
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Capítulos anteriores.

Capítulo 1:
https://n0estandificil.blogspot.com.uy/2017/11/blumkini-primer-bolchevique-fusilado.html

Capítulo 2; 
https://n0estandificil.blogspot.com.uy/2017/12/blumkin-ii-primer-bolchevique-fusilado.html

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